El caso de la ducha fría.
Por Paco Molina de
Zamora.
Emitido en Antena 3 Radio de Zamora en 1986.
Capítulo 1. Extraña muerte.
Cuando Andrea se dio
cuenta de que el agua de la ducha estaba fría, era demasiado tarde y ya se la
había puesto carne de gallina.
Manejó con presteza
el manubrio de la caliente, pero el grifo no respondía a las maniobras que ella
le hacía.
La alcachofa,
mientras, seguía siendo un torrente de agua de nevera.
Andrea, contra su
costumbre, soltó cuatro tacos que le hubieran valido la excomunión si su voz no
hubiera sido ahogada por el chorro traicionero, pero potente, de la ducha.
Juró no volverse a
duchar en su vida, aunque no pudiera ligar nunca más.
¡Cómo necesitaba
entrar en calor, Dios mío!
Desesperada se puso
de rodillas en la bañera y rogó, imploró y suplicó, que se arreglara el grifo
del agua caliente.
La fe mueve montañas
y la oración paraliza los desastres, y por eso, en un abrir y cerrar de toalla,
un agua calentita, cálida y estimulante, empezó a hacer una gran labor sobre el
cuerpo de Andrea.
La carne de gallina
se le iba transformando en carne de Diosa.
Se puso de pie
contenta y empezó a jugar con la esponja, loca de alegría.
Pronto, un vapor
cálido que rondaba la temperatura de la fiebre -39 grados- inundó el cuarto de
baño y ocupó los sentidos de Andrea.
Al sentirse bien
comenzó a cantar y reír de satisfacción.
“Nunca debemos
abatirnos ante la adversidad”, pensó al tiempo que pisaba la pastilla de jabón.
Cuatro horas
después, el informe del forense sorprendió a todos: “Murió de golpe seco en la
ducha”.
El caso de la ducha
fría. Capítulo 2. La guarda-pelvis
Cuando el inspector
Martínez acabó de leer el informe del forense, volvió a pensar y repensar que
en aquel caso había tomate; cómo si no podía ocurrir que alguien muriera de
golpe seco mientras se duchaba.
“La policía no es
tonta”, se dijo en voz alta, burlándose del dicho-burla.
Para Martínez los
cabos sueltos se podían atar fácilmente.
Hacía siete meses
que había llegado un nuevo gobernador a la ciudad, y todavía se recordaba en
ella la frase de éste cuando al recibir al Inspector Jefe, le dijo:
“Querido amigo, yo
no temo a nadie. Yo en vez de un guarda-espaldas lo que necesito es una
guarda-pelvis”.
Semanas después
Andrea conoció al Excelentísimo Señor y se les vio con posterioridad juntos.
Andrea era desde
entonces conocida, en aquella estrecha ciudad, como la guarda-pelvis.
Para el inspector
Martínez la muerte repentina de Andrea era sospechosa, y mucho más después de
leer aquella memez: “La muerte le sobrevino a causa de un golpe seco en la
ducha”.
Nadie puede morir de
“golpe seco” mientras le moja el agua de la ducha, así que el inspector
Martínez ya tenía un sospechoso: ¡El Forense!
El
caso de la ducha fría. Capítulo 3. EL FONENDOSCOPIO.
Cuando el forense
llegó a la casa de autos, casa que conocía debido a la amistad de toda la vida
entre ambas familias, la de Andrea y la suya; recordó aquella tarde de
bochornoso verano en que había tenido que auscultar a la hija de los señores
del chalet en que pasaba el día.
Aquella niña había
estallado en adolescente-mujer ante sus propias narices.
Desde entonces, cada
vez que veía a Andrea, que era la auscultada, el fonendoscopio se le ponía a
cien.
Al entrar en el
cuarto de baño y ver el arrugado cadáver de la chica, pensó que en este mundo
todos debíamos ser cartujos, porque la verdad es que la vida está llena de
sorpresas, hasta el punto de que no sabe uno a que CARTUJA quedarse.
Por lo demás, el
diagnóstico estaba claro hasta para un mal estudiante de medicina: “Muerte por
golpe seco en la ducha”.
Días después de tan
infortunado acontecimiento, el forense recibió distinta ofertas de las mejores
marcas de jabón del mercado; ofertas con las que se le tentaba a cambio de que
no difundiera la marca de la pastilla que había pisado Andrea antes de dar el
peor patinazo de su vida.
Nuestro hombre se
sintió importante ante tanta solicitud de su persona, y estirándose, arrojó
lejos de si el periódico que había tenido entre las manos, apareciendo visible,
allá en el suelo, el titular del día: “Las vacaciones del Presidente del
Gobierno van por buen camino”.
En esto sonó el
timbre carillón de la puerta.
“Vaya la señorita
Avón”, musitó el forense.
Lo que no sabía él
es que se trataba de la policía.
Capítulo 4. La
pastilla de jabón.
Cuando Honorato, el
forense, vio, a dos palmos de sus narices, las credenciales de policía secreta
del inspector Martínez, sintió un escalofrío de sudor y percibió que algo gordo
iba a pasar, pues, ¿cómo si no? iba Martínez a comportarse así, cuando habían
hecho el bachillerato juntos, cuando eran hermanos de la misma procesión, y
cuando, incluso, en plena transición a la democracia, habían ido a una casa de
masajes en Madrid.
“Honorato, tú te
crees que yo me creo que alguien puede morir de golpe seco en la ducha”; le
espetó el inspector al forense como si disparara su magnum a bocajarro ante el
enemigo público nº 1.
“Mira Martínez,
“golpe seco” quiere decir que no hubo herida con sangre, y sin embargo produjo
la muerte. Indudablemente la occisa, es decir la muerta, estaba húmeda”.
“Se puede decir
entonces que murió en plenas relaciones sexuales?”.
“Martínez, sufres
deformación profesional, al decir “húmeda” quise decir que estaba mojada por el
agua de la ducha”
“¿Y por qué cree el
gran Honorato que se dio un golpe seco?”
“Elemental querido
Martínez, pisó la pastilla de jabón y…perdimos a una de las chicas más bonitas
de la ciudad”.
“Tú lo has dicho
Gran Honorato, pisó el jabón, y ahora sapientísimo Honorato, dime: ¿Desde
cuándo en las familias con dinero y pasta se usa para ducharse jabón y no
gel?”.
Se produjo un
silencio tenso y profundo sólo interrumpido por un loro que desde la cocina
chillaba: “hijo –puta –hijo -puta”.
Al tiempo, en el
otro extremo de la provincia, el Gobernador recibía la noticia de la muerte de
Andrea, mientras presidía el “III gran certamen de Caracoles Al Sol”.
Capítulo
5. Cotilleos: metamorfosis.
En la pequeña ciudad
de provincias, la noticia sobre la súbita muerte de la súbdita Andrea, siguió
la metamorfosis habitual de cualquier chismorreo.
-“¿Sabes?, ha muerto
la hija de Zacarías, el de los Almacenes. Se cayó en la bañera al pisar el
jabón”-
-“¿Sabes? Ha muerto
Andrea. A mí me han dicho que estaba jugando con un jabón en la bañera y le dio
un infarto”.
-“¿Te has enterado?
Dicen que murió al descubrir que la espiaban en el baño”.
-“Parece, y te lo
digo de buena tinta, que alguien entró en su cuarto de baño y en el forcejeo
cayó, rompiéndose la nuca”.
-“Fue un sádico, que
la cogió en la ducha y la violó hasta matarla”.
-“Pusieron acido
sulfúrico en la ducha para deshacerse de ella porque al parecer sabía demasiado
por lo del Gobernador”.
-“Estaba controlada
por la Mafia de la Trata de Blancas, y la han matado porque se quedaba con el
dinero”.
-“La han torturado
bajo el agua para que contara los planes de la campaña electoral del Gobierno
para la elección de eurodiputados; ¿No sabías que ella y el Gobernador?”.
“La mató su padre,
de una paliza, porque estaba manchando el apellido de la familia”.
-“Se ha suicidado
porque descubrió que su madre si era su madre, pero que su padre no era su
padre”.
Así, la noticia iba
dando la vuelta sobre si misma, llegándose a decir incluso, que murió al caer
de espaldas en la bañera al pisar el jabón.
Capítulo
6. La bien dotada.
La música de
discoteca sonaba fascinante en el equipo de alta fidelidad del hijo del
Gobernador.
Dos habitaciones más
allá, el manda-más de la provincia, ocultaba la cara, tras uno de los
periódicos del día, haciendo como que leía.
De vez en cuando
tragaba saliva, por miedo a que ésta se convirtiera en lágrimas y aflorara a
sus ojos.
Recordaba
profundamente a Andrea.
Recordaba cómo le
había perturbado a 33 r.p.m. (revoluciones por minuto) cuando la vio bailando
en Venus, la discoteca de moda en la villa (“Nos vemos en Venus”, decía la
frase publicitaria) .
Recordó también
cuando, dos días después, por una de esas carambolas inevitables en este mundo
tan pequeño, el propio padre de Andrea le presentó a ésta.
Recordó la frescura,
juvenil y madura a la vez, que aportaba Andrea, no sólo a cada una de las
tertulias a las que asistía, sino, incluso, a la ciudad.
Siempre había
pensado que cuando aquella exquisita figura femenina entraba en un sitio
desaparecían las tensiones bajas y aparecían las pasiones altas.
Y mientras el
Gobernador de la gobernable provincia pensaba todo esto, y se curaba de la
indigestión que cogió en la comida homenaje del “III Certamen de Caracoles al
Sol”, no muy lejos de allí, tal vez incluso demasiado cerca, el agente fijo que
la CÍA tenía destinado en aquella zona del globo, recibía un mensaje que decía:
-“Tía Enriqueta, te
ha cosida la bragueta. Tío Camilo ha aportado el hilo y tía Maruja, la aguja.
Cuida más tu bragueta y no seas jeta”.
Mensaje que una vez
descifrado era contundente y ordenaba a nuestro hombre de la CÍA: “Investiga a
fondo y no seas cachondo”.
Capítulo
7. El funeral
Como en aquellos
días se llevaba el negro, el funeral de Andrea fue un doble éxito.
Entiéndase, éxito en
el sentido de que contó con todo lo que se suele pedir a una misa de “corpore
in sepulto”, a saber:
Que la casa
mortuoria sea una mansión de postín.
Que quien descansa
en paz sea joven.
Que la muerte sea
turbia.
Que la iglesia esté
llena hasta en los aledaños de las cafeterías más cercanas.
Que los asistentes
sean muy conocidos.
Que el pueblo llano
llore.
En fin, todo eso y
mucho más.
Las coronas no
cesaban de llegar, y eran de todo tipo y gusto: “Los empleados de Don Zacarías
S.L. re recuerdan”. “Tus desconsolados padres”. “Luis Felipe no te olvida”.
“Tus antiguas compañeras”
Así rezaban unas cuantas
de las cintas que acompañaban ramos y coronas; por cierto, conviene aclarar que
Luis Felipe fue el primer amor de Andrea, allá por su 17 años, o sea, hace 8.
Porque Andrea había
tropezado con la muerte, y nunca mejor dicho, a los 25 años.
Se iba en la flor de
la vida y sin embargo, no siempre había sido feliz.
De niña, en sus
primeros años de EGB, llegaba muchos días llorando a casa, porque en los
recreos los otros, los “pequetrefes” le canturreaban: “Andrea, Andrea, levanta
la pata y mea”.
Era muy mala
estudiante, y recuerda, si pudiera recordar, las broncas que le soltaba su
padre cada vez que ella se presentaba en casa con la cosecha de calabazas de
turno.
Porque su padre,
aunque estaba orgulloso de su profesión y de haber triunfado en la vida, quería
que sus hijos tuvieran estudios; y a fe que lo estaba consiguiendo pues estos
no desperdiciaban oportunidad de examinarse, hasta el punto de que no se
perdían ni una convocatoria de Septiembre.
Capítulo
8. El portazo
La madre de Andrea
daba cabezadas a derecha e izquierda y a izquierda y derecha; era una continua
negación de una idea infame que a la pobre señora se le colaba en el coco para
desesperación suya.
Resulta que hacía
apenas cuatro días que se habían cambiado todas las puerteas interiores de la
casa por otras más bonitas, elegantes y por supuesto súper caras.
Había sido el sueño
acariciado por la buena señora durante todo el invierno, y aunque no le faltaba
de nada, quería deslumbrar a sus amistades realzando, con aquel cambio, la
suntuosidad de la casa de los Zacarías.
Sobre todo, a la que
quería dar con la puerta en las narices, y nunca mejor dicho, era a Manolita,
la del panadero, que les había pisado la compra del VOLVO, comprándose ellos un
Mercedes último modelo, que además hablada.
¿Y qué ocurría’ Que
cuando su hijo, el pequeño, descubrió que salía agua del cuarto de baño y
sospecharon que algo grave le pasaba a Andrea, llamó su marido a los bomberos,
y estos, ni cortos, ni perezosos, zis-zás, arrearon dos mazazos a la lujosa
puerta del evacuatorio, y este pasó a valer dos reales.
Ahora, en pleno
funeral y mientras el cura decía unas palabras preciosas; ella, que debía estar
rota por la pérdida de una hija tan buena, se encontraba con que se le venía a
la cabeza, la estúpida idea de: “¡qué mala suerte, por cuatro días no hubieran
estropeado la puerta nueva!”.
Aquel pensamiento no
era bueno, ni sano, y ella lo rechazaba haciendo negaciones con sus gestos.
-“Ay, Dios mío la
Señora, ¿no ven como todavía no se lo puede creer?”; exclamó la fiel sirvienta
y estalló en nuevos sollozos.
Capítulo
9. El complejo Viriato.
Luis Felipe volvió a releer la orden llegada de EE.UU. :
“Investiga a fondo y no seas cachondo”.
Sí, porque Luis
Felipe no era otro que el agente de la CÍA en nuestra ciudad.
¡Agente de la CÍA a
los 25 años de edad!
Si lo pudiera saber
su madre se sentiría orgullosa de él; pero claro, el trabajo tenía como
condición el ser secreto, y no se lo podía contar a nadie.
Agente de la CÍA y
primer amor de Andrea, una mezcla explosiva la de Luis Felipe, y sin embargo,
no era eso lo más explosivo suyo.
