LA
CARIDAD DE LA ENSEÑANZA
Sr. Director:
Quisiera comentar
con la opinión pública dos cuestiones, la huelga de profesores y la tan
cacareada reforma de las enseñanzas.
Los profesores hemos
empezado una prueba de fuerza contra el concepto que tiene el Gobierno sobre
nuestra profesión, reivindicando asuntos que se refieren a las condiciones de
trabajo (jornada, responsabilidad civil, adjudicación de plazas, etc.) y otras
que se refieren a la valoración de ese trabajo.
Sobre la valoración
del trabajo que realizamos, nuestra petición es muy simple.
No hemos sido
nosotros los que dijimos lo que tenían que ganar los funcionarios semejantes
(en características, titulaciones, etc.), a los profesores.
Eso lo dijo la ley
pertinente; lo único que ahora hacen los docentes es decir “quiero ganar lo mismo
que mi homólogo, es decir, quiero ganar lo mismo que lo que gana otro
funcionario análogo a mí..., y si el Estado estima que dos funcionarios de
similares categorías deben recibir distinto sueldo que explique el por qué de
ello”.
Y así se llega a
otro punto de la indignación que lo produce el actual trato, porque claro, no
solo es grave que estés percibiendo una importante cantidad menos al mes, es
que, además, si pasas por el aro y aceptas cobrar menos lo que estás aceptando
es que la profesión de enseñar, las tareas del profesor, son tareas menos
importantes que las que realizan los funcionarios homólogos; es decir, es
aceptar, simplificando, que es mas importante el trabajo en un despacho con una
secretaria a tus órdenes, que el trabajo en una aula con decenas de alumnos y a
evitar desórdenes.
No obstante, las
mejores razones para la huelga las están dando precipitadamente, los dos
sectores que la han criticado.
Por un lado el
Gobierno al decir que las cantidades económicas que se piden son descabelladas.
Las cantidades son
las que .corresponden por homologación y ¡porque son grandes!, es precisamente
por lo que son irrenunciables (si fueran pequeñas podrían dejársele de propina
al Gobierno, por las cosas bien hechas.
El pretender detener
la huelga con descuentos, por lo demás lógicos, es causa perdida, pues todo lo
descontado se recuperará en el primer mes, tras la homologación pedida).
También las
asociaciones de padres (no todas) desaprueban la huelga por sus repercusiones
negativas actuales y futuras.
Pues bendita sea la
huelga, que está haciendo comprender que el trabajo del profesor (enseñar,
vigilar y guardar) tiene importancia social, con lo cual la protesta de los
padres se convierte en un argumento más en favor del nuestro:
La profesión de
profesor no es inferior a la de otros funcionarios análogos, luego ¡homológuese
el sueldo!
La Administración
solo parece tener un argumento para pagar menos a un profesor que al
funcionario semejante, y ese argumento no es otro que el decir, “ustedes tienen
razón..., pero son muchos”.
Es decir, el Gobierno pide a los profesores
que sean caritativos y que acepten voluntariamente lo que no aceptaron médicos,
militares, notarios, jueces, diputados, jefes de negociado, policías, etc.
El Gobierno no sabemos
si cree en la calidad de la enseñanza, pero al parecer si cree, iluso él, en la
CARIDAD de la enseñanza, para que le cuadren las cuentas. (¿De los aviones de
guerra F-18?).
Y los padres también
parecen más preocupados por la caridad de la enseñanza (“el caso es que mi hijo
vaya pasando curso aunque las cosas estén manga por hombro”) que por la calidad
de la enseñanza.
Y no es que crea que
pagando más a los profesores mejore la calidad de la enseñanza, no lo se, pero
si me atrevo a decir que solo podrá haber calidad homologable con el sentido
común cuando los alumnos no tengan más de 25 horas semanales de clase, cuando
tengan menos asignaturas por curso y cuando tengan menos temas por asignatura y
curso, unido a que en cada aula haya menos alumnos.
Porque la cuestión
es ésta, ¿que se quiere?, fracaso escolar, alumnos desilusionados y
angustiados, innumerables conocimientos (?) prendidos con alfileres, etc., o
unos buenos resultados, con chicas y chicos volcados en aprender y con
conocimientos sólidos sobre menos cosas.
¿A que parece que
todos prefieren lo segundo?.
Pues no, y no ello propongo
que si la huelga de este mes y del próximo no consigue su propósito, la
indefinida del mes de mayo se cambie por la amenaza de dar aprobado general en
toda España.
¡La Administración
no podría soportar que no existiera el fracaso escolar!
Francisco
Molina. El Correo de Zamora. 1988
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