EL APELLIDO DE LA MADRE
_Gobierna, creo que os estáis pasando las
feministas. sólo a vosotras se os ocurre hacer coincidir el “Día del Padre”,
con la feria del burro de la provincia.
-Peromato; cada día eres más pocholo. Lo que
acabas de decir es una tontería, algo así como si yo dijera que no hay derecho
a que los machos hayáis puesto el monumento a la madre en la Plaza de Zorrilla,
aquí en la capital.
-Entonces ¿tú crees que está hecho sin mala
fe?
-Pues claro Peromato, claro que ha sido sin
mala intención. Además, mira, en España, los sectores feministas son muy
prudentes, y los varones que nos apoyan, más prudentes todavía. Fíjate que, en
realidad, lo que piden las mujeres son una serie de mejoras laborales. Que les
paguen igual que a los hombres; que los maridos asuman como suyas también las
tareas del hogar. E incluso eso de “conciliar la vida laboral y la familiar”,
insiste sobre el asunto: Si trabajo fuera de casa, que no tenga que cargar con
todo en la casa, que los hijos son de todos, el tresillo también, e incluso las
porquerías ídem de ídem.
-En eso tienes razón; incluso una vez oí
comentar que el feminismo en España es
como una especie de sindicato; que lucha por las mejoras de las
relaciones del obrero con la empresa pero no cuestiona ésta; con lo que lo
mismo que el obrero siempre será obrero, la santa esposa ,seguirá siendo, “la
esposa santa”.
-En efecto, mira; el machismo es una
ideología y por tanto lo asilan también muchas mujeres; igual que el
capitalismo es querido, por muchísimos obreros, pues consideran que el mejor
sistema económico es el que se basa en la competitividad de las empresas. Lo
mismo que bastantes mujeres, aún consideran que el matrimonio (que se inventó
para sojuzgarlas) y su piedra fundamental, que es la promesa de fidelidad, es
el mejor de los inventos del género humano.
-O sea, que tú crees que la batalla de sexos,
en España, es de momento no virulenta .
-Hombre, virulenta y despiadada, es la
violencia soterrada que genera la estructura de pareja; pero eso se pretende
atajar con la ley y no con la supresión de la estructura que la genera.
-Aunque eso es lógico ¿no?. Si dos se quieren
y se ponen a vivir juntos, lo elemental es que se sean fieles. Y si dejas de
querer al otro, se lo dices y ya está.
-Que te crees tú eso. Mira, nadie deja de
querer de repente, y entonces, ¿cuándo lo dices? ¿Cuándo lo sospechas?¿Cuándo
ves crecer el desamor?. Mira, precisamente son todas esas dudas las que van
generando en el hogar dulce hogar, el violento clima del odio doméstico.
-La verdad es que como lo cuentas parece
complicado. Pero entonces ¿tú crees que si no piden la supresión del matrimonio
la lucha por la liberación feminista está perdida?
-No me atrevo a tanto; pero mira, hay
peticiones intermedias que enseñan más que esos rollos de “la educación para la
ciudadanía”.
-No me doy cuenta de ninguna.
-Pues por ejemplo; pedir que los partidos no
sólo defiendan la paridad, sino que se atrevan a hacer una Ley que obligue a
poner como primer apellido del hijo o hija, el de la madre. Así, nada más
crecer, y al caer en la cuenta de eso, la niña o el niño, aprendería de golpe
quien es la importante en la familia. No como ahora, que la humillación es
doble: “Como has tenido un hijo, la pata quebrada y en casa”, y su apellido el
mío, dice el machismo.
-Pues; a
ver qué mujer política se atreve a defender que el apellido sea el de la
madre, con lo que además se resuelve el caso de solteras, o adoptantes.
-Y sobre todo, que así queda claro que la
mujer busca sin miedo su libertad.
FRANCISCO MOLINA
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