Lo más explosivo de
Luis Felipe es que sufría lo que se conoce como “complejo Viriato” o priapismo.
Se trata, el
priapismo, de una anormalidad genital por la cual, el que la sufre, está en
permanente estado de erección, queriendo decir con esto, no que no se pueda
sentar, sino que su pene está continuamente en estado de alerta, o firme; vamos
que sus genitales no obedecían nunca a
la voz de rompan filas.
Esta enfermedad o
anomalía se conoce como PRIAPISMO, en referencia al Dios Priapo, dios romano
del amor, que simboliza la potencia del macho, la virilidad a prueba de SIDA.
También se conoce a
los afectados, por este estado de erección continuada del pene, como afectados
por el “complejo Viriato”, en referencia a una estatua que hay en la coqueta
ciudad de Zamora, y que vista desde la Casa de Cultura - no olvidéis que la
cultura ayuda a ver mejor las cosas- presenta el aspecto típico de los varones
afectados de priapismo.
Todo esto hizo que
Luis Felipe, durante su bachillerato, fuera una atracción casi de feria……y para
asistir a esa feria, había sacado, en su día, una entrada Andrea.
Capítulo
10. La pretina.
Recién muerto el
General Franco, y en plena apertura política, y en pleno destape torácico; las
noticias sobre el sexo corrían como la pólvora, y así llegó la primicia a la
pandilla de Andrea:
-“Si, mujer, si,
Luis Felipe, el hijo del notario, es un salido, se pasa todo el día
entusiasmado”.
-“¿Qué es eso de
“entusiasmado”?”, preguntó Andrea, a la que el cuerpo en aquella época, le iba
por delante del alma.
-“Entusiasmado”,
tontina, quiere decir que se pasa el día con el flamencón en posición de
firmes. ¿Quieres ahora que te digamos lo que es el “flamencón”, divina Andrea.”
No preguntó más,
decidió pensar mal y acertó.
Se pasó dos o tres
semanas pensando en Luis Felipe. Otras dos o tres ligándoselo, y otras dos o
tres mirándole, con el mejor disimulo, a la pretina del pantalón.
Y así, asao y de la
otra forma; hasta que acabaron en la caseta del perro – que era un San
Bernardo- del chalet de los padres de ella.
El lugar era
insólito, pero siendo como es el amor explícito, una forma clandestina, dio de
sí lo suficiente:
Lo suficiente para
que Andrea viera por fin lo prohibido de un hombre, y lo suficiente para que
viera también que los hombres no eran tan fieros como los pintaban.
Claro que ella
juzgaba sólo por uno y uno muy especial: porque Luis Felipe era dueño de una
erección fálica perenne y de una flacidez mental más perenne todavía.
Así que la gracia de
la novedad se esfumó enseguida, y tras una primavera-verano de noviazgo y
magreo, Andrea puso punto y final al idilio con Luis Felipe, y punto y seguido
a algo más turbador, con su profesor de matemáticas.
Luis Felipe, al
verse abandonado por culpa de un profesor rojo, odió dicho color, y en cuanto
pudo se hizo de la CÍA, y además un buen agente: para el Andrea había sido
víctima del comunismo internacional.
Capítulo
11. Mecachis.
Cuando al Gobernador
se le pasó la indigestión de la comida homenaje del “III Gran Certamen de
Caracoles al Sol”, dio orden de que se reuniera el CAIA (es decir, el Comité de
Asesoramiento, Inteligencia y Acción).
Le costó trabajo,
pero no le quedaba otro remedio, los informes que obraban sobre la mesa eran
claros como una Aurora Boreal en el Polo Sur: No había tertulia, bar, tasca y
hasta lupanar, donde no se ligara la muerte de Andrea al ligue de esta con el
Gobernador.
Llegados a este
punto, nosotros, meros narradores de esta historia, y por tanto testigos imparciales
de ella; no podemos sustraernos a la gran importancia geoestratégica que tiene
España en el equilibrio Internacional, y por ello, consideramos un deber
elemental, de ciudadanos occidentales, y miembros por voluntad popular de la
OTAN, el informarles de que no sólo este Gobernador sino ninguno de los que hay
y ha habido en España, ha tenido nada que ver con Andrea, es más, somos
categóricos y patriotas al decirlo, y por ello lo decimos con el pecho henchido
de orgullo: Nuestros gobernadores no solo son ejemplares, si no que, además, no
se han jalado una rosca.
Pero el problema no
era ese, el problema radicaba en que esta vez la maledicencia popular, es decir
la mala leche, había puesto en marcha una extraña maquinaria de inspectores,
agentes de la CÍA, detectives amateurs, etc. que podían llegar a descubrir,
antes de “que entre Andrea y el Gobernador no había nada”, que MECACHIS -
nombre de nuestra ciudad - iba a ser la primera en el mundo que iba a contar
con unos urinarios para mearse de risa.
Capítulo
12. El tonto del pueblo.
Los componentes de
la CAIA no se pueden hacer públicos por razones de Estado, pero digamos, a modo
indicativo, que eran miembros de la CAIA representantes de las fuerzas vivas de
MECACHIS.
Uno de estos
miembros, cuando cogió el taxi en la estación - había tenido que suspender sus
vacaciones- y dijo: “Al Gobierno Civil”,
ni soñaba con lo que le iba a ocurrir 40 segundos después.
“Iremos por el buen
camino (NOTA: éste era el eslogan del
Gobierno de España en aquellos años: Vamos por buen camino), pero no me
negará usted que hace calor”; le soltó el taxista haciendo que su anónimo
cliente diera un salto en el asiento, más grande que el del taxímetro.
¿Cómo es posible que
aquel desconocido votante supiera quién era él?
Menos mal que se
sentía un gran profesional de su partido, así que, con naturalidad, y siempre
por el bien del pueblo, contestó: “Creo que me confunde usted; yo no voy por
buen camino”.
Ki.Ki-ri quiiiii…,
cantó un gallo cerca de allí.
Cuando el Secretario
General Provincial del Partido fue recibido por el Secretario Particular del
Gobernador Provincial, ya estaba la reunión en marcha.
“Ya saben ustedes
que no me gusta andarme con rodeos”.
“Por eso nunca va a
caballo”; musitó el gracioso de turno, provocando una risa nerviosa en su
sector.
“La hija de Zacarías
ha muerto y toda MECACHIS está empeñada en que se trata de un crimen
relacionado con sus relaciones conmigo”.
“Perdonando la
rebuznancia”; musitó ahora el gracioso de turno, haciendo que una de las risas
fuera evidente.
“Esto no tiene
gracia”.
“Pero la tuvo”; dijo
el gracioso de turno esta vez sin ocultar su palabra.
“¿Quién es éste?”;
preguntó el Gobernador a su secretario.
Señor, como me dijo
que quería un representante de cada sector de la ciudad, invité a este señor en
representación de los menos lúcidos; éste es el tonto del pueblo”.
Capítulo
13. El Gobernador y el Obispo.
“¿Es urgencias?
Urgencias, ¿es ahí urgencias?. Sí, vengan con rapidez. ¿Adónde? Ah sí, al
Gobierno Civil. Es importantísimo!!!. El Señor Obispo ha sufrido un ataque de
risa y se está muriendo” .
Al otro lado del
hilo telefónico habían captado la gravedad del momento y el celador pasaba el
aviso lleno de pánico:
“Correr machos, que
el Obispo se está muriendo de risa”.
El desconcierto en
gobernación era total:
Cuando el Gobernador
mandó expulsar del edificio a su secretario particular por inepto y al tonto
del pueblo por tonto, la reunión de la CAIA se convirtió en estatua de sal,
pudiéndose mascar el aire, de lo densa que era la atmósfera y la seriedad.
Sin embargo, cuando
el Gobernador les preguntó a todos si les había gustado la broma, las caras
empezaron a sonreír; y luego, cuando supieron los detalles, cuando supieron que
el tonto no era tonto y que el secretario particular si era particular,
empezaron a reír.
Sobre todo el Obispo
–miembro NATO de la CAIA- que todavía tenía entre sus sienes la tensión
acumulada por lo comentarios irrespetuosos y jocosos que el supuesto tonto del
pueblo hacia a todo lo que decía el representante del Gobierno en aquella
tierra
Hasta que la
distensión se convirtió en preocupación al ver que la risa del Obispo no
paraba, y aún peor, que iba en aumento; sólo interrumpida por unos : “Madre del
Verbo; y todo era una broma, con lo mal que lo pasé. Madre del Verbo.”
Y sus carcajadas
aumentaban y aumentaban, hasta que se le cayó el bonete y se dieron cuenta que
estaba congestionado, ya que tenía la calva del mismo color que la capa.
Capítulo
14. Agua bendita
Como el Servicio de
Urgencias no conseguía reanimar al Sr. Obispo que seguía muriéndose de risa, se
recurrió al curandero de moda en la ciudad, que recomendó una medicina que en
verdad resultó milagrosa: ¡agua bendita!.
Una vez que el
Obispo se hubo recuperado, una vez que el tonto del pueblo demostró que no lo
era, enseñando un certificado de que había leído su tesis para el doctorado, y
una vez que el Gobernador lo consideró oportuno, éste dijo:
-“Siempre he
manifestado que yo era inocente en este asunto y lo mantengo. Aunque las
apariencias han podido dar la impresión de que entre Andrea y yo hubo algo más
que amistad, no hubo nada más que eso.
Eso sí, una amistad
especial, porque yo era como una celestina de lujo, como un padrino de boda
anticipativo.
Señores, Andrea con
quien estaba liada era con un guardaespaldas.
Si señores, Jacinto,
mi guarda espaldas me planteó un día que estaba borracho de amor por Andrea, y
que si no le facilitaba las cosas estaba dispuesto a contarlo todo.
Yo no se
exactamente ¡qué es lo que sabe
Jacinto!. Pero si lo cuenta todo, seguro que nos la cargamos; así que accedí; o
sea que mis encuentros con Andrea, eran encuentros de mi guarda espaldas con la
que el pueblo llamaba mi guarda-pelvis.
Señores estoy harto
de esperarles en la escalera mientras ellos, cómodamente, hacían el amor.
Andrea estaba
enamorada, no de mí, sino de un proletario de orden”.
Capítulo
15. LA FIMOSIS.
El destino, como si
tuviera inteligencia, nos suele hacer a los mortales, guiños y muecas, con
ánimo, sin duda, de cachondearse de nosotros.
He aquí un ejemplo:
En la reunión en que
se desveló el gran secreto de Andrea el obispo casi se muere de risa, y en la
reunión en que a Andrea se le desvelaron los grandes misterios del sexo fue
ella la que casi se muere de risa:
Fue en la tarde del
día en que a su hermano pequeño le iban a hacer la FIMOSIS.
Ella no le había
dado la menor importancia a una palabra tan rara como FIMOSIS, pero, cuando ya
estaba su hermano en plena convalecencia, le llamó su madre y le pidió que
abandonara la costumbre de hacer el tránsito del cuarto de baño al propio, tan
desnuda como solía hacerlo.
Al exigir ella
explicaciones y contarle su madre que la FIMOSIS era una pequeña operación en
que le cortaban un trocillo de piel del pene al interfecto, y que por eso
durante unos días era mejor que no recibiera excitaciones, pues para el operado
sería muy doloroso, Andrea estalló en una risa histérica que se hizo histórica
porque duró 54 minutos (si bien este record nunca ha podido ser homologado por
no haberse celebrado la carcajada en acto oficial).
Hoy, con Andrea en
el cementerio, no estaba el horno para risas, y menos su padre, que a la pena
natural unía ahora la indignación de tener conocimiento de que su hija –la hija
de un triunfador- había sido novia de un simple mortal sin título universitario.
Lo que no sabía Don
Zacarías era que los estudios del guarda-espaldas habían sido elevados a rango
de carrera universitaria.
Capítulo
16. El Gobernador celestino
Don Zacarías decidió
denunciar al Gobernador por Celestino.
En Opinión de Don
Zacarías, entre las obligaciones de un Gobernador, con ser estas muchas a pesar
de las transferencias, no estaba la de servir de tapadera a los amores
profanos, clandestinos y plebeyos de ninguna ninfa de la ciudad y menos si la
tal ninfa era su propia hija.
El disparate de
denunciar a un Gobernador acusándole de Celestino, se le metió a Don Zacarías
entre ceja y ceja, en plena frente y en lo más profundo del coco, de igual
manera a como se nos puede meter una espinita en el dedo gordo, y de igual
manera, lo mismo que la susodicha espinita, cuando se empeña, no hay quien la
saque, pues así se había metido y cobijado la descabellada idea en la cabeza de
Don Zacarías.
Dicen que las
espinillas se sacan con procedimientos artesanales, siendo uno de ellos el que
se ayuda del aceite.
Pues bien, también a
Don Zacarías le iban a hacer un tratamiento artesanal.
Doña Andreina había
recibido una llamada de su párroco, que a la sazón era su Director Espiritual,
para que “por favor de los favores”, disuadiera a su marido –Doña Andreina no
era otra que la señora legítima de Don Zacarías, caballero propietario de
Almacenes Zacarías SL- pues lo dicho, Andreina recibió la petición de hacer
entrar en razón a su marido.
Y Andreina
desempolvó su salto de cama del viaje a Paris de hacía 9 años, destapó el
frasco de aceites orientales del viaje a Bangkok de hacía 16 años, y tras
embadurnarse su aún turgente escote, esperó a su marido con pintura de guerra,
en labios y ojos.
Andreina, a sus 53
años, aún estaba más buena de lo que ella misma hubiera querido para el poco
caso que le hacía su Zacarías.
Pero esa noche le
hizo caso, y gracias al aceite, gracias a Andreina y gracias a que “mueven
más dos tetas que dos carretas”, se le
pudo sacar a Don Zacarías la idea de la cabeza.
Mas, Don Zacarias
dio por bien sacada esa idea de la cabeza a cambio de todo lo demás que también
le sacaron; porque todo hay que decirlo, le sacaron hasta de quicio, del quicio
del orden.
Capítulo
17. La tía de Andrea.
Cuando una pareja
hace el amor, después de un desastre, podemos decir que ese desastre ha pasado
a mejor vida.
