PEOR
una GUERRA QUE una DICTADURA
Siendo cierto que lo
único malo de estar muerto es que no estás vivo, más cierto es aún que, por ser
animales, tenemos un instinto de supervivencia, tan fuerte, que nos hace hasta
matar, si se tercia, incluso a familiares, en defensa propia.
Es decir, la vida de
uno para cada uno es algo fundamental y definitivo.
Pues bien, recordado
esto por si los arboles de los lavados de cerebro del régimen no nos dejan ver
el bosque de los instintos básicos (viva la vida, viva el placer), vamos a
defender la tesis de que para un pueblo es preferible estar bajo la bota de una
dictadura que bajo los bombardeos de una guerra.
En Afganistán nos dijeron
(los jefes) que había una dictadura (apoyada por los soviéticos) y que al
pueblo afgano había que darle una democracia porque era mejor. Y para lograrlo
se provocó una guerra civil, en la que tuvimos (el rico occidente, la Otan, etc)
que armar y potenciar a Bin Laden y los talibanes (terroristas de postín, nos
dicen ahora).
Desde entonces el país
está en una guerra inacabable, con muertes de inocentes a diario y miseria a
todas horas, y así llevan más de 20 años.
Algo similar pasó
con Irak. Los pobres irakíes no habían disfrutado nunca de las ventajas de una
democracia. Fuimos a imponérsela, y la guerra y la muerte de sus habitantes no
acaba. Llevan así 10 años.
A continuación
decidimos (la civilizada cultura burguesa del mundo rico) que el pueblo sirio era
el que necesitaba una buena democracia. Y metimos allí las narices (y el
negocio de las armas) apoyando a unos rebeldes anti dictador (entre los que se encontraba
el Estado Islámico, terroristas de postín, nos dicen ahora), y ahora vemos
cadáveres de niños en playas de negras arenas de sangre, vemos ciudades devastadas
por las bombas, y millones de personas vagar a la intemperie con sus cuatro
pertenencias, resumen de una vida truncada.
Podíamos hablar de
más países, como Ucrania, pero para qué. Los ejemplos bastan.
Y ahora, pongámonos
en el pellejo de alguien, hombre, mujer o niño, que viviera en esos países. Su país
era una dictadura y ahora es una guerra continua. ¿Cómo estaban mejor?
De igual nada,
porque. Quien vive en una dictadura, por oprobiosa y odiosa que sea, puede
graduar su grado de riesgo, si es que quiere arriesgarse a cambiar las cosas.
Obedeciendo, no siendo un desafecto, adaptándote, sigues vivo (lo fundamental
de cada persona).
Sin embargo, quien
vive en medio de una guerra no puede elegir entre sumisión y vida, por un lado,
o rebeldía y riesgo, por otro. No hay elección posible. Sólo dolor.
Sólo se puede elegir
huir hacia la oscuridad de lo desconocido que llega a ser mejor que el pavoroso
miedo, a la muerte o el sufrimiento de las amputaciones o torturas. Todo preferible
a la guerra, manifiesta con su marcha el que deja su vida detrás.
Lo que pierde uno en
una dictadura es mucho, pero nunca la vida salvo que tú lo decidas. Lo que se juega
uno en un guerra es todo a todas horas, y sin posibilidad de opción.
Y en ese “todo”, hay
que incluir que tal vez veas morir a tus hijos, tus padres, tus seres queridos, tu amor,
y luego tú, si es que no has muerto de pena y sufrimiento, ya.
Malditas guerras.
PACO
MOLINA. Zamora. 8 de Febrero del 2016
No hay comentarios:
Publicar un comentario