sábado, 5 de mayo de 2012

EL HOMO-SIMPATICUS



                                   LA  PRIMERA REVOLUCIÓN


¡Eureka! Creo que he encontrado el eslabón perdido en la historia de la especie humana. El hallazgo es más importante de lo que pueda parecer al presentarlo aquí, de una manera sencilla en un medio de comunicación de gran prestigio pero de provincias, o sea no muy grande. Pero este es mi gusto para regalarle esta primicia a las gentes de por aquí y a un medio que me permite estar en contacto con ustedes. Esto que hoy leen, dentro de unos años, cuando lo diga alguien con un medallón en la solapa se estudiará como la mejor tesis para explicar el paso del paraíso comunista  al infierno machista.


            Es algo aceptado por el mundo científico solvente que en determinado momento la Humanidad decide organizarse por familias. Siendo la pieza clave de esa estructura la pareja hombre-mujer. Pero esa célula social presenta una peculiaridad, cada macho es el dueño de su hembra (la cual adquiere comprándosela al padre de ella). Nace así la mujer-objeto. Esta relación es  violenta pues  no se produce entre iguales ya que uno (la esposa) está sometido al otro (el marido). El estudio de nuestra propia cultura en periodos más atrasados y de otras no evolucionadas que aún persisten, corroboran  esto.


            Respecto al periodo anterior a  la institución del matrimonio no existe una teoría que  trate de explicar como se vivía. O si existe se mantiene difusa e inconcreta.


            En el libro-LA ESTAFA SEXUAL-menciono la idea de que nuestro antepasado, el mono-simpáticus (¿por qué no llamarlo así?), se reproduce sin parar porque, acuciado  por el instinto de placer sexual (que tiene como todos los animales) y dado que tiene mezclado los órganos de ese instinto con los de reproducción, no se entera de que cada orgía termina en embarazo.


 A este periodo lo bautizo como el Paraíso Comunista. La razón es obvia, sólo hay dos instintos básicos, el de supervivencia y el de placer, entonces al tener todos los mono-simpáticus problemas comunes (seguir vivos y gozar más) decidieron resolverlos en común. Todos eran iguales y todo era de todos. “Resolvamos en común los problemas comunes” era su ley.


            Pero entonces ¿Qué acontecimiento fue el que hizo que se pasara de esa situación perfecta en lo social a la otra, en que se introduce el concepto de propiedad privada y encima utilizando a la mujer como primera propiedad sobre la Tierra? Como casi siempre la explicación estaba a la vuelta de la esquina.


            Este es el eslabón perdido. El mono-simpáticus era feliz porque el instinto de placer lo satisfacía sin tregua y sin límites (estúdiese a los bonobos), al tiempo que  producía  más bebés que difuntos, aunque sin saberlo . Ganaba así algo que no sabía que ganaba, la pervivencia de la especie . Hasta que al evolucionar su mente, descubrió que una cosa era la juerga y otra la fertilidad. Entonces, las mujeres, afectadas por los partos, debieron de poner condiciones. Tal vez mantener las mismas juergas pero con menos coitos. Surge la 1ª Revolución (¿y un matriarcado?). Pero bajaron los nacimientos, y los machos, que habrían perdido algo respecto al periodo anterior, aprovecharon la lógica preocupación y propiciaron una Contrarrevolución, con la disculpa de garantizar el número de embarazos y por tanto la defensa del grupo. Su fuerza bruta, como todas, les dio la victoria. Respecto al objetivo obsesivo  de procrear obsérvese cómo todas las religiones le dicen a la esposa que tenga los hijos que Dios le de, y cómo todas recriminan las conductas que no procrean (la homosexualidad)


            Esta explicación casa con la leyenda de la expulsión del paraíso por culpa de  “la mujer” que probó el fruto del Árbol del Conocimiento (y “supo” de dónde vienen los niños) y  le dio ese saber al hombre. Incluso ¿qué recomienda Dios al expulsarlos? “Creced y multiplicaos”. Había que insistir en el programa electoral contrarrevolucionario.


           Paco Molina de Zamora









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