Aquella noche en la
que Doña Andreina embelesó a su marido para convencerle de que no denunciara al
Gobernador, hicieron, por decirlo suavemente, el amor, y aquella noche Andrea,
la bella Andrea, pasó de verdad a mejor vida, porque uno se muere cuando lo
dejan de recordar.
Aunque Andrea aún
iba a resucitar varias veces.
Su tía, recuerden
que en toda historia tiene que haber una tía, como muy bien dicen los
franceses: “cherchez la femme”, que traducido al castellano significa
“buscar a la tía”; pues bien, su tía,
con la que ella había pasado temporadas en su mansión de solterona madrileña,
se presentó en Mecahis, en casa de su hermano, que no era otro que Don
Zacarías.
-“Mira”, y le
extendió un libro.
-“¿Qué significa
esto?”.
-“Ese libro estaba
guardado en su almohada: abierto por la página 13”.
-“¿Y tú crees que
ese número le trajo mala suerte, y por eso se nos murió de un golpe seco
mientras se duchaba?”.
-“Zacarías, que
razón tenía nuestro padre cuando decía que eras tonto. Lee el título y el
comentario de la página por la que lo tenía abierto”.
-“Zamoramientos y el
Caballito de Mar. ¿Pero es que en Zamora hay mar?”
-“Mira hermano,
Zamoramientos es un libro que sólo se vende en Zamora. Y el Caballito de Mar,
es como demasiado, ¿no?”.
-“Como me llamo
Jacinto llevo la pistola al cinto, si me llamara Paco la llevaría en el sobaco”
(bis)
Esto era lo que una
y otra vez repetía Jacinto mientras daba vueltas en torno a la tumba de Andrea.
Porque señores,
Jacinto el guarda espaldas, el amor secreto de Andrea, había perdido la cabeza
por ella, había enloquecido.
Capítulo
18. Persona interpuesta.
“….y como el hombre, en el lugar del bien, obtenía
placer por agitación, fue condenado a vivir en constante agitación:
compitiendo-jugando-luchando; y como la mujer, en aquella tierra de dicha,
obtenía placer por frotamiento, fue condenada a vivir frotando: frotando al
fregar-frotando al barrer- frotando al lavar”.
Todo esto exponía el
conferenciante ante unas ganas tremendas de llorar por parte del Señor Obispo,
y unos ojos de plato del Gobernador, al recibir la noticia de que Jacinto, su
fiel guarda espaldas, jugaba al corro con una imaginaria Andrea en torno a la
sepultura de ésta, mientras seguía susurrando:
“Me llamo Jacinto y
llevo la pistola al cinto, si me llamara Paco la llevaría en el sobaco”.
Lamentable situación
en sí, y difícil de resolver porque nadie se atrevía a acercarse a él dado que,
en efecto, iba armado.
Consultados los
mejores psicólogos, sociólogos y urólogos de la ciudad, todos estuvieron de
acuerdo, cobrarían 50.000 pts. de dietas (300 euros) por cada reunión sobre el
caso, y 100.000 más (600 €) si acertaban en la solución; sistema de cobro,
copiado de los futbolistas de fútbol.
Tuvieron un debate y
su veredicto fue unánime:
“Hay que convencerle
mediante una persona interpuesta”.
El Gobernador puso
ojos de plato, pero como ustedes ya habrán notado, era su manera de mostrar
desconcierto, es decir, de mostrar que no sabía de qué le hablaban.
-“Hace falta un
persona interpuesta, que se asemeje lo más posible a Andrea, y le haga ponerse
a tiro de nuestros franco-practicantes, que le inyectarán un sedante”.
El Gobernador
recordó que tenía que comprar sedal para ir de pesca y preguntó:
-“Pero, creen
ustedes que puede existir alguien como Andrea?”.
Capítulo
19. El concurso.
Buscar a una hembra
como Andrea, si siempre fue imposible, lo era mucho más en estos días en que
todas las damas fuera de lo común, se han ido a la boda de Sarah Férguson, cosa
que además de ser el acontecimiento del
año, por celebrarse en Londres permite abortar sobre la marcha, si eso fuera o
fuese preciso.
Porque Andrea tenía
una cara como para caerse, y un cuerpo como para levantarse.
Integrada por partes
diríamos de ella que tenía:
Cara muy cara,
cuello de diez mil besos, hombros de asombros, senos de Abraham, espalda de una
pieza, cintura de cinturón, vientre de vértigo, caderas de calderas, y muslos,
rodillas, piernas, tobillos y pies, de Andrea.
A pesar de lo difícil
de la empresa, teniendo en cuenta lo importante que era para el país que el
guarda-espaldas Jacinto “no dijera todo lo que sabía” antes de ser controlado,
se decidió poner un anuncio en TVE, que se
emitiera en el descanso de la mencionada boda del Príncipe Andrés, más
conocido por el peñones, y ello no porque sea un superdotado, sino en clara
referencia al Peñón de Gibraltar, Hong Kong y otras Malvinas.
Pues bien, en el
descanso de dicha boda, aparecerá en TVE un anuncio en que sobre una fotografía
de Andrea en bikini, una voz en off dirá:
-“Se busca a una
chica parecida a ésta, por el interés de todos. Si crees que te pareces a ella
recuerda que la Patria te llama. Ven a Mecachis, o a la comisaría de policía
más cercana, y di que es para participar en el concurso: Sin tu concurso
nuestra civilización no seguiría su curso”.
Aunque Andrea era
única, se presentaron 17.802 aspirantes a Andrea.
¿A qué aspiras tú?.
Capítulo
20. Un burdo machista.
De las 17.802
aspirantes a ser la doble de Andrea, hubo que descartar 16.954 que no podían
ser sus dobles porque no valían ni la mitad, cantidad que como todos sabemos es
la cuarta parte del doble.
Quedaron pues 848
caballeras aspirantes.
Como eran
demasiadas, decidieron descartar a las que no tuvieran el carnet de paradas, ni
el carnet del partido.
Por este
procedimiento se consiguió eliminar a 7, ya que en estos lares el que no está
en paro es porque no quiere, y el que no tiene carnet del partido es que es
bobo, porque si vamos por el único camino y además éste es el buen camino ¿Por
qué no sacar el carnet?.
Quedaban aún 841
chicas de las de aúpa, porque no olvidemos que se parecían a Andrea, y Andrea
en vida era capaz de resucitar a un muerto.
Se le encargó a
Honorato, el forense, una micro-selección, basándose en que conoció bastante a
Andrea en vida, en que se hartó de ver su cuerpo en el depósito, y en que
conservaba fotos de ésta que se habían obtenido para la investigación
posterior.
Cuando Honorato supo
que tendría que ver pasar ante sus narices a las 841 candidatas desnudas,
consideró que ese era un trabajo que no se lo deseaba ni a su peor enemigo;
porque aunque Don Honorato podía ser considerado un viejo verde, es decir tenía
CANAS de ligar, que eso es un viejo verde: el que tiene CANAS de ligar.
Bueno pues aunque
tenía CANAS de ligar, se decía: ¿Qué encanto puede tener ver, aunque sea
entregada, a la misma mujer 841 veces? Eso es peor que estar casado, porque
siempre ves a la misma, como en el matrimonio, pero encima no la puedes tocar.
Don Honorato, ya lo
han notado todos, era un burdo machista.
Capítulo
21. Necrofilia.
Estaba el Doctor
Honorato afanado en su tarea de encontrar a nuestra Andrea-bis, cuando Luis
Felipe, ejerciendo de agente de la CÍA, informó de lo que estaba pasando en
aquel bello rincón de la OTAN.
Desde allí se le
pidieron detalles sobre el tema.
Y los detalles eran
estos:
1.- Jacinto, entre
bobada de que llevaba la pistola al cinto porque se llamaba Jacinto, y bobada
de que si se llamara Paco la llevaría en el sobaco, iba soltando pequeños
trozos de grandes secretos de Estado.
2.- Por ejemplo, en
una ocasión dijo “LA”, que como ustedes saben es un artículo que puede
completar informaciones de alto nivel, en cuanto se le acompañe de las palabras
que correspondan.
3.- Por otro lado, el
forense, si por una parte ponía los 5 sentidos en determinar cuál de los 841
participantes en el concurso-oposición a cubrir la plaza dejada por Andrea en
el corazón de Jacinto, por otra desarrollaba esta tarea con una lentitud
preocupante.
4.-Baste decir que
dedicaba una media de 37 minutos por concursante, lo que supondría más de 518
horas para verlas a todas, o sea 21 días completos.
5.- Jacinto ya
llevaba 3 noches y 3 días-de-día, girando en torno a la tumba de Andrea.
6.- Varios cientos
de periodistas deportivos habían llegado hasta de Portugal, pues creían que se
buscaba batir un nuevo record mundial de necrofilia.
Transmitido todo
esto por Luis Felipe a EEUU, y pasada toda la historia al despacho oval de la
Casa Blanca, Ronald Reagan determinó:
-“Ahora no puedo
mandar nuestro ejército a defender la Civilización Occidental porque está en
Bolivia luchando contra la droga, pero no podemos dejar solos a los amigos
mecachinos. ¡Que vaya Bo Derek!
A todo esto,
enterada Sarah Férguson de que la Reina Madre ha nombrado- como regalo especial
de boda- al príncipe Carlos, Señor de
York, ha exclamado al despertar por la mañana tras una noche de miel que para
que les vamos a contar.
Bueno pues ha
exclamado:
-“¡Me gustan los
jamones de York!”
Esto sí que es una
tía serrana, decimos nosotros.
Capítulo
22. Medalla al mérito descomunal.
La llegada de Bo
Derek a Mecachis, fue un acontecimiento sin parangón y sin pelargón, en la
ciudad.
Fue un
acontecimiento sin parangón porque jamás se había dado otro igual con tanto postín.
Y fue un
acontecimiento sin pelargón porque todos los varones de la villa, tras
manifestar que se sentían como niños ante una “mujer 10”, como Bo Derek,
empezaron a tomar pelargón como posesos a ver si crecían y eran dignos de ella.
Ustedes conocen a Bo
Derek, y por eso no les vamos a dar aquí sus medidas, aparte de que puede haber
niños pequeños escuchando y no queremos enturbiar su inocencia, pero baste
decirles, para darles una idea de por dónde iban los tiros, que se originó una
gran discusión en lo referente al protocolo.
El Alcalde decía que
él tenía prioridad, puesto que era la ciudad de Mecachis la que recibía a la
Estrella de Hollywood.
El Presidente de la
Diputación argumentaba que ni hablar, que era él el que tenía tal honor, puesto
que Bo Derek venía para resolver un problema de Estado que radicaba en la
provincia.
Mientras que el
Gobernador preguntó y respondió, de seguido:
“¿De quién dependen
las fuerzas armadas? De mí. ¿A que ha venido Bo Derek? A salvar a Occidente. ¿Y
no es un ángel Bo Derek? Pues siendo como es la criatura un Ángel de la Guarda,
y siendo éste el patrón de las fuerzas seguridad, y estando estas a disposición
mía, ¿No es lo lógico que sea yo su anfitrión?”
Y decimos nosotros:
¿Quién tendrá el honor de imponerle y ponerle a Bo Derek, la Medalla al Mérito
Descomunal con Distintivo Verde?.
Capítulo
23. La cuerda del cuerdo.
La Tierra está
girando continuamente pero nada se inmuta; posiblemente porque, aunque gira
insistentemente, lo hace sobre el mismo eje.
Y una vez más, el
barro y el lodo de la Tierra, subió de
nivel en una pleamierda, es decir en una pleamar de excrementos, que
inundó a todos.
Bastó que Bo Derek,
tras ajustarse un vestido de seda blanco y traslúcido, o sea, de esos que hacen
perder la lucidez a los que van detrás; avanzara hacia Jacinto, para que éste
se parara petrificado –ni un paso más, ni una bobada más, ni un gesto más, y
bastó que la proximidad de la diosa del celuloide permitiera apreciar que aquel
traicionero modelo era lo único que portaba, para que un hombre que había
enloquecido ante la muerte de la mujer que amaba, recobrara la razón, recobrara
el sexo y recobrara el egoísmo de la especie.
Andrea había sido
desplazada del corazón de Jacinto por otra mujer, y el que esta fuera Bo Derek
no destroza la conocida evidencia de que los hombres son egoístas, triviales y
mezquinos, mientras que las mujeres son todo lo contrario, de lo que ellas
querrían ser.
Además de esta
evidencia de carácter filosófico, otra cuestión palpable en este asunto, es que
los productos americanos tienen mejor acabado que los nacionales.
Alojados en el
Parador Nacional, Bo Derek y Jacinto, en la misma habitación donde se había
hospedado el Presidente del Gobierno de África del Sur hacía 19 años, la bella
Bo, en un impecable inglés, recordó al superintendente que la había acompañado,
que en el contrato, en la letra pequeña, se aclaraba que no practicaría el
coito.
La sonrisa con la
que respondió el superintendente al cerrar la puerta y dejarla dentro de la
habitación con Jacinto, no se puede comparar con la sonrisa de Jacinto al ver,
a aquella escultura en carne, hacer el gesto típico para sacarse el ajustado
atuendo por la cabeza.
Jacinto sonreía como
un loco, pero ahora su locura era la locura del cuerdo, que es la que no
necesita cuerda.
Jacinto ya no estaba
de atar, pero Bo Derek, en impecable inglés, pensó:
-“A ver quien sujeta
a éste”.
Capítulo
24. Protocolo y sexo oral.
Si la Tierra sólo
girara sobre su eje posiblemente las cosas, las ideas y las personas, nunca cambiarían;
pero la Tierra también gira alrededor del Sol, y éste, vete tú a saber lo que
hace desde que se pone hasta que se levanta; así que en definitiva, no sólo es
que todo cambia sino que incluso se puede aseverar, o sea decir con cara
severa, que nada está quieto.
Por eso, cuando
Jacinto, el guarda espaldas, alargó su mano hacia el espectacular cuerpo en
pecado mortal que le ofrecía Bo Derek, recibió un golpe de kárate por detrás,
que le recordó sus años de preparación al puesto que ahora desempeñaba.
Y no era para menos,
y aquí está la guasa del destino, Bo Derek también tenía guardaespaldas.
