MALDITA
AUTOESTIMA
Dice la sabiduría popular
que “el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra”.
La razón en principio
es sencilla, parece que los animales, en cuanto tales, tienen un mecanismo por
el cual tras el primer tropezón quedan advertidos de las consecuencias del mismo
y ya no vuelven a caer en idéntico error, saben ya dónde está la piedra y la
evitan.
Sin embargo el ser
humano parece no tener este instinto tan sano.
Pensemos a qué se puede
deber esa carencia.
Según el conocimiento
científico los humanos somos definidos como “animales racionales”, por tanto en
principio, dado que somos animales no deberíamos tropezar dos veces con la
misma piedra.
Sin embargo si tropezamos
en ella, incluso más de una vez.
¿A qué se puede deber? Pues sin duda el por
qué debe tener su causa en la otra parte de nuestra definición científica: “somos
animales sí (pero) racionales”.
Es decir, debe ser
nuestra “cabeza”, nuestro entendimiento, nuestra cultura, nuestra “racionalidad”
, la que paradójicamente nos hace tropezar dos veces con la misma piedra.
Pero ¿y por qué?.
Sostengo que el defecto que nos hace ser más animales que los animales mismos es
la maldita autoestima.
En los últimos
siglos las ideologías dominantes, para sojuzgar a los pueblos y a las personas,
han creado religiones, conceptos, reglas y normas que a todos les hacía sentir “escoria
de la sociedad”, gente sucia, poca cosa, imperfectos, culpables de sus propios
males, etc.
Llegados a este
punto de la civilización, los psicólogos y los médicos psiquiatras, así como
todo aquel que tenía dos dedos de frente, son conscientes de que la población
está enferma (triste, alienada, al borde de la depresión).
La gente, a poco que
se hurgaba en ella, se sentía mal porque no lograba ser tan perfecta, ni física, ni mentalmente como
le exigía la sociedad.
Y como consecuencia
de ello se inventa la medicina más barata del mundo (pero más difícil de fabricar):
la autoestima.
Se trata de que cada
ser humano recuerde que si algún Dios nos hubiera querido crear sapos, sapos
nos hubiera creado, y que por tanto no somos sapos, ni imperfectos, ni malos,
ni pecadores, ni indignos.
Se trata de que
pensemos que “valemos mucho”, o que valemos como quien más. Se trata de que nos
miremos a nosotros mismos con estima. Que tengamos “autoestima”.
Pero claro, la
autoestima, como toda medicina que se precie, “puede producir efectos secundarios”.
Y uno de ellos es el
no reconocer los errores o equivocaciones propias. Uno de ellos es el tropezar
con una piedra y decirse así mismo que no fue un tropezón lo que nos llevó a la
caída sino que fue un acierto.
Bien es verdad que hay
refrán que dice “que quien tropieza y no se cae, avanza más deprisa”, pero eso
no puede ser un criterio de elección de caminos en la vida, y menos en la vida
política.
Por eso, ante las
nuevas elecciones, vuelve a aparecer como decisión decisiva el principio de unidad
( ¿se debe ir juntos o separados para vencer?).
Y de momento parece
ser que cada grupo de los desunionistas,
a pesar del tropezón, se agarran a la maldita autoestima, y dicen y se
dicen: “Acerté, que listo soy”. Por más que sangren por la brecha
Paco
Molina. 5 Julio.2015.
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