CAPÍTULO VIII.
LOS PRINCIPIOS DEL ALEGRECOMUNISMO.
A los árboles se les poda para revitalizarlos, y sólo la
falta de información puede hacer creer que la acción del hacha cortando ramas
lo que pretende es cargarse el árbol.
En la actualidad el marxismo es un árbol frondoso,
atiborrado de ramas y de corrientes, que apenas lo dejan vivir, pues a partir
del tronco, que hay que considerarlo como lo propiamente parido por Marx,
aparecen luego distintas ramas y subramas que provienen de otras mentes (siendo
sin duda la de Lenin la de más categoría, importancia y fecundidad).
Sin embargo, el momento histórico no permite andarse por las
ramas, hay que podar el árbol para que recobre fuerza, ímpetu, savia nueva y
fresca.
En este sentido, el alegrecomunismo limita sus principios
teóricos base a los enunciados explícitamente al comienzo de este libro, y,
además, han de ser siempre explícitos de manera que así, todo aquel que quiera
saber lo que se pretende indicar al decir que se es marxista, pueda tener una
primera impresión clara.
Además, otra ventaja de expresar claramente los principios
marxistas básicos, es que cortocircuita y evita la propaganda en contra (otra
vez los reflejos condicionados) que existe sobre el término marxista, cuando
por el contrario encierra una teoría viva, pujante, racional y perfectamente
válida.
En esencia el alegrecomunismo apuesta por la flexibilidad
del junco contra la contundencia del roble, ya que estamos en época de
huracanes antimarxistas, y sabido es que ante el huracán, el junco se dobla
pero aguanta, mientras que el roble, por majestuoso que sea, es arrancado de
cuajo.
El alegrecomunismo sería como una fase de un cohete aéreo
espacial.
Todos hemos visto que los viajes espaciales se realizan en una cápsula
que hay que hacer llegar a su destino.
Para conseguir esto se utilizan enormes
cohetes que constan de varias partes, y en las pantallas de televisión se ha
podido contemplar cómo, cada cierto tiempo, un trozo del cohete se desprende de
él.
Ello significa que esa parte ya cumplió su función de ayudar al ascenso de
la capsula hacia su órbita y que ahora ya le corresponde trabajar a otra parte
del cohete.
En las sociedades desarrolladas y aún en otras donde la
urgencia de libertades sea tanta como la urgencia de comida, sanidad y
educación, el alegrecomunismo constituirá una fase del cohete, la que es
necesaria que actúe ahora; sin que ello signifique ningún desprecio por las
fases anteriores (simplemente quiere decir que esas fases ya cumplieron su función
de poner la cápsula donde está ahora) y mucho menos que signifique el cerrar el
paso a nuevas fases que nacerán de las necesidades y circunstancias nuevas que
sin duda surgirán.
El caso es contribuir a llevar la cápsula con la humanidad
dentro a órbitas donde cada vez haya menos sufrimientos basados en el egoísmo
atroz de los explotadores, en la enfermedad insaciable por acumular riquezas y
en la falta de libertad para poder buscar trozos de felicidad donde sea
voluntad de cada cual.
Del libro EL ALEGRE COMUNISMO de Paco Molina
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