Al tanto, el
Gobernador, el Alcalde y el Presidente de la Diputación, habían llegado a un
acuerdo:
Uno impondría la
Medalla al Merito Descomunal con Distintivo Verde; otro pondría la Banda
Cruzada al Bies de Juana la Loca, y el tercero el Fajín Arco Iris al Oleaje de
Caderas con distintivo Ostensible.
Tan contentos los
tres, fueron a explicarle el acuerdo-arreglo al jefe de Protocolo; el cual,
tras escucharles atentamente, les contestó acompañando sus suaves palabras de
una sonrisa oriental:
-“Bo Derek no podrá
aceptar la Banda porque no usa cruzado mágico, ni nada que se le parezca.
No podrá aceptar el
fajín porque no usa faja, cuando menos fajín.
Y la medalla, que en
principio no debía suponer mayor problema, le asusta desde que en Inglaterra un
flemático Lord inglés, le puso una con tanto ímpetu que le produjo una gotera
de mama que le tardó en curar 40 días y 40 noches.
Al despertar del
golpe, Jacinto, atractivo como una pantera y listo como un águila, comprendió
su destino, y propuso:
_”Déjame al menos
verte como tu mamá te trajo al mundo para que
se lo pueda contar a mis amigos”.
-“De acuerdo, pero
mientras me miras no me hables- dijo Bo Derek- porque como sabes en mi país
está prohibido el sexo oral”.
Capítulo
25. No te fíes del forense.
-“No te preocupes
chorva, hablaremos por señas”;
Dijo Joaquín con esa
gracia española que no se puede aguantar.
Pero a la primera
“seña” que quiso hacer, recibió otro guantazo del guardaespaldas de Bo Derek,
más conocida por “la Reagan” ya que no hace más que instalar misiles.
-“A todo esto habría
que ponerle un nombre, pero no se lo ponemos porque no lo tiene. Hay cosas que
no tienen nombre”
Se dijo así mismo el
Inspector Martínez, mientras repasaba los acontecimientos que se habían
producido en Mecachis desde que la atractiva Andrea, en un uso desmedido de su
voluptuosidad, había pisado -vaya usted a saber con qué inconfesables
intenciones- seguía pensando Martínez- una pastilla de jabón mientras se
duchaba.
Y Martínez meditaba
sobre:
La asombrosa
metamorfosis del forense, que pasó de ser un hombre tímido y pulcro a un
concienzudo seleccionador de Andreas bis.
La estúpida idea de
Luis Felipe, de usar su condición de agente de la CÍA para hacer venir nada
menos que a Bo Derek a resolver el caso, cuando él, el gran Martínez se valía y
sobraba para desentrañar la trama y desenredar la madeja.
La descortés
conducta de su supremo superior, ordenándole que se pusiera a las órdenes
directas de Reagan.
La infantil actitud
de las máximas autoridades de Mecachis, que habían decidido meter mano al
asunto, a través del escultural, pero foráneo, cuerpo de la bella Bo Derek.
La comprensible pero
infame línea de los padres de Andrea, que se quejaban de que tal y como iban
las cosas nadie se iba a acordar de que su difunta hija era un encanto, y que
si sufrió un fatal accidente fue por no hacer caso de los anuncios de la tele,
que nos recomiendan:
“Si no quieren que
sus cuerpos queden GELADOS por un patinazo en la ducha, usen GEL”.
La inmunda senda
seguida por Jacinto, que pasaba de estar loco de atar por una, a quererse atar
como un loco a otra.
Pero él, Martínez,
iba a llegar al fondo del asunto, y eso antes de que acabara el verano, que después
da mucha pereza bucear.
Capítulo
26. El clan de los relojeros.
“DETENIDA LA BANDA
DE LOS RELOJEROS.
Madrid 29. Tras
arduas gestiones y amplias pesquisas, la policía ha conseguido detener a todos
los integrantes de la banda de los relojeros.
La banda de los
relojeros en realidad no era conocida así hasta su detención, y su nombre, “de
los relojeros”, les viene del método que utilizaban para hacer sus timos.
Como ustedes saben,
es práctica frecuente que desde
la aparición de los coches-bomba en las acciones terroristas, las fuerzas de
seguridad, cuando ven un coche sospechoso, o bien porque lleva mucho tiempo
aparcado en el mismo sitio o porque presenta cualquier otra circunstancia
extraña, suelen explosionarlo con el fin de inutilizar su posible mecanismo de
bomba retardada.
Pues bien,
últimamente el número de coches sospechosos había aumentado excesivamente,
según cálculos de la propia policía.
Ello, si se tiene en
cuenta que cada coche explosionado ha de ser restituido mediante la pertinente
indemnización a su propietario, en caso de tratarse de una falsa alarma, unido
a que las últimas indemnizaciones se habían convertido en verdaderas batallas
legales para su valoración, hizo sospechar algo.
Y en efecto, hoy se
ha podido detener a los integrantes de esta banda: un abogado, un mecánico; dos
individuos dedicados a la compraventa de coches y un chatarrero.
El procedimiento
que seguían era el siguiente:
Compraban vehículos
en situación de desguace, los acondicionaban para darles una apariencia de más
valor, falsificaban la documentación y la numeración de los motores, y….. los
aparcaban cerca de algún lugar oficial, habiendo previamente dejado en su
interior un reloj despertador de cocina –de ahí el nombre de Banda de los
Relojeros- cuyo fuerte tic tac se oyera en el exterior.
Más pronto o más
tarde, el coche era considerado sospechoso y en consecuencia explosionado.
El propietario
reclamaba la indemnización y de esta forma obtenían 800 o 900 mil pesetas (unos
6.000 €) limpias por vehículo”.
Al acabar de leer la
noticia, la detective Sánchez se secó el sudor de la frente, el tren estaba
entrando en Zamora.
Capítulo
27. La encerrona.
La detective Sánchez
había sido contratada por la tía de Andrea.
Para la tía de
Andrea, el que Andrea tuviese bajo su almohada el libro “Zamoramientos”, libro
que sólo se vendía en Zamora, tenía que significar algo.
¿Qué se le había
perdido a Andrea en Zamora? ¿Por qué se había trasladado a una ciudad con la
que no les unía nada?.
Total, que por su
cuenta y riesgo, visitó a la que le dijeron era el mejor sabueso en
investigación privada de España. ¡La detective Sánchez!
La detective Sánchez
era licenciada en Derecho, Filosofía e Historia, procedía de una familia muy
acomodada, y si había llegado a detective no fue porque no encontrara otro
trabajo mejor.
Su curriculum vitae
era como para que quien lo oiga, el sombrero se quite.
Al ser un portento
en los estudios, y tras acabar la carrera de Derecho con sobresaliente cum
laude, decidió opositar a notarías.
Todos los ejercicios
le salieron mejor que a Nadia Comanecci las paralelas, hasta que tuvo que leer
el último.
Como era pleno
verano, de un verano parecido al de 1986, fue a esa prueba, en la que tenía que
leer ante el tribunal el examen escrito que ya había hecho y clavado como
siempre, con un atuendo elegante, pero lleno de frescor y tirantes.
No se sabe bien qué
espíritu maligno revoloteó por la sala, o si la señorita opositora Sánchez se
sentó mal sin querer; el caso es que
como impulsados por una única idea, todos los miembros del egregio tribunal, se
abalanzaron sobre ella y la violaron allí mismo, ¡en plenas oposiciones a
notarías!.
Fue precisamente por
este suceso, por otra parte silenciado, por lo que desde entonces, a la prueba
en que los opositores deben leer ante el tribunal el examen que han hecho, se
le llama la encerrona.
Capítulo
28. La calle de la Amargura
La detective Sánchez
utilizaba un método muy peculiar para obtener sus informaciones; por ejemplo,
en el terreno de las preguntas, su táctica consistía en demandar información
sobre todo lo habido y por haber, de tal forma que como no seguía el camino de
hacer pocas preguntas para no levantar sospechas, si no que se manifestaba como
una curiosa insaciable, nadie imaginaba que estaba pura y simplemente indagando.
Por eso, mientras el
tren entraba en Zamora, preguntó al revisor:
-“Y por qué la
llaman la bien cercada?”.
-“Soy el revisor
señora y no un profesor de historia”.
La estación tenía su
encanto, a pesar de que no había “mozos” y tuvo que cargar con el equipaje.
Una vez en el taxi,
y tras fijarse en una pintada que decía: “Zamora necesita circunvalación y no
circuncisión”, preguntó al taxista:
-“¿Qué tal se ven
las municipales?”.
-“Muy bien, porque
sólo hay una y está estupenda”.
-“No, no me refiero
a las policías municipales femeninas, me refiero a las próximas elecciones a
Alcalde”.
-Ah! Pues no se,
igualadillas”.
-“Ah! ¿Puede que
haya empate?”.
-“No, no, lo de
igualadillas es porque parece que es igual una cosa que otra”.
-“Y el Hotel II
Infantas ¿a qué infantas se refiere? ¿A las meninas?”.
-“Señora, soy el
taxista y no un profesor de Historia”.
La cuesta de la
Estación, coronada por las Tres Cruces, le pareció un lógico camino del
calvario, aunque sorprendentemente esa no fuera, como le dijo el taxista, la
calle de la Amargura.
¡Qué curiosa Zamora!
Capítulo
29. Dos Infantas.
Cuando la detective
Sánchez entró en el Hotel II Infantas fue reconocida por el recepcionista, lo
mismo que ocurrió con la mayoría de las personas que se encontraban en la
cafetería Dolfos, que situada a dos pasos del Hotel, por estar en la calle
principal de la ciudad, solía ser punto de encuentro de prestigiosos políticos,
afamados intelectuales, prósperos industriales, elegantes empleadas y
empleados, y ejemplares familias con niños que no daban la lata y comen todo lo
que se les ofrece sin pedir caramelos.
Bien es verdad que
la detective Sánchez pudo haber elegido cualquier otro de los magníficos
establecimientos hoteleros que ofrece la bella ciudad de Zamora; que está allí,
vigilando desde un alto el caudaloso rio Duero para que no se seque.
Pero, la detective
Sánchez había desechado el Hotel Cuatro Naciones por no saber a qué naciones se
refería; había rechazado el Sayagués por sonarle a nombre de independentista
italiano del siglo XIX; había rehusado
el Parador por ser ella muy activa y nada parada, y había descartado el Hostal
Rey Don Sancho por recordarle el nombre a Sancho Panza y estar ella a régimen.
Así que tras esos
descartes se inclinó por el II Infantas, que además de céntrico le traía
reminiscencias de lesbianismo, por eso de las dos-infantas, y ella, claro, tras
su brutal violación, sentía una cierta simpatía por las manifestaciones
sexuales que prescindían del zafio, presuntuoso y violento comportamiento
sexual del común de los machos.
A la detective
Sánchez la reconocían algunas personas porque hacía dos o tres días, había sido
noticia y había estado en el programa “De jueves a jueves” de Mercedes Milá.
¡¡Milalá, milalá,
milalá, milaláaaa!
Capítulo
30. Mercedes Milá.
-“A ver, Amilcar,
cuéntanos como es que se te ocurrió escribir a Reagan”- dijo Mercedes Milá,
mientras cogía el antebrazo de la detective Sánchez en forma amistosa- Porque
amigos, Amilcar Sánchez ha escrito una carta abierta nada menos que a Ronald
Reagan presidente de EE.UU. de América y Rey del pólipo”.
-“Bueno, Mercedes,
en realidad no tiene ningún mérito”.
-“¿Qué no tiene
ningún mérito?, que no tiene ningún mérito? dirigir una carta abierta a Ronald
Reagan, que posiblemente sea, bueno seguro que lo es, el hombre más poderosos
de la Tierra, y llamarle “burro de noria”?”
-“Bueno, en realidad
le llamé “burro de noria sin acequia”.
-“A ver, cuenta,
cuenta, Amilcar”.
La detective Sánchez
se llamaba Amilcar porque su padre era un gran admirador de los cartagineses, ya que su madre, la abuela de Amilcar, había
nacido en Cartagena.
-“Mira Mercedes,
cuando vi que en EEUU iban a considerar delitos penados hasta con 20 años de
cárcel, el sexo oral y la sodomía, incluso entre matrimonios legalmente
constituidos, enseguida me di cuenta del peligro y de lo absurdo de tal medida,
y ello sin entrar en el carácter moral o ético o religioso de ese tipo de
relaciones.
Entonces escribí al
Presidente de EEUU advirtiéndole sobre el peligro que esa medida podía tener
para el consumo de drogas ¡aumentándolo!.
Me parece que por
querer arreglar un problema se iba a fomentar otro, o sea, que esa medida sería
como un burro de noria que sube agua por un lado y la devuelve al pozo por el
otro al no haber acequia”.
-“Y entonces, es
cuando le llamaste burro, pero explícalo; aunque espera, antes vamos con un
poco de publicidad”.
Capítulo
31. Chantaje doméstico.
-“Vamos
a ver Amilcar, cuéntanos lo que le escribiste a Ronald Reagan - dijo Mercedes
Milá, tras dar paso a la publicidad- que
sí, que es verdad que le escribió.”
-“Pues mira
Mercedes, si las relaciones sexuales de trapecio..”.
-“¿De trapecio
Amilcar, has dicho de trapecio? ¿Qué es eso de relaciones sexuales de
trapecio?”.
-“Es una forma de
hablar, Mercedes, con ello quiero significar gráficamente las relaciones
sexuales que se hacen en posturas extrañas, no normales, no tradicionales”.
-“Entiendo”.
-“Bueno pues, si las
relaciones sexuales de trapecio, ya
sabes, la sodomía y el sexo oral, se penan legalmente con 20 años de cárcel, mi
punto de vista es que para vestir un santo desnudamos otros, y así se lo
indicaba al Señor Reagan en la carta que le envié.
Porque mira
Mercedes, tú sabes que el problema de la droga, entre sus muchas caras
tenebrosas, tiene una que lo es especialmente.
Se trata de esos
jóvenes, que en su necesidad de dinero para conseguir su dosis de destrucción
diaria, acaban robando hasta a sus padres.
Pues bien Mercedes,
imagínate lo que la ley contra el sexo puede desencadenar.
