sábado, 2 de abril de 2022

EL DULCE ENCANTO DE RENDIRSE.

 


EL  DULCE  ENCANTO  DE  RENDIRSE.

Las guerras, no nos engañemos, tienen una cosa buena si las ganas (muertos y tragedias al margen).

De hecho si vivimos en la parte rica del globo terráqueo es porque nuestro antepasados nos hicieron participar  en múltiples guerras, de las cuales la mayoría las ganamos (eso sí, a costa de la vida y el dolor de millones de compatriotas que dieron la suya por nosotros, en realidad por nuestros reyes, sin poder los muertos disfrutar de las ventajas de su sacrificio).

Pero no es plan hablar de las ventajas de las guerras cuando las ganas considerando que estamos en el umbral de la 3º Guerra Mundial y que la podemos perder.

Así que proponemos hoy fijarnos en un fenómeno llamativo, y que podríamos llamar “El Dulce Encanto de la Rendición”.

Mala fama tiene eso de rendirse que no en vano, tras ser chivato, era lo peor en lo que podía caer un chaval dentro de su pandilla.

Así que en las peleas cuando tu rival te exigía rendirte, preferíamos soportar unos cuantos sopapos antes que hacerlo.

Sin embargo, si miramos la Historia, algo tiene la rendición de bueno cuando ha ocurrido siempre lo siguiente.

Japón se rindió ante EEUU cuando éste país les tiro 2 bombas atómicas, y desde entonces Japón y sus verdugos son uña y carne, y a ambos les va  de maravilla.

Similar caso se ha dado entre Alemania y EEUU, de manera que tras perder los primeros  la 2ª Guerra Mundial se han entregado en manos yanquis y qué bien les va.

Podríamos seguir con más ejemplos, pero pongamos el de nuestro país, nuestra patria, nos rendimos ante los EEUU perdiendo Filipinas y perdiendo Cuba contra ellos, y desde entonces somos los más fieles vasallos de los norteamericanos, hasta el punto de que hacemos con el Sahara, que fue territorio español, lo que quieren los USA, venderlos.

A qué se debe que la rendición lleve, por el camino de la sumisión, a la dependencia más absoluta y placentera, tal vez tenga su explicación psicológica en la película “Portero de noche”, en la que una antigua prisionera nazi cuando se reencuentra con su carcelero, años después de finalizada la guerra, entabla inexplicablemente una relación sentimental con él.

Así que a lo mejor hay que reivindicar la rendición como acto de dignidad para salvar vidas y evitar un dolor que no conduce a nada que no sea provocar muertes y hacer perenne el sufrimiento.

Máxime cuando la rendición, al parecer, te hace intimo del vencedor.

Paco Molina. Zamora. 2 de Abril del 2022.

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