martes, 2 de febrero de 2016

INGENIEROS DE SENDEROS

INGENIEROS  DE  SENDEROS

La carrera de ingeniero de caminos (como la de arquitectura) tendía (y tendrá ¿no?) fama de ser tremendamente difícil.

Ello se debe (la fama) a dos razones.

Una, la razón irrefutable de que , en efecto, los estudios que en ella se imparten tienen una “dificultad de nacimiento” grande (son las asignaturas, duros huesos de roer).

Pero la otra razón, que es además la que le ha creado la leyenda de “carrera sólo para superdotados”, le viene, curiosamente, de que la cursan y cursaron muchos duros de mollera, es decir, a la dificultad de nacimiento de la propias materias, se unió la “dificultad de nacimiento” de los propios estudiantes, que tenían más cuna que aptitudes.

En efecto, existió un época en la que la fiebre de toda Familia Bien (o sea con una cantidad de millones superior a un numero dado X) consistió en tener un hijo “ingeniero de caminos”.

Eso, unido a que suenan igual de espectaculares las frases: “mi hijo estudia caminos”, que la de “estoy en caminos”, hizo que no solo los progenitores sino que, casi con más fervor aún, los “posgenitores” (los descendientes) se matricularan, en esa ingeniería, en masa; en busca de un esplendor social y un futuro bestial.

Consecuencia, si por lo intrincado de sus enseñanzas la ingeniería de caminos exigía, casi, que al menos todos los que la estudiaban repitieran un curso, hay que añadir a ello que, por los asaltos que sufría como meta social, resultaba que sus facultades eran verdaderos “asilos de repetidores”.

En efecto, porque no se estudiaba o porque no daba la cabecita para mas, una carrera de cinco anos podía durar toda la vida (eso si, toda una buena vida).

Y es que además, no había problema porque como se indicó ya, sus clientes procedían de familias pudientes.

Y la inversión era buena, pues de hecho, fuera en 8 o en 12 años, el hijo acababa poniendo en su tarjeta de visita: “ingeniero de caminos” y en su cuenta corriente los sabrosos ingresos que le reportaba su supuesto ingenio (ingeniero, vendrá de ingenio, ¿no?).

Y hablando de otra cosa (allá tú si crees que es la misma).

¿Cómo se explica el procedimiento que se está aplicando para meter la carretera N-630 por Cardenal Cisneros?

Normalmente, cuando a alguien se le condena a muerte, se tiene la deferencia de buscar una ejecución lo más soportable (para el muerto) posible, y así, se pasó de cortar la cabeza a hachazos hasta la silla eléctrica (que por lo visto va muy bien) tras probar con la guillotina.

Bueno, pues aquí en Zamora, a la aberración que urbanísticamente supone esa obra, se une la aberración de cómo se está realizando.

Están aplicando, contra los ciudadanos, el garrote vil, cuando ya se inventó la inyección letal.

Parecía lo más elemental (esa vulgaridad del sentido común, que dicen los simples), que la unión temporal (menos mal que no son eternos) de empresas que está armando la que está armando, hubiera empezado construyendo de cabo a rabo, el trozo que no tenia calle, entre las “Tres Cruces y Príncipe de Asturias” (con lo que se daba salida rápida a la Estación de Autobuses), después lo que va de la carretera de la Hiniesta hasta el puente del ferrocarril (nueva entrada así a la ciudad), a continuación el tajo de Pantoja (con lo que hasta entonces no se habría castrado la calle de la Libertad) y por último lo que ya existía, desde Príncipe de Asturias hasta el Puente.

Nada de eso se ha hecho, lo han puesto todo patas arriba y ¿a ver cuando acaban?

La diferencia entre construir una carretera y un sendero está en que la primera se hace a trozos y el segundo entero.

En Cardenal Cisneros están haciendo un sendero, lo cual por otra parte, tal vez sea inevitable pues no en vano todo el proyecto, desde su ejecución, ha consistido en “hacer el indio”.


FRANCISCO MOLINA. El Correo de Zamora. 19 de Agosto de 1991

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