Los jóvenes,
acuciados por su necesidad de dinero para la dosis, pueden acabar espiando a
sus padres e incluso fotografiarles o grabar en video, para luego hacerles
chantaje: “O me das tantos dólares o te denuncio que has sestado haciendo
sodomía con mamá”, puede decirle un mocoso a su progenitor; o una hija pedirle
a su madre 100 dólares, y al decirle ésta “¡no!”, contestarle: “Mamá ¿tú crees
que el juez sabe que te gusta la fellatio?”.
-“Ya –añadió la
Milá- y por qué te dirigiste al Presidente con una carta abierta y no
discretamente”.
-“Porque con una
carta abierta me ahorraba los sellos”.
Capítulo
32. Golpe morrocotudo
Cuando aquel 7 de
Agosto de 1986, a causa del calor, la detective Sánchez se despertó antes de
tiempo y conectó Antena 3 (ya saben la de “ante todo serenidad y ante na,
Antena 3”) bueno pues cuando conectó Antena 3, notó que se oía
maravillosamente, entre otras razones porque su habitación en el II Infantas,
estaba pegada al edificio en el que se encontraba la emisora.
También notó que la
voz de la locutora era muy agradable, y se la imaginó guapa y cautivadora;
después quedó prendada por el disco e imaginó un pincha digno de un nirvana;
luego, al oír anunciar lo del TUNANTE, prestó atención, pues no estaba muy
segura de lo que había oído: ¿qué era eso de las tunancamonadas?.
Eran las 8 y
cuarenta, y ella seguía en la cama siguiendo la emisión, cuando en esto oyó una
voz masculina anunciar la micro- novela:
-“Hola amigos
radio-orejas, hoy en nuestra micro-novela-macro, vamos a llegar al capítulo 32.
Recuerden cómo
estaban las cosas: tras la muerte de Andrea por golpe seco en la ducha, y las
múltiples conexiones y desconexiones que originó tal óbito, la detective
Sánchez había llegado a Zamora y aquí estamos.
Hoy en la
micro-novela-macro el capítulo 32.
Cuando aquel 7 de Agosto
de 1986, a causa del calor, la detective Sánchez se despertó antes tiempo y
conectó Antena 3 (ya saben la de “ante todo serenidad y ante na, Antena 3”)
bueno pues cuando conectó Antena 3, notó que se oía maravillosamente, entre
otras razones porque su habitación en el II Infantas, estaba pegada al edificio
en el que se encontraba la emisora.
Tremendo GOLPE::::.
Capítulo
33. La dedicatoria
Cuando Carmen,
Consuelo, Fernando, una rubia que había por allí y el Tunante, oyeron aquel
golpe, se miraron con ojos de miedo.
Inmediatamente
Carmen - jefa de Agosto- dio la orden para que el programa “Viva la Gente” de
Antena 3, continuara como si nada hubiera pasado.
Y lo hicieron todos
con tal naturalidad que la multitud de radiorejas de la emisora de las 3 antenas,
pudieron seguir sus tareas cotidianas sin el sobresalto que se vivía en el
Hotel II Infantas.
En efecto, en éste,
el golpe seco había alertado a los encargados, y las carreras se sucedían de un
lado a otro:
-“Ha sido en la
407”.
-“Traer la llave
maestra”
-“Ha sido un golpe,
como si un cuerpo golpeara el suelo”.
Por fin cuando se
dispusieron todos los trámites: gerente, recepcionista y botones ante la puerta
de la habitación, para servirse de testigos unos a otros, hicieron los tres
avisos de rigor, como en los toros, como en las amonestaciones de las bodas y
como los cánticos del gallo evangélico.
Ante la respuesta
del silencio, abrieron:
El espectáculo era
concluyente: la detective Sánchez había muerto de un golpe seco en la nuca.
Se llamó a la
policía, se llamó al juez y se llamó al forense.
En ese intervalo de
tiempo, el que transcurría entre la llegada de la policía y el juez, alguien
con autoridad tomó el libro que abierto reposaba en la mesilla de noche:
“Zamoramientos”.
Y al ojearlo topó
con una dedicatoria: “ A una chica que está - no se leía bien, pero él dedujo-
jamón. El autor”.
El hombre, con el
libro entre-abierto, miró al cuarto de baño, y al ver el cuerpo maltrecho de la
detective Sánchez, musitó:
-“No creo que fuera
pa tanto, a no ser que el autor sea miope”.
Capítulo
34. Resurrección.
La tarde del domingo
volvió a confirmar que las mejores aliadas de los cardiólogos son las zamoranas
y sus amigas las visitantas.
Pero mientras la
ciudad bullía, mejor o peor cercada, en la soledad del depósito de cadáveres y
completamente solo, esperaba el cuerpo inerme de la detective Sánchez.
Hasta que llegó el
lunes 11 de Agosto de 1986, fecha que pasaría a engrosar las páginas de glorias
y sorpresas de la Perla del Duero.
Apenas había
comenzado la jornada laboral y ya estaba el cuerpo de la detective en la mesa
de hacer picadillo del forense.
Cuando llegó éste,
preguntó la razón por la cual aquella mujer estaba allí.
-“Por lo visto murió
de un golpe seco mientras se duchaba”.
-“Difícil es eso,
pardiez”, dijo el forense haciendo un mal chiste, al tiempo que, tomando un
escalpelo, se dispuso a iniciar su tarea.
Y fue como contar
hasta diez y entonces …¡se produjo el milagro!, la detective Sánchez, dando un
grito, ¡¡resucitó!!
Los colaboradores
del Dr. Forense salieron despavoridos, y en menos que canta un gallo, y en
menos que mea un niño, en toda la diócesis no se oía otra cosa que en el
Hospital “Virgen de la Concha” se había producido un milagro.
Enseguida el Insalud
sacó una nota informando de que el Hospital “Virgen de la Concha” está bajo su
jurisdicción, es decir bajo la de la Junta, y no como el Hospital a secas, que
depende de la Diputación, y el que tenga oídos para oír que oiga.
El capellán del
Hospital bajó a comprobar con sus propios ojos lo que otros le anunciaban, y
castañeándole las rodillas, entró en la sala de desguace.
-“Dios mío, un cura
y yo desnuda”.
Capítulo
35. El milagro.
El revuelo en la
bien cercada era enorme.
En el Gobierno
Civil, con la ausencia del Gobernador, los pasos eran de tortuga para no meter
la pata.
En el Obispado había
de todo, desde voces que alababan todo lo alabable, hasta los más prudentes que
pedían calma, verificaciones y comprobaciones; mientras que el “teléfono rosa”
-hilo directo con el Vaticano- era descolgado con nerviosismo.
Al tiempo, los
partidos políticos mayoritarios convocaban a sus ejecutivas para tomar postura
ante el tema: “Zamora había sido tocada de la mano del milagro”.
Sin embargo, en la
Residencia Sanitaria el nerviosismo era motivado por un coktail de causas cada
vez más extrañas:
Al capellán lo
acababan de ingresar en la UVI a causa de una insuficiencia cardiaca, pues
cuando entró en la sala de autopsias para ver la resurrección, vio, en pie
sobre la mesa, a una mujer desnuda con una herida en el costado.
El forense lloraba
desconsolado en un rincón, víctima de un ataque de nervios.
La Directora
convocaba con urgencia al Consejo de Batas Blancas.
El personal
cuchicheaba en pasillos, quirófanos y ascensores.
Y en la sala de
disecciones, la Detective Sánchez, llena de vida, gritaba pidiendo calma,
pidiendo ayuda y pidiendo algo con lo que cubrirse.
-“Pero qué milagro
ni que gato muerto ¿¡no ven que estoy herida!?. Denme algo para taparme, ya que
no me curan denme algo para taparme. ¿Están todos locos? Pero ¿qué ciudad es
esta que empiezo a oír mi propia vida por la radio, que me veo ante un loco que
me ha desnudado y me clava un bisturí, y donde todo el mundo grita
milagro-milagro?”.
Y soltó cuatro tacos
que a las gentes les hizo pensar que aquello
era un milagro muy raro.
Capítulo
36. Regocijo periodístico.
Los periodistas de
la ciudad, desesperados porque no había noticias que llevarse a la boca,
celebraron el milagro como si fuera un milagro; así que, reunidos todos en la
Bodega de El Motín de la Trucha, alzaron sus copas de tinto de Toro por la
alegría doble de tener algo gordo entre manos y además algo tan bonito como una
resurrección; hartos ya de muertos, de violencias o de malas miradas de los
políticos de turno.
Los chicos y chicas
de Radio Popular reservaron enseguida una habitación en el Parador para Luis
del Olmo, que vendría a hacerle una entrevista a la segunda Lázaro de la
Historia de la Humanidad.
Los que son de la
SER, organizaron para el día 15 de Agosto un “Pido la Palabra sobre “¿Cree
Usted en los Milagros?”´
Para los
profesionales de “El Correo de Zamora”, la preparación del reportaje a 3
páginas, portada incluida, sobre “Los milagros en Zamora y Zamora en los
milagros”, se convirtió en una ardua tarea.
Mientras los de “El
Norte de Castilla” trataban de averiguar por qué la ex -difunta había elegido
un sitio tan feo para resucitar como un mortuorio, aunque claro, si no se
resucita ahí dónde resucitar, se decían.
En Antena 3 no
habría consuelo si después de haber oído en directo el golpe de muerte de la
resucitada, no conseguían narrar la historia en primicia y de cabo a rabo.
Así que se informó a
Madrid, ante la magnitud del acontecimiento que se les venía encima, y Augusto
Ussía escribió esta colaboración:
“Era la bien cercada
Zamora la milagrosa,
Cercada la bien
cercada
Al cielo comunicaba,
Y por esa salida
airosa,
Salida hacia el
cielo claro
Salió la resucitada
Que pa eso en
Sanabria hay Lago”.
Capítulo
37. El poder notarial.
El milagro había
sido así:
Cuando la detective
Sánchez, en su habitación del Hotel II Infantas, conectó con Antena 3, y oyó,
por boca del Tunante, que le estaba pasando lo que le estaba pasando, corrió a
la ducha para ver si el agua fría le despejaba la que parecía ser una burlona
pesadilla.
Al entrar en la
bañera precipitadamente, pisó el jabón y cayó con una pesadez toneladesca.
Perdió el sentido y
quedó en estado CATATÓNICO, suponiendo que así se denomine un conjunto de
síntomas que presentan, a quien los sufre, como si estuviera muerto o sin vida.
La detective Sánchez
descubrió esta peculiaridad suya cuando fue violada, en sus oposiciones
notarías, por el tribunal.
((Ya de todos es
sabida la especial disposición de dichos profesionales para las prácticas del
amor, hasta el punto de que como su nombre indica, sus atributos son
notorios)).
El primer forense
que vio a la detective Sánchez en la bañera, simplemente certificó su óbito,
como no podía hacer de otra forma, ya que la occisa en efecto presentaba
síntomas de occisa
Cuando el lunes 11
de Agosto el nuevo forense clavó su bisturí en el cuerpo de Amilcar, ésta dio
un grito de pavor, pues ante un corte tan certero no hay constantes vitales que
no se conviertan en variables mortales.
Sin embargo, no sólo
en la ciudad si no en todo el mundo, la noticia de la resurrección era
prácticamente imparable, porque además nadie localizaba a la familia de la
Sánchez, con lo que el tam tam popular había echado a rodar la idea de que una
misteriosa dama llegó a Zamora en una línea de tren que ya no existía y había resucitado
en un Hospital de la Seguridad Social porque Dios quería recordarnos que para
Él, todo es posible.
Capítulo
38. El piragüismo.
Amilcar Sánchez,
detectiva profesional, fue sometida a una cura de sueño durante los días 15-16
y 17 de Agosto, por prescripción facultativa, ya que se temía por el, ya de por
sí, difícil equilibrio mental de la susodicha, en cuanto miembro vulgar de la
asociación universal de mortales.
Sólo esta cura de
sueño, unida a las regatas internacionales de piragüismo, pudieron traer la
tranquilidad a la tranquila ciudad de Zamora.
El piragüismo no es,
como podría creerse, una reunión de pirados, si no un deporte consistente en
montarse en unas embarcaciones, llamadas piraguas, porque son embarcaciones que
están como chotas, o sea, que están piradas, ya que por su forma no se sabe
cuál es su parte de adelante y su parte de atrás, o si se prefiere, utilizando
el lenguaje científico, no se sabe cuál es su proa y su popa.
El remero, llamado
así porque maneja los remos, y sin nada que ver con las rameras (que son las
que manejan las ramas y no los remos); bueno pues el remero, montado en la
piragua, tiene la obligación de remar a toda vela –si bien debe constar que las
piraguas no son barcos de vela- para que su piragua llegue la primera a la
meta, y poder obtener así el título de campeón.
Para distinguir la
proa de la popa, los técnicos del piragüismo suelen echar a cara o cruz cuál es
una u otra, y en la parte que le toca la popa ponen un artilugio que llaman
timón, y que permite que el piragüismo no obtenga su nombre del genérico PIRAO.
También hay piraguas
sin timón, las cuales no tienen tampoco problemas porque, al fin y al cabo,
¿para qué se quiere saber dónde está la proa y la popa si al no ser
embarcaciones de vela, nunca van a necesitar que las cosas vayan viento en
popa.
Capítulo
39. Editorial NO ME DEJES NUNCA.
Cuando la detective
Sánchez volvió al hotel tras la cura de sueño, estaba bastante espabilada.
No sabía qué clase
de antenas tenía Antena 3 para poder ir narrando los acontecimientos casi antes
de que ocurrieran, pero le daba lo mismo.
¡Como todos los
resucitados se había vuelto escéptica!
Para ella, la clave
estaba en la dedicatoria de aquel libro:
“A una chica que
está jabón o a una chica que está jamón”.
Esa era la cuestión
¿ponía jamón o jabón?.
Porque si ponía
jabón, tal vez a partir de ahí surgiera la explicación de por qué Andrea, en
vez de usar gel para la ducha, había usado jabón.
Había que localizar
al autor de la dedicatoria; había que localizar al autor de “Zamoramientos”.
Buscó en la guía el
teléfono de la editorial “No me dejes nunca”, ya que ésta era la que había
lanzado el libro.
