EL TEOREMA DE LA BARCA.
Durante mi adolescencia,
haciendo uso de las instalaciones del Club Náutico de Zamora gracias alguna
familia de conocidos, cogí la costumbre de
transportar a los distintos usuarios de aquí allá y de allá acá,
amarrado a los remos de la barca,
Pero expliquemos
antes qué es el Club Náutico. Son las instalaciones que están en una isla, en
medio del Duero, a la altura de la citada ciudad, y a la cual se accede desde otra isla
conocida como la de las Pallas. A esta última se puede pasar por unos puentes,
pero para llegar a la del Náutico no hay. Actualmente existe una plataforma que movida por un cable,
sustituye a lo que en su día era un paseo obligado en barca.
La isla del Club Náutico
pertenece al Ayuntamiento de Zamora, que mediante una concesión de uso en favor
de unos particulares, ha renunciado a la gestión de ese bien público para disfrute
de la ciudadanía en general.
El club Náutico
tiene de todo: piscinas, pistas de tenis,
zonas de baño, áreas de recreo, una cafetería restaurante, etc. Para acceder y
disfrutar de las mismas has de ser socio
o estar invitado por alguno de ellos. Ser del Náutico (como el pertenecer a un
casino) no creo que sea complicado salvo que haya un número de socios limitado o
que no puedas pagar la cuota.
Esta concesión del Ayuntamiento
a unos particulares empezó en 1951 y, como todas, durará un cierto número de
años. No sé cuando toca la cancelación del acuerdo (¿en 2026?) pero recuerdo que en una ocasión en que se cumplía
el plazo los miembros del club alegaron en su favor (querían seguir disfrutando
del lugar) que las instalaciones las habían costeado con sus cuotas y derramas,
por lo que dicha concesión se prolongó.
Estas prórrogas,
como todas las de este tipo, de algo público (y la isla lo es) para uso privado,
se hacen por periodos limitados de tiempo, así que tal vez en el 2026 al
Ayuntamiento le tocará decir “esta boca es mía” sobre si siguen las prórrogas o
no.
Pero volvamos al tema
de la barca. Como decíamos hubo un tiempo que pasabas en barca o nada de nada,
y, durante algún verano, un servidor se convirtió en barquero voluntario, “pasando”
a socios desde la isla de las Pallas a la
isla del Náutico y viceversa.
Pues bien esa tarea me
permitió observar que los pasajeros que ya estaban en la barca, cuando les
parecía que el que subiera alguien más podría poner en peligro la estabilidad
de la misma, mostraban su nerviosismo y advertían: “Ya está llena, vámonos”.
Experimento que hoy nos da pie para formular el “Teorema
de la Barca” que dice así: “Todo colectivo instalado en una barca no quiere que
nadie más suba a ella por miedo a que ésta se hunda”.
La utilidad de esta
sentencia está en que permite explicarnos por qué en determinados países “los
bien instalados”, e incluso inmigrantes “legales” con dificultades, votan a
partidos que prohíben la entrada de más extranjeros (aunque eso perjudique a
sus antiguos compatriotas). Y no te digo nada la reacción de los “patriotas” que
piensan que les va bien, bufan contra los inmigrantes. Todo por miedo a que la patria-barca
se hunda.
Siendo lo chocante del
asunto el que los “partidos capitalistas” (los que prohíben el tránsito de personas
pero no el de dinero) quieren que haya más natalidad (porque el sistema
capitalista necesita mas y mas
consumidores) como si los recién nacidos no fueran nuevos pasajeros de
la presunta frágil barca/nación.
Y siendo más
chocante aún el que estos partidos raci/clasistas no quieran aceptar que el
planeta Tierra es una barca en la que la explosión demográfica que vivimos (ya pasamos
hace años de los 8.000 millones de pasajeros y vamos a 50 por año) puede “hundir”
el planeta porque las riquezas extraíbles de él son limitadas, o sea, que no
habrá bienes para todos (vulgo ecología). Amén de que los humanos se tienen que
redistribuir por los distintos países (ley de los vasos comunicantes) por
supervivencia.
Paco
Molina. Zamora 22 de Septiembre del 2025
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