El caso de la ducha fría. Capítulo
58. Situaciones invertidas.
Cuando la detective
Andrea Sánchez llegó a la casa de Benito Lasolana, dispuesta a oír lo que
quedaba de la historia-de –amor-pasión de Andrea versus Benito, intuía que en
aquella sesión iba a llegar al fondo de la verdad, en el supuesto de que la
verdad tenga fondo.
Le abrió el propio
Benito Lasolana indicándole que le esperara en el salón, y que tomara lo que
quisiera sin cumplidos, porque no estaban sus padres.
Él se salió de la
habitación y ella se puso a curiosear, con la vista, los muebles y objetos que
configuran un cierto grado de la personalidad de una familia.
Sentada en una
butaca, giró la cabeza y vio un verraco amarillo posado sobre las achocolatadas
aguas del Duero, y hubiera opinado algo del río, del verraco o de la vista,
sino hubiera sido interrumpida por un:
-“¡Aquí estoy!”.
Apareció solo con
medias. Ni una prenda más, sólo con medias.
Ni ropa interior, ni
ropa exterior, sólo con medias; era Benito Lasolana.
A pesar de los
zapatos negros de tacones altísimos, era un tío, de aquello no cabía duda.
La detective Sánchez
no daba crédito a sus ojos, y sus ojos no daban pie con bola; tan pronto miraba
aquí, como abajo, como arriba, como al conjunto.
-“Quédate sentada.
Yo seguiré de pie..….me va la pasarela”, le dijo él.
Y ella, excitadísima
y perturbada como una brújula sin aguja, comenzó a comerse las uñas, mientras
recordaba que el tío que estaba allí, en canal, estaba reproduciendo la escena
en que Andrea le hizo a él morderse las uñas.
Todo aquello era
desconcertante, pero aquel tío estaba como un tren, aunque eso sí, con aquellas
medias negras parecía un tren de la Palazuelo-Astorga, es decir, de lo que no
hay.
(Continuará)
Paco Molina de
Zamora. Emitido en Antena 3 Radio de Zamora en 1986.
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