Los timbrazos de su
llamada fueron interrumpidos por la frase:
“Vivir en Zamora y
no haber leído Zamoramientos, es como vivir en Zaragoza y no haber leído
Zaragozamientos. Le habla el contestador automático del autor de Zamoramientos.
Al oír la tercera señal deje su mensaje. El tiempo del que dispondrá es “toda
su vida”, porque el citado autor se ha ido de vacaciones a las Bahamas, que
como su nombre indica es dónde “se va a más”.
La detective Sánchez
cortó estupefacta, no le cabía la menor duda, en Zamora se estaban quedando con
ella.
Pero el carácter de
Amilcar Sánchez no se amilanaba ante nada, y al recordar esto, “que no se
amilanaba ante nada”, recordó lo otro, el eslogan de su emisora favorita: “Ante
todo serenidad, y ante ná, Antena 3”.
Capítulo
40. Los rayos X.
La detective Sánchez
no solo tenía nombre de cartaginés, sino que de dicho nombre parecía haber
absorbido la fuerza del indómito y valiente pueblo mediterráneo; así que, a
pesar del cansancio, a pesar de que podían reconocerla por la calle como “la
resucitada”, a pesar de que era más difícil encontrar a Andrea que buscar una
virgen en un lupanar, se puso manos la tarea.
Bajó a desayunar a
Dolfos, y , como quien no quiere la cosa, entre churro y churro, mostró al
camarero una foto de Andrea, y la acompañó suavemente de una frase:
-“Le suena?”.
La cara del camarero era la expresión de un hombre al que no sólo le sonaba aquella
imagen de la foto, era la imagen de alguien al que le sonaba ¡¡todo un
campanario en la cabeza!!.
¡Cómo olvidar a
Andrea!
Era en Semana Santa
cuando había visto bajar a aquella diosa de la divinidad por las explícitas
escaleras de la acogedora cafetería.
El sol de la tarde
hacía bajar su luz por el hueco de aquella escalera, y al comenzar a descender
por ella, los rayos de esa luz se convirtieron en rayos X, y permitieron que el
espléndido tipo de Andrea quedara perfectamente dibujado bajo la transparencia
traslúcida de su ligero vestido.
Todo esto se había
quedado “impresionado”, como recogido en telefilm, en la mente del camarero, y
ahora se lo contaba, amigablemente a
Amilcar, entre ojos de asombro, churros del día y “chuchurros” de asentimiento.
Así, la detective
Sánchez pudo encontrar en Zamora la pista de Andrea, y aún más, le dijeron
quien fue el principal acompañante de la guapa extranjera: Benito La Solana.
Capítulo
41. Un demonio seductor.
Cuando Andrea sintió
el pellizco en la nalga se volvió como una fiera, dispuesta a soltar un
mamporro con la mano y un “grosero” por la boca; pero se encontró ante ella con
uno de estos hombres que además de guapo, era cautivador, que los hay; y que
además de cautivador era enternecedor, que los hay; y que además de
enternecedor tenía buen tipo, que los hay; y que además de tener buen tipo
tenía mucha labia, que los hay; y por eso, cuando aquel hombre con pantalones,
sonriendo de Este a Oeste, le dijo con candor:
-“Para mí ya ha
empezado la Semana de Pasión”; la cara de Andrea cambió de cara e incluso notó
que la humedad relativa del aire aumentaba.
Cuando Benito
Lasolana comprobó que Andrea le estaba respondiendo bien, sin dejarla
rechistar, agregó:
-“Perdona que te
pellizcara, pero soy de los que cree que si las amantes de un hombre se pueden
contar con los dedos de las manos más le valía a éste cortarse las manos”.
-“¿En Zamora sois
todos tan súper chulos?.
-“Sí guapísima, sí.
Pero, dime, ¿cómo te llamas?. Porque no pretenderás que te esté llamando todo el
rato guapísima, ¿verdad? Súper chula”.
El encanto de Benito
Lasolana, unido al descaro de Benito Lasolana, hacian de él un demonio
seductor.
-“¿Por qué se le
llama a esto una “clara””; preguntó Andrea, cambiando el tercio y dando por
hecho que había sido ligada.
-“Porque es cerveza
con gaseosa”.
-“Eso ya me lo han
dicho. Yo pedí clara porque me dijeron que pidiera clara, que era cerveza con
gaseosa y que estaba muy rica. Como yo nunca había tomado una mezcla así, pues
la estoy probando. Hay que probarlo todo, ¿no?”.
-“Si, guapísima,
aunque no opine lo mismo la Santa que le dio el nombre a esa bebida: ¿Santa
Clara!”.
Capítulo
42. El Benito y La Solana.
-“Antes de que se
inventara el atún claro ya existía en Zamora la clara atún, la clara atuntada.
La clara es una bebida típica de Zamora, y se le llama así en homenaje a la
Santa que le dio nombre a la calle principal: Santa Clara. ¿Te gusta,
guapísima?”.
Benito Lasolana
hablaba sin parar, pero con una guasa y una seguridad tal, que apostar sobre si
lo que decía era verdad o mentira, era arriesgarse a perder, quieras que no.
Benito Lasolana era
un personaje en la ciudad, tanto es así que ya nadie sabía cuál era su
verdadero nombre, ya que éste de Benito Lasolana le venía precisamente del
sitio donde se encontró con Andrea, del sitio donde se fraguó su personalidad,
del sitio que le dio a luz, su nombre venía de las tertulias del Benito y La
Solana.
El Benito y La
Solana son dos bares que están en la encrucijada de la ciudad; están juntos, y
en torno a ellos se aglomera una multitud de personas entre 16 y 36 años, en
forma tan curiosa y desproporcionada que se puede encontrar a dos chicas con
una copa en la mano como si esperaran el autobús, cuando la parada de éste está
a unos 50 metros; o ver a dos parejas en aparente actitud de querer cruzar un
semáforo situado a 10 metros, sujetando cada uno en su mano la consumición.
Muchos partidos
políticos se conformarían con obtener tantos votos como clientes se amontonan
en los alrededores del Benito y La Solana.
Y allí, entre ese
gentío, es donde Benito Lasolana, en su ambiente, encontró a Andrea, y por eso,
por jugar en casa, es por lo que se atrevió a pellizcarla, no se vayan a creer,
porque no es cierto, que en Zamora se pellizca a las foráneas, y menos en el foráneo.
Capítulo
43. El borriquito.
-“Mañana sale aquí
La Borriquita, así que si no te importa a ti salir con un borriquito ¡aquí me
tienes!. ¿Vale, guapísima?”.
Andrea había venido
a Zamora porque le habían dicho que su Semana Sata era muy recogida, y ella
confiaba en que ese fervor, unido a su fervor, pudieran actuar a favor de su
novio, el guardaespaldas Jacinto, que sufría tremendos ataques de celos cada
vez que ella le decía que el próximo verano, o sea éste, iba
hacer top-less.
Por todo esto,
Andrea estaba dispuesta a verse todas las procesiones, pues al no conocerlas no
sabía en cuál podría saltar la liebre del milagro.
Por tanto aceptó la
propuesta de Benito Lasolana, si bien pensó, con silenciador, lo fresca que
era, al ir a ver una procesión para pedir precisamente que su novio secreto se
cure de celos, y ello acompañada por un tipo tan estupendo como aquel ligón
empedernido que la adobaba con la voz, la comía con los ojos, la digería con el
olfato, la acompañaba con los oídos, y la troceaba con dedos y rodillas.
Cuando se acabaron
las claras, la clara de ella y la clara de él; él ya sabía que ella se llamaba
Andrea, que en ese momento no llevaba ropa interior superior, que se alojaba en
casa del autor de “Zamoramientos” porque éste se había ido al Caribe en busca
de limones salvajes y se la había cedido, que pertenecía a una de las familias
más adineradas de la muy noble y leal villa de Mecachis, y que se veía a si
misma muy parecida a Zamora porque indudablemente ella también era “la bien
cercada” ya que él, Benito Lasolana, no la dejaba ni a Sol ni a sombra.
Soltaron la
carcajada y como dos embarcaciones que sueltan amarras, se hicieron a la mar y
buscaron el parque de la Marina.
Capítulo
44. Pulpo a la gallega
A medida que Benito
Lasolana narraba su encuentro con Andrea, la detective Sánchez le miraba,
interrogándose sobre cómo un tío podía ser tan osado y chulo como para contar
su propia vida como si fuera una novela; aunque también hay que decirlo, alguna
que otra mirada tenía ciertos kilowatios de ansiedad, porque, es que Benito
Lasolana ¡estaba buenísimo!.
Y eso mismo es lo
que pensó Andrea cuando se recogió, tras ser despedida en el portal del apartamento
que le habían cedido, al modo “pulpo a la gallega”.
En Zamora se conoce
como despedida al modo “pulpo a la gallega”, a esa despedida en que el
acompañante, generalmente el masculino, se pone meloso como una gallega, a la
par que trata de toquetear, erre que erre, a la acompañante, con unas manos
como tentáculos de pulpo.
Bueno, pues así se
había despedido Benito Lasolana aquella noche del Domingo de Ramos, y ella,
Andrea, tubo que lamentar el tener que ponerse seria; seriedad que él trato de
romper con un:
-“Perdona chica,
pero es que yo, desde que hice la Primera Comunión, el día de la Borriquita
siempre me pongo muy burro”.
Fue aquella misma
noche en la que Andrea, para no caer en la tentación de pensar demasiado en
aquel zamorano, llamó a Jacinto y éste le comentó el chiste del día en
Mecachis:
“Se iban a hacer
unos urinarios para mearse de risa”.
Tras risas, sin
mojar, y otros escarceos telefónicos, el balance fue, no es que en Mecahis se
fueran a construir unos urinarios, pero si era que esa frase ocultaba una
importante operación relacionada con la tecnología punta.
Jacinto le dijo a su
amor, que como prueba de lo que la quería se enteraría de todo y se lo
contaría.
Capítulo
45. Los cuernos y el calcio.
Cuando Andrea se
acostó en la noche del Lunes Santo, tras ver las procesiones correspondientes,
se acurrucó junto a los recuerdos del intrépido Benito Lasolana, y se dijo algo
así como:
“!¡Madre del Verbo,
si estoy a punto de ponerle los cuernos a mi novio!”.
Así es la vida,
hasta una novia febrilmente enamorada, que se va a pedir a las imágenes de los
imagineros que dieron vida a la Semana Santa de Zamora, que su novio formal
deje de sufrir infundados ataques de celos, y ahora hete aquí que está a punto
de comenzar una aventura que va a hacer que los celos de su amado sean
fundados.
Pero lo cierto es
que, sorprendentemente o no, el milagro se produjo, y el guardaespaldas
Jacinto, a partir de aquel día, ya no iba a sufrir ataques de celos infundados,
a partir de entonces, todos sus celos iban a ser fundados; porque Andrea era
incapaz de resistirse a los hombres excepcionales, superiores y completos, y
ejemplares de este tipo y caracteres, debemos reconocer que hay muchos.
Trató de pensar en
Jacinto para no caer en la tentación, pero a las 3 de la madrugada, y sin
lograrse dormir, tuvo que correr a la ducha, porque Benito Lasolana revoloteaba
por su mente y cuerpo, como mosca que se cuela en la habitación y con su
zumbido de alas, nos va volviendo víctimas enloquecidas, que si dispusiéramos
de una escopeta de cañones recortados iba a ver.
La ducha, como si
fuera de agua bendita, le hizo borrar de sus dudas al terrible zamorano, y se
durmió tranquila, olvidando que como indica el dicho: No se puede decir de éste
agua no beberé.
Capítulo
46. Ring Ring Merlúuuu
Apenas hacía dos
horas que Andrea se había dormido, y apenas hacia dos medias horas que soñaba
que era una diosa de la naturaleza y que Benito Lasolana la adoraba, y que a
causa de esa adoración, el bronceado joven, se disponía, arrodillándose ante
ella, a hundir la cabeza entre los pies de la apetecible joven, cuando un
ring-ring-ring la despertó.
Apenas sin enterarse
lo descolgó:
-“Diga?”.
-“Merlú”
-“¿Diga?”
-“Merlú.
-“¿Cómo?”
-“Merlú, mujer,
merlú; aquí en Zamora, en Semana Santa, nos despertamos con el Merlú”.
-“Pero ¿qué hora
es?”.
-“Las 5 de la
matinada”
-“¿Las 5, y qué
quieres, porque eres Benito ¿no?”
-“Naturalmente que
soy Benito ¿Quién otro podría ser, TRAIDORA?”.
-“Pero ¿qué quieres
a estas horas?”
-“Vamos por buen
camino”.
-“Que vamos por
buen camino ¿a dónde?”.
NOTA DE LA
REDACCIÖN:
Todo esto ocurría en
Zamora, en la pasada Semana Santa de 1985. Con posterioridad se celebraron, el
22-J, Elecciones Generales, llevando un partido precisamente el eslogan “Por
Buen Camino”.
Como quiera que hoy
es noticia el excesivo número de teléfonos “pinchados”, pudiera creerse que la
frase “Por Buen Camino”, fue copiada por alguien que espiara la conversación
telefónica entre Andrea y Benito.
Pues bien, nada más
lejos de la realidad, la frase “Por Buen Camino”, fue pronunciada por Benito en
la conversación que hemos narrado, y en otro tiempo y lugar también se le
ocurrió a otro señor como eslogan electoral.
Por tanto, esta
redacción, exime de toda culpa o sospecha a quien corresponda, en lo referente
a escuchas telefónicas sobre Andrea y Benito.
Y nos despedimos
hasta mañana, esperando que nos “pinchen” ustedes la micro-novela TODOS LOS
DÍAS.
Capítulo
47- Agua de carabaña
-“¿Por qué dices que
vamos por buen camino?”.
-“Es una sensación
¿Tú no has tenido síntomas esta noche de que vamos por buen camino?”.
-“¿A qué te
refieres?”; preguntó Andrea, consciente de que sabía de qué le hablaba aquel
apuesto joven, y más consciente aún de que apenas hacía dos horas que se había
que tenido que tomar una ducha para apaciguar “los síntomas”, como quien se
toma agua de carabaña para apaciguar otros síntomas más perturbadores pero
menos turbadores.
