Síndrome “pasión de madre”.
¡Madre del Verbo! Lo que sufren los comunistas cuando se
trata de hablar de la Unión Soviética (desaparecida desde el siglo pasado, era
el conjunto de países de regímenes comunistas o del socialismo real, como se les
denominó desde Occidente, situados en el Este de Europa y Oeste de Asia).
Unos justifican todo lo que allí pasa y todo lo que ella
hace (en referencia a Rusia, uno de esos países, donde triunfó la Revolución
Bolchevique en 1917) con un entusiasmo sin límites.
Otros, como avergonzados de un apellido que no se pueden
quitar, el de la madre, el de comunistas, la critican sin parar, como para
conseguir un respeto en la sociedad en que estamos que por definición es
antisoviética.
El alegrecomunismo debe huir de ambas actitudes.
Que se sienta afecto y simpatía por los países socialistas
es lo más natural del mundo.
El afecto y la simpatía son sentimientos y, por
tanto, algo íntimo de lo que no hay que dar ni explicación, ni justificación.
Ahora bien, si en un país socialista se da un paso de esos
que crean “diversidad de opiniones” no parece prudente tratar a esos países
mejor que a los propios seres queridos, a los que en absoluto es cierto que se
les permita y perdone todo (¿es que por mucho que se quiera a los hijos se les
consiente, sin criticar, todo? O por mucho que se respete a los padres ¿nunca
se les lleva la contraria?.
Pues por lo mismo tampoco hay que ponerse la toga de
persona súper justa y convertirse en el feroz juez que juzgue a aquellos por
los que se tiene, en conjunto, afecto.
¿Y si nos preguntan públicamente sobre algo de eso? Pues se
contesta públicamente.
Pero sin ser los comunistas los que critiquen en público
los errores de esos países, más que nada porque, para poner verdes a dichos
estados hay gentes en Occidente que lo hacen de una manera inmejorable y además
con insuperables medios; así que déjese que sean ellos y no los que con esos
países simpatizan, los que juzguen.
Los alegrecomunistas se reservan el derecho a opinar firme y
duramente sobre todo y sobre todos, en donde corresponde, al tiempo que
públicamente se ha de declinar la invitación a ser jueces por un día, y,
precisamente, el día en que los acusados son comunistas.
En resumen, ni enfermiza pasión de madre, ni enfermiza
crisis de objetividad.
Del libro EL ALEGRE COMUNISMO de Paco Molina.
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