INGENIEROS
DE SENDEROS
La carrera de
ingeniero de caminos (como la de arquitectura) tendía (y tendrá ¿no?) fama de
ser tremendamente difícil.
Ello se debe (la
fama) a dos razones.
Una, la razón
irrefutable de que , en efecto, los estudios que en ella se imparten tienen una
“dificultad de nacimiento” grande (son las asignaturas, duros huesos de roer).
Pero la otra razón,
que es además la que le ha creado la leyenda de “carrera sólo para superdotados”,
le viene, curiosamente, de que la cursan y cursaron muchos duros de mollera, es
decir, a la dificultad de nacimiento de la propias materias, se unió la “dificultad
de nacimiento” de los propios estudiantes, que tenían más cuna que aptitudes.
En efecto, existió
un época en la que la fiebre de toda Familia Bien (o sea con una cantidad de
millones superior a un numero dado X) consistió en tener un hijo “ingeniero de
caminos”.
Eso, unido a que
suenan igual de espectaculares las frases: “mi hijo estudia caminos”, que la de
“estoy en caminos”, hizo que no solo los progenitores sino que, casi con más
fervor aún, los “posgenitores” (los descendientes) se matricularan, en esa
ingeniería, en masa; en busca de un esplendor social y un futuro bestial.
Consecuencia, si por
lo intrincado de sus enseñanzas la ingeniería de caminos exigía, casi, que al
menos todos los que la estudiaban repitieran un curso, hay que añadir a ello
que, por los asaltos que sufría como meta social, resultaba que sus facultades
eran verdaderos “asilos de repetidores”.
En efecto, porque no
se estudiaba o porque no daba la cabecita para mas, una carrera de cinco anos
podía durar toda la vida (eso si, toda una buena vida).
Y es que además, no
había problema porque como se indicó ya, sus clientes procedían de familias
pudientes.
Y la inversión era
buena, pues de hecho, fuera en 8 o en 12 años, el hijo acababa poniendo en su
tarjeta de visita: “ingeniero de caminos” y en su cuenta corriente los sabrosos
ingresos que le reportaba su supuesto ingenio (ingeniero, vendrá de ingenio, ¿no?).
Y hablando de otra
cosa (allá tú si crees que es la misma).
¿Cómo se explica el
procedimiento que se está aplicando para meter la carretera N-630 por Cardenal
Cisneros?
Normalmente, cuando
a alguien se le condena a muerte, se tiene la deferencia de buscar una ejecución
lo más soportable (para el muerto) posible, y así, se pasó de cortar la cabeza
a hachazos hasta la silla eléctrica (que por lo visto va muy bien) tras probar
con la guillotina.
Bueno, pues aquí en
Zamora, a la aberración que urbanísticamente supone esa obra, se une la aberración
de cómo se está realizando.
Están aplicando,
contra los ciudadanos, el garrote vil, cuando ya se inventó la inyección letal.
Parecía lo más
elemental (esa vulgaridad del sentido común, que dicen los simples), que la
unión temporal (menos mal que no son eternos) de empresas que está armando la
que está armando, hubiera empezado construyendo de cabo a rabo, el trozo que no
tenia calle, entre las “Tres Cruces y Príncipe de Asturias” (con lo que se daba
salida rápida a la Estación de Autobuses), después lo que va de la carretera de
la Hiniesta hasta el puente del ferrocarril (nueva entrada así a la ciudad), a
continuación el tajo de Pantoja (con lo que hasta entonces no se habría
castrado la calle de la Libertad) y por último lo que ya existía, desde Príncipe
de Asturias hasta el Puente.
Nada de eso se ha
hecho, lo han puesto todo patas arriba y ¿a ver cuando acaban?
La diferencia entre
construir una carretera y un sendero está en que la primera se hace a trozos y
el segundo entero.
En Cardenal Cisneros
están haciendo un sendero, lo cual por otra parte, tal vez sea inevitable pues
no en vano todo el proyecto, desde su ejecución, ha consistido en “hacer el
indio”.
FRANCISCO
MOLINA. El Correo de Zamora. 19 de Agosto de 1991
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