-“Me refiero,
guapísima, a que yo llevo 4 horas dando vueltas en la cama, comiéndome las
uñas, los visillos y los calcetines, paseándome de un lado a otro como un tigre
de bengala encerrado en una jaula en una noche de fuegos artificiales con
bengalas”.
-“Haberte tomado una
ducha fría”.
-“Me la tomé,
guapísima, pero cuando yo necesito una ducha caliente no hay ducha fría que me
aplaque la sed”.
-“Creo que estás
entrando en un terreno que como nos tengan pinchado el teléfono podemos
pervertir a alguien”.
-“No me importa, me has dejado a cien, y estoy
dispuesto a pinchar a quien se me ponga por delante”.
-“Un poco exagerado
¿no?”.
-“Exagerado nada.
¿Tú sabes lo que vi cuando te probabas los zapatos? ¿Tú sabes lo que vi cuando
se te cayó el bolso? ¿Tú sabes lo que me gustó el dulce sabor de tu boca cuando
te robé el beso en el portal?”.
-“Es la primera vez
que me dicen que mi boca sabe dulce”.
-“Pues lo sabe,
guapísima, y le voy a escribir a Ana Belán sugiriéndole que escriba una canción
que diga: UUUUmmmm tu boca, nada sabe tan dulce como tu boca”.
Hoy todos sabemos
que esa carta escrita a Ana Belén por el zamorano Benito Lasolana, la abrió
Víctor Manuel, y es él el que compuso la canción y le añadió lo de: “salvo otra
cosa que no se nombra”.
Capítulo
48. La veleta de Viriato.
El único trauma de
Benito Lasolana era que nunca había oído ningún programa de “Encarna de Noche”, y cuando uno tiene
pocos traumas es como cuando tiene pocos kilos; se encuentra más ágil, se
encuentra más libre, se encuentra más valiente.
Y así lo veía la
detective Sánchez cuando, día tras día, se tomaban un café en el Dublín
mientras él le hablaba y le hablaba de Andrea.
Al tiempo, la bien
cercada, la diosa del Duero, la Zamora misteriosa, iba entrando como una novia
en el templo del Otoño.
Pero aquella entrada
en la romántica estación venía acompañada de fenómenos que rondaban la magia:
Por un lado aparecían
mapas de Castilla y León en los que no figuraba Zamora; por otro lado, en la
revista Interviú, aparecían unas denuncias muy gordas contra los magnates,
mag-na-tes, de la Diputación; otro día estos decían en rueda de prensa que no
habían roto un plato, y que si alguno se había descascarillado, era para crear
empleo.
Lo cierto, no
obstante, es que por aquellos días, que son estos, habían aparecido, en
sustitución de la leyenda que acompaña la Estatua de Viriato, otras tres
leyendas de parecido corte a la habitual, pero que rezaban:
“Terror Sanleonorum,
Terror Rodríguezorum y Terror Chicharrorum”.
Por hallarse la
Diputación al lado de la citada estatua, pronto se dio orden de restituir la
verdadera inscripción, que en perfecto latín decía:
“Viriato, terror romanorum”;
que en traducción literal y perfecta, significa: “Viriato, terror de los
romanos”.
Pero no acabó ahí el
misterio y el morbo de aquellos días.
El 11 de Septiembre
de 1986, la mismísima estatua de Viriato, ante el estupor de todos, apareció
girada, de manera que su brazo extendido señalaba a la prestigiosa institución
provincial; y del mismo le colgaba un letrero que decía: “Hasta aquí llegó la
riada de Interviú”
Había comenzado la
Bienal de Escultura.
Capítulo
49. El bronceado
Cuando quedaron al día
siguiente para ver la procesión de los Faroles, Benito Lasolana ya no
necesitaba echarse faroles para ENAMORISCAR a Andrea; ésta era presa de una
comezón digan de 100.000 avispas combativas.
Y así, fue tras ver
la procesión de “las 7 palabras”, cuando Benito Lasolana decidió decir la
última palabra:
“Estoy seguro de que
si algún día te veo desnuda, el resplandor de tu cuerpo me va a cegar, pero no
me importa, si es necesario utilizaré el sistema BRAILE para reconocerte; pero
dime: ¿existirá ese día?”.
Esta forma de
plantear las cosas era la que a Benito Lasolana le daba casi más éxito que su
cuerpo de felino por desbravar; aunque también este aspecto, el físico, estaba
multiplicando en Andrea la curiosidad por ver hasta dónde llegaba el bronceado
de aquella cara y aquellos brazos.
¿Llegaría hasta las
últimas consecuencias?.
Esta era la cuestión
¿Llegaría hasta las últimas consecuencias el bronceado del cuerpo de Benito
Lasolana?.
¿Llegaría hasta las
últimas consecuencias Andrea abriéndole las puertas de su DO-MI-CI-LIO?
Lo decidió al día
siguiente mientras veía la Procesión del Silencio.
Estaba sola porque
él, Benito Lasolana, como zamorano de pro iba a desfilar.
Desde que era un
crio salía en la del Silencio, y no iba a romper aquella tradición ni por irse
con aquella chica que aunque estaba descomunal, no se la podía comparar con la
emoción de ser COFRADE.
Si en el pecado está
la penitencia, en la virtud está el capital, y así, Andrea, cuando lo vio pasar
ante ella, con el hachón, con la túnica blanca, y con el bello y rojo CAPERUZ
se dio cuenta de que ya era de él.
Capítulo
50. El cine de los Luises.
-“¿Conoces el chiste
del 49?”
-“No, ¿cómo es?”.
-“Pues mira, están
dos jubilados sentados al sol en un banco y le dice uno al otro: ¿Sabes cómo se
hace el 49?. No. ¿Cómo?. Pues como el 69 pero con 20 años menos”.
La risa de Andrea
sonó fresca y libre en la Cuesta de San Martín, cuando Benito Lasolana acabó de
contarle el chiste.
Se sentían felices y
las carcajadas se ambos se mezclaban como si la de uno fuera el eco de la de la
otra.
Se callaron cuando
el sonido de una carraca rompió la noche.
Un silencio
impresionante acompañó la aparición de la Procesión de las Capas.
A la emoción natural
del momento se unía la emoción propia de la corazonada de él y de ella.
Ella, Andrea, ya
sabía que luego iban a ir a la casa que le habían cedido en Zamora.
Él, Benito Lasolana,
intuía que aquella noche podía ser clave; además la Semana Santa siempre se le
había dado bien para sus ligues.
Cuando a la
procesión de hermanos encapados siguió la procesión de la muchedumbre, ellos
enfilaron por la calle de Carniceros, momento que él aprovechó para, cogiéndola
por la cintura, sentir su carne de primera
¡paletilla derecha!.
Cuando llegaron al
Complejo Viriato, en la plaza del Cuartel Viejo, en el sitio donde antaño
estuvo el cine de los Luises, Benito le contó la importancia de los Luises en
Zamora.
Los Luises era el
cine del Colegio Corazón de María, y por él había pasado todo aquel que hoy
tenía más de 33 años.
Todos los que hoy mandaban
en la ciudad, económica y políticamente, eran “hijos de los Luises”, o sea, de
los Padres del Corazón de María, y era tal el Poder de los Luises, que aún hoy,
sin existir, existían, pues el Alcalde, el Presidente de la Diputación y hasta
uno de la oposición, se llamaban Luis.
Capítulo
51. Subiendo a los cielos.
El Complejo Viriato
es como una inmensa guardería infantil, en la que los niños encierran a sus
padres mientras ellos juegan en la calle peatonal.
Sin embargo, a las 2
de la madrugada pasadas ¡por agua! (pues estaba empezando a llover) la zona
presentaba un aspecto más londinense que otra cosa.
Benito Lasolana,
como si fuera Pulgarcito, iba tomando nota, mentalmente, del portal, la
escalera y el piso; no para saber cómo regresar a su casa, si no para saber
cómo volver a aquel nido, que él esperaba de amor.
Cuando entró en el
ascensor, al que ya había pasado ella, se frotó las manos alucinado.
Había tenido
suficientes ligues como para poder decir con orgullo eso de “si un hombre puede
contar sus ligues con los dedos de las manos, más le valía cortárselas”.
Entre sus escarceos amorosos habían figurado
algunas mujeres casadas de la ciudad, pocas, es verdad, porque por regla
general la zamorana es recatada y fiel hasta decir basta.
Pero lo que le
alucinaba a Benito Lasolana, en aquel momento, era que ninguna hembra había
tenido la hechura, la anchura y la altura estética que tenía Andrea.
Juntos en el
ascensor, él se sentía subir a los cielos, y ya, hasta percibía el olor a
incienso que exhalaba el botafumeiro que constituían los infinitos poros de
aquella piel infinitamente suave.
Mientras, muy lejos
de allí, en Mecachis, Jacinto el guardaespaldas, Jacinto el novio secreto de
Andrea, acababa de descubrir qué es lo que se ocultaba bajo la absurda noticia
de que “en Mecachis se iban a construir unos urinarios para mearse de risa”.
La noticia era
espectacular, y también afectaba a la ciudad donde estaba su amada, a Zamora.
Capítulo
52. “1,2,3, responda otra vez”
“Tiene narices”, es
una expresión que se utiliza con demasiada frecuencia.
Son muchas las
cuestiones o cosas que “tienen narices”.
Pero tal vez el
asunto que tiene narices por excelencia sea el catarro de nariz.
Por 7.850 pesetas
cada una…….¡Clases de catarros!. Por ejemplo, el catarro nasal.
“El catarro nasal”.
“El catarro nasal”.
“El catarro de
garganta”.
“El catarro de
garganta”.
Zim-Zam-Zim-Zam-Zim-Zam
Quedan 20 segundos” Zim-Zam-Zim-Zam-
“El catarro
Nasarre”.
Ruif-Ñac-Zos-
“ Vamos a ver qué
dicen los supertacañones”.
“Ju-Ju- Señor mío,
el catarro Nasarre no se lo coge ni aunque lo agarre”.
“En efecto, lo
siento pero el catarro Nasarre no existe”
Este fue el único
programa de “Un-Dos-Tres” que recurrido por los participantes hubo de
reanudarse en eso de: “Fueron dos respuestas acertadas, a 7.850 pesetas cada
una …¡15.700 pesetas!.
Así es; fue la Real
Academia de Medicina, en jurisprudencia conjunta con la igualmente Real de la
Lengua, la que determinó que los concursantes tenían razón y el catarro Nasarre
existe.
En la última edición
del diccionario enciclopédico Larrousse, en el epígrafe “catarros”, figura,
entre otros: “Catarro Nasarre: Dícese del que se coge por enfriamiento de los
pies. Recibe este singular nombre por uso popular ya que, si bien se coge por
los pies, se agarra por la nariz, de ahí lo de NASA, y además, es un tipo de
afección que proliferó mucho cuando la conocida gimnasta Eva Nasarre, puso de
moda los ejercicios físicos matutinos”.
Al parecer dicha
práctica ocasionó diversos resfriados entre los inexpertos oyentes, hasta que
cayeron en la cuenta de que debían se seguir la tabla rítmica con calentadores
en los pies.
La tabla de gimnasia
de Antena 3 no requiere calentadores, es una tabla ardiente”.
Todo esto lo oía
perpleja la detective Sánchez en la habitación del hotel, en el día en que como
cuando empezó el diluvio, la gente decía: “¡Que buen año se presenta!”.
Capítulo
53. Los coleccionistas.
Mientras Benito
Lasolana esperaba en la butaca-orejera la entrada de Andrea en el salón, el
corazón le galopaba como un caballo percherón lanzado cuesta abajo por la
ladera de una campiña.
Cuando entraron en
el apartamento que le había cedido a Andrea el autor de “Zamoramientos”, Benito
Lasolana no tuvo que hacer el menor esfuerzo para ver que tenía dos áreas:
Dormitorio-cuarto de baño y pasillo por un lado; y Salón y cocina por otro..
Se le indicó el
salón, se le sirvió una copa de wiskhy, y se le dijo: “Espera”.
Al ver pasar a
Andrea hacia la otra zona, su corazón recibió la orden de salida para aquella
“carrera contra la emoción” tan emocionante.
Benito Lasolana,
como todo ligón oficial, como todo ligón obligado, como todo ligón olímpico,
tenía la necesidad imperiosa de acumular el mayor número de cabelleras PÚBICAS
posibles, y por eso, en numerosas ocasiones, en casi todas, había “conseguido”
a mujeres que a él ni le gustaban, pero que indudablemente, a la hora de las
estadísticas eran un UNO; tan UNO como cualquier otro UNO; y las estadísticas,
no lo olvidemos, para un ligón, como para casi todos los machos, son
importantísimas, cuando no ¡¡esenciales!!.
Porque cuando en la barra de un bar insinúas que has
estado con 19 ¡que mas da cómo eran esas 19, lo que mola es el número!.
Y ahora, sin
embargo, estaba allí ante una persona del género femenino que quitaba el hipo
en los 5 continentes.
“Ya estoy aquí”,
dijo Andrea cuando volvió al salón; y a Benito Lasolana se le cayó el vaso de
wiskhy en pleno pantalón.
Capítulo
54. Medias negras
Apareció sólo con
medias.
Ni una prenda más,
sólo con medias.
Ni ropa interior, ni
ropa exterior, ni un pendiente, ni una pulsera.
Sólo con medias;
unas medias negras y al tiempo muy transparentes; unas medias que llegaban
hasta ese pliegue en que quedan soldadas las piernas al cuerpo, los muslos a
donde se dan los azotes.
Y acentuando aquella
presencia, bella y erótica, una melena suelta y un cuerpo escultural sobre unos
zapatos negros de tacones finos y altos.
Aquella chica era
una mujer, y aquella mujer era una diosa.
Benito Lasolana se
sintió un pelele.
Eso sí, un pelele
excitadísimo.
Oyó las campanadas
que anunciaban las 3 de la madrugada, pero ni aún bajo tortura podría decir si
esas campanadas las dio un reloj, las dio su corazón o las dio la luna de
primavera.
Lo que no le cabía
duda es que él, Benito Lasolana, iba a dar la campanada.
Se puso en pie y
empezó a desabrocharse la camisa tras quitarse el jersey.
