EL BLANQUEAMIENTO QUE
NOS FALTABA
Tras el “blanqueamiento”
del dinero negro, de las guerras, de los corruptos, de los negligentes, de las
mentiras, de los comisionistas, de los insolidarios,
ahora ha llegado el no va más a nuestra civilización…..el “blanqueamiento
anal”.
Tampoco yo salgo de
“tu asombro” pero, en efecto, el “blanqueamiento anal” existe, y consiste
en darle un tono más pálido al entorno del
ano.
Estaba viendo “El
Intermedio” y el Gran Wyoming hacia su célebre perorata inicial. Comentaba el absurdo al que está llegando la moda de
arreglar las partes del cuerpo que se quieren “mejorar”.
Para apoyar bien su
mensaje usó una foto de 2 bañistas en bikini, rematando así su discurso: “… Y
ahora se ha puesto de moda blanquear las nalgas”.
Pero al acabar le corrigieron:
“Tenías que haber dicho blanqueamiento anal”
Es obvio que él
sabía lo que tenía que decir pues se supone que antes se leen los guiones. Y tal vez ocurrió que a
su subconsciente le debió de resultar tan increíble el dato que transformó en
blanqueamiento de nalgas lo que era algo más profundo.
Si tratamos de
explicarnos este fenómeno tan inaudito debemos recordar que cuando los machos
dan su golpe de estado contra la libertad (cuando nace el machismo) se legisla que
cada mujer sea de un hombre (matrimonio) y que la que no sea de uno que sea de
todos (prostitución). Naciendo así la “mujer objeto” puesto que desde ese
momento todas pueden ser compradas y vendidas cual “cosa”.
Naturalmente esta
condición social obliga a las mujeres a buscar el ser “pretendidas” por el mayor número de machos posible (para
poder luego dar el sí al mejor de entre esos “pretendientes”). Esto,
naturalmente, va hacer que la belleza física pase a ser trascendente.
De esa necesidad (de
atraer a varios para poder elegir al “presuntamente”
mejor) surge la cultura de los ungüentos, los tacones, la vestimenta femenina.
La razón de los
machos para “someter” a las hembras era que, al ser de su propiedad, ellas estaban
obligadas a cuidarles, darles sexo y sobre todo proporcionarles hijos (ya que
esa era la disculpa teológica del machismo para imponer su poder: el que había
que tener la mayor descendencia posible para subsistir como tribu).
Por eso las
religiones (un poquito machistas ellas) predican lo mismo que el machismo.
Incluso “la verdadera” riza el rizo diciendo a los humanos (al ser expulsados
del paraíso) “creced y multiplicaros”.
Mas, volvamos al eje
de la noticia, que nos indica que ya se busca “perfeccionar” hasta el tono de
la piel que rodea el ano (con lo que nunca llegó a tanto lo de: “para gustos, los
colores”).
Un disparate que nos
debe recordar que la letanía de arreglos corporales, desde quitar unas patas de
gallo hasta esta del blanqueamiento anal,
son un absurdo que surge de la falta de libertad de verdad (la que
intuyes) lo que obliga a “tener” perennemente condiciones físicas para ligar (bien sea para
siempre o para un coito).
Olvidando así que lo
que no atrae a “A” puede gustarle a “B” y que si hubiera “libertad sexual”, a
efectos prácticos, no habría ni feos, ni
feas, por aquello de que “en la variedad está el gusto”.
Los pelos del sobaco
han pasado a mejor vida de una manera al parecer irreversible; el asunto de los pechos sin
embargo, y positivamente, parece haberse calmado y ya no es obligatorio tenerlos
grandes porque la experiencia indica que
todos tienen su gracia. Y si no le gustan a éste seguro que hay otros
tantos a los que les flipan.
Que la presión sobre
las mujeres, e incluso los hombres, respecto a los cánones de belleza, llegue al punto de
rebuscar cual debe ser el tono de piel de las zonas más recónditas (en realidad
los tratamientos de blanqueamiento abarcan también al color de la vulva) nos habla
de un problemón.
Ante esto, ¿qué
hacer? Pues que tire la primera piedra quien lo tenga claro.
Paco
Molina. Zamora. 31 de Marzo del 2025