“Espera un poco.
Vamos a hablar un poco. Tú sentado y yo tampoco”.
Miró atontado de
aturdimiento.
-“¿Por qué no te
sientas?¿No me has dicho: tu sentado y yo tampoco…”.
-“Estoy jugando, ¿no
lo notas?. Anda, siéntate. Yo seguiré de pie…me va la pasarela”.
Obedeció sin
rechistar, sentía pavor de que por hacer algo mal se rompiera todo y
despertara; creía que estaba soñando y temía despertarse”.
Ella, empezó a
pasearse con una impudicia que atormentaba.
Desde los 13 años,
en que sometido a un fuerte tratamiento, consiguió erradicarla, no había
vuelto, él, el gran Benito Lasolana, a
aquel vicio que desde los 2 años le acompañó durante 11 años; pero
ahora, como un poseso, cayó de nuevo en él, y sin recato alguno: Empezó a
morderse las uñas.
Capítulo
-55-. Por fin la CÍA en Zamora
La inauguración de
la Bienal de Escultura Ibérica Contemporánea fue un éxito, e incluso, acorde
con la originalidad e imaginación de las más de las obras que en ella se exponen,
la propia APERTURA DE LA MOSTRA se rodeó de esas mismas cualidades, y así,
originalidad e imaginación son las palabras únicas con las que se puede definir ese momento en que el
Presidente de Castilla y León dijo:
“…en resumen, este
certamen es una idea luminosa”; y en ese instante se apagaron las luces de la
sala de conferencias del Colegio Universitario.
En esa inauguración,
mezclado entre el público, como quien no quiere la cosa, observando esculturas,
escultores e incluso damas esculturales, estaba Luis Felipe.
Había llegado la
tarde anterior y se hospedaba en el Hostal Trefacio, entre pinchos –morunos y
perdices por un lado, y aullidos de Lobo por otro.
La CIA había
ordenado a Luis Felipe, su agente en Mecachis, que se desplazara a Zamora, ya que
en esta ciudad, a pesar de su importancia y belleza, no había agente de la CÍA
con plaza en propiedad, e incluso, ésta, la plaza, estaba sin dotar.
La misión de Luis
Felipe era secreta y por ello no es posible desvelarla; pero como la mente es
libre, no es descabellado suponer que se trataba de averiguar qué había
averiguado la detective Sánchez, e incluso que Luis Felipe, por su cuenta,
averiguara todo lo que pudiera.
El ordenador de
Manhattan Transfer recomendaba que por esta vez un agente de la CÍA no se
hospedara en el Parador ya que acabaría sabiéndose que era un pez gordo.
Además, la situación
del Hostal Trefacio era la idónea pues se encontraba en plena Garganta Profunda
de Zamora.
Capítulo
56. ¿Quién es casto?
En el argot del
periodismo “garganta profunda” es la forma en la que se designa a alguien que
informa en secreto, pidiendo no sólo máxima discreción, si no llegando incluso
al caso de informar sin descubrirse.
Por eso, la Ruta de
los Elefantes –por la trompa que suelen llevar algunos de sus asiduos- en
Zamora es considerada como una Garganta Profunda del pulso informativo y de los
comentarios de última hora.
En plena garganta, y
a modo de campanilla, está situado el Hostal Trefacio.
En aquellos días la
indignación de los zamoranos crecía por momentos a raíz del número de Interviú
en el que se levantaban las faldas a la Diputación con ánimo de dejarla
en….evidencia.
Las acusaciones eran
graves, no cabía duda, y el contraataque espectacular, negándolo todo, e
incluso tomando el fiscal cartas en el asunto.
Lógicamente la
ciudad se dividía en dos bandos: Los que creían que el comportamiento de CP no
era casto, y los que creían que el que se considere casto que tire la primera
piedra.
Pero en lo que todos
los zamoranos estaban de acuerdo era en que resultaba bochornoso que para una
vez que conseguimos salir a toda página, en un publicación importante, fuéramos
eclipsados en todo el estado español por los dulces senos de Sonia Martínez, y
que en los lugares de importancia, en vez de hablar de Zamora y de si eran o no
verdad aquellas acusaciones, se hablara de que TVE había dejado sin trabajo a
la presentadora del programa infantil “Naturaleza por mostrar”, y que la
Naturaleza , con ella, no había sido nada infantil.
El último rumor era
que, el Ayuntamiento iba a contratar a Sonia Martínez para que así, al tener
trabajo, se dejara de hablar de ella y se volviera a hablar de lo otro.
Capítulo
57. Comiéndose las uñas.
Eran tales los
pormenores con que Benito Lasolana le contaba a la detective Sánchez su relación
con Andrea, que aquella llegó a pensar si no estaría el tío cargando las tintas
para excitarla y llevársela al huerto.
Por eso, ahora,
cuando la citó en su propia casa, se lo pensó mucho antes de aceptar.
Lo que inclinó la
balanza en el corazón de Amilcar Sánchez – detectiva privada- a favor de
aceptar el reto, fue el momento en que la historia de Andrea y Benito había
quedado.
Para Amilcar, como
mujer que era, el hecho de que Andrea estuviera tomándole el pelo a Benito
Lasolana –ligón de profesión- y enervándolo hasta el punto de hacerle comer uña
tras uña, le parecía lo suficientemente estimulante como para, si llegara el
caso, jugarse el tipo y si se terciaba el himen, o los restos que de él
quedaran después del paso salvaje de los miembros del Tribunal de Notarías, en
el día aciago en que se abalanzaron sobre ella.
Benito Lasolana
vivía en el complejo “las Flores” con sus padres.
El complejo “Las
Flores” es un conjunto de viviendas que se miran en el Duero.
Recibe el nombre de
Las Flores, porque en él vive lo más florido de la ciudad.
Zamora sin “Las
Flores” sería como un tiesto sin macetas.
Era el 24 de
Septiembre de 1986 y la bien cercada vivía el bullicio de una Bienal
descomunal.
En general la Bienal
de Escultura Ibérica, estaba resultando, en conjunto, un monumento a la
imaginación:
Hombres llenos de
tristeza, sentados sobre su maleta, esperando para irse a ninguna parte,
Estatuas de la
libertad secuestradas y de capa caída,
Toros que no
cobraban a los niños por dejarse montar,
Y hierros y hierros que quitaban hierro al
aburrimiento general.
Capítulo
58. Situaciones invertidas
Cuando la detective
Andrea Sánchez llegó a la casa de Benito Lasolana, dispuesta a oír lo que
quedaba de la historia-de –amor-pasión de Andrea versus Benito, intuía que en
aquella sesión iba a llegar al fondo de la verdad, en el supuesto de que la
verdad tenga fondo.
Le abrió el propio
Benito Lasolana indicándole que le esperara en el salón, y que tomara lo que
quisiera sin cumplidos, porque no estaban sus padres.
Él se salió de la
habitación y ella se puso a curiosear, con la vista, los muebles y objetos que
configuran un cierto grado de la personalidad de una familia.
Sentada en una
butaca, giró la cabeza y vio un verraco amarillo posado sobre las achocolatadas
aguas del Duero, y hubiera opinado algo del río, del verraco o de la vista,
sino hubiera sido interrumpida por un:
-“¡Aquí estoy!”.
Apareció solo con
medias. Ni una prenda más, sólo con medias.
Ni ropa interior, ni
ropa exterior, sólo con medias; era Benito Lasolana.
A pesar de los
zapatos negros de tacones altísimos, era un tío, de aquello no cabía duda.
La detective Sánchez
no daba crédito a sus ojos, y sus ojos no daban pie con bola; tan pronto miraba
aquí, como abajo, como arriba, como al conjunto.
-“Quédate sentada.
Yo seguiré de pie..….me va la pasarela”, le dijo él.
Y ella, excitadísima
y perturbada como una brújula sin aguja, comenzó a comerse las uñas, mientras
recordaba que el tío que estaba allí, en canal, estaba reproduciendo la escena
en que Andrea le hizo a él morderse las uñas.
Todo aquello era
desconcertante, pero aquel tío estaba como un tren, aunque eso sí, con aquellas
medias negras parecía un tren de la Palazuelo-Astorga, es decir, de lo que no
hay.
Capítulo
59. La Internacional vituperada.
“Arriba parias de la
Tierra, en pie famélica legión, atruena la razón en marcha, es el fin de la
opresión, al pasado hay que hacer añicos, legión esclava en pie a vencer….”.
Bajaba Luis Felipe
por la calle de San Pablo tarareando la Internacional, pues como agente de la
CÍA que era, opinaba que si le oían entonando el himno del rojerío nadie
sospecharía de él, cuando en esto recibió un tremendo golpe y cayó al suelo,
hecho un ovillo, junto con otros dos cuerpos humanos.
Resultaba que en la
casa de los padres de Benito Lasolana, cuando éste, vestido únicamente con
medias negras y zapatos de tacón alto del mismo color, alargó su mano, con
intenciones OBVÍAS, hacia la detective Sánchez; ésta, dando un grito
inconmensurable, le pegó un empujón y corrió, tras perforar la puerta,
escaleras abajo, seguida de aquella especie de maniaco.
Desembocaron en el
portal, y del portal a la calle, y de la calle estrecha a la de San Pablo, y
aquí, ¡cegados por el exceso de velocidad! arrasaron a Luis Felipe que no
casualmente pasaba por allí.
El revuelo fue
enorme pues en Zamora no era frecuente encontrarse por las mañanas un tío tan
bien puesto, vestido sólo con un par de medias, y encima, amontonado en el
suelo con dos turistas, ya que la Sánchez y Luis Felipe tenían ese aspecto
inequívoco de no ser de allí.
Trasladados a
comisaría, revisadas las fichas, descubierto lo que se descubrió, en menos de
24 horas, en la villa de la Seña Bermeja, se presentaron los mejores
especialistas del país en interrogatorios para ver qué sabían aquellos tres.
Se trataba de
iniciar una evaluación continua sobre lo que sabían.
¡Empezaba un curso
nuevo!.
Capítulo
60. “3 secretos 3 en Antena 3”
Las investigaciones
dieron estos resultados:
1º.- En realidad
ninguno de los personajes vivos de esta historia sabía nada que fuera
especialmente trascendente.
2º.-Sin embargo
Andrea, con un poco de información de aquí y un poco de información de allá,
como quien no quiere la cosa, había descubierto secretos de Estado de vital
importancia.
3º.- La muerte de Andrea
“de golpe seco en la ducha”, al pisar una pastilla de jabón, fue totalmente
fortuita como era de esperar.
Sin embargo, lo
cierto es que su vida peligraba pues era buscada por toda clase de poderes
ocultos al descubrirse que era agente de la TÍA.
De la TÍA, no de la
CÍA.
La TÍA es la agencia
de espionaje monegasca, o sea, de Mónaco.
Sabido es que el
Principado de Mónaco a través de sus TÍAS, la Carolina, la Estefanía y la TÍA
propiamente dicha, lucha por la hegemonía de Occidente a base de comernos el
coco.
La TÍA ha reclutado
cantidad de mujeres-espías que actualmente, en todos los continentes hacen el
amor porque hacen la guerra.
Los padres de
Andrea, Luis-Felipe, Jacinto el guardaespaldas, el inspector Martínez, el
forense, la detective Sánchez, Benito Lasolana, y todos aquellos que de una
forma u otra rodearon el misterio de Andrea, eran meras piezas de un
rompecabezas, de forma tal, que como tales piezas, ellas mismas no sabían lo
que significaba el puzle, pues no tenían visión del todo.
Sólo unas pocas
personas en el mundo sabían o conocían los tres secretos que logró descubrir
Andrea antes de morir.
Eran tres secretos
increíbles y de una gran importancia.
Pero de esas 7
personas que conocen tales secretos uno a accedido, por un millón de euros (166
millones de pesetas) a cedérselos en exclusiva a Antena -3.
Así que mañana 3
secretos 3 en Antena 3.
Ya lo
saben, 3 grandes secretos en Antena 3, 3.
Capítulo 61 . Último capítulo.
Todos
los que han difundido estos tres secretos
han sido declarados traidores a la civilización, y más pronto o más
tarde lo han pagado caro; por ello nuestra responsabilidad nos exige el que les
pidamos que lo que ahora van a conocer no se lo cuenten a nadie.
-“Hemos
hecho Castilla-León entre todos…”; este chocante anuncio en el fondo oculta y
prepara un gran asunto de Estado.
Resulta
que para la definitiva consolidación del mosaico autonómico surge un problema
en Castilla-León, problema que a su vez no aparece en Castilla-La Mancha.
El
problema está en el increíble auge del Prepal, que como ustedes saben
reivindica la autonomía del Reino de León.
Pues
bien, para borrar toda mención del tema, existe un plan por el cual antes del
31 de Diciembre de 1986, nuestra autonomía pasará a llamarse “Castilla-La
Marcha”, y por eso, precisamente para culminar ese plan, la propaganda
institucional no hace más que recordarnos que somos una región en “marcha”
El otro
gran secreto es de carácter económico internacional.
Se trata
de sorprender a la CEE, y la resto del mundo civilizado, con un audaz proyecto
en el terreno de la construcción y más correctamente en el de la vivienda
Sabido
es que con el paro cada vez vive más gente en cada casa, haciéndose así más
necesaria la existencia de dos cuartos de baño.
Pero al
precio que está el m2 construido, una vivienda con dos baños es prohibitiva
para millones de familias.
La idea,
de un constructor zamorano, resuelve el problema: consiste en que las casas
tengan un solo baño pero con dos tazas de retrete, ya que al fin y al cabo esta
es la única cola que no se puede aguantar.
Y por
último, el tercer gran secreto guarda, celosamente y por razones de guerra, el
que Zamora va a convertirse en la zona de España donde se concentre la producción
de tecnología punta; con lo que
pondremos nuestro granito de arena, o en el proyecto Eureka o en la guerra de
las galaxias; según convenga.
El haber
elegido Zamora para fabricar tecnología punta se debe a que sólo así se puede producir en nuestro
país una industria tan sofisticada, y además en forma harto económica, ya que
la idea es que, para producir tecnología punta, se fabrique tecnología normal,
y luego, como los zamoranos le sacamos punta a todo.
FIN
No hay comentarios:
Publicar un comentario