lunes, 9 de abril de 2012

Tratamiento contra los celos




Tratamiento contra los celos



Supongamos que Don Fulano de Tal ha puesto un negocio a medias con Don Mengano de Cual. La cantidad que cada uno ha aportado son cien millones. El negocio ha prosperado y la empresa llega a valorarse en quinientos millones. En esto Don Mengano estafa a Don Fulano y este se queda sin la empresa y en la ruina. 

¿Cómo podríamos compensar al estafado?


Sin duda alguna se le compensaría si se le da más de lo que perdió.

Es decir, bastaría con entregarle cientos de millones (sólo había perdido 250) y su enfado y su clamor, en pos de una justicia que castigue al estafador, se esfumarían por completo al ver que tenia más de lo que le quitaron.

Bueno, pues así es como se curan y se curarían los celos, mientras existieran.

Con una sobredosis de lo que se ha perdido: Sexo.

Visto que el núcleo central de los celos tiene que ver con el asunto sexual, es evidente que resuelto éste desparecen los celos. (¿No es cierto que cuando encuentras nueva pareja, que te va en lo sexual, hasta te preguntas pero ¿“cómo fue posible que te gustaran las anteriores ”?).

Por tanto, es fácil imaginar que en un tipo de sociedad donde el placer sexual deje de ser un tabú, deje de ser algo que hay que tomar en pequeñas dosis, deje de ser algo que sólo se despacha con la receta de la fidelidad conyugal, deje de ser algo de lo que avergonzarnos al tiempo que no podemos eludirlo, es fácil de imaginar que en esa sociedad deje de haber celos.


De existir ya esa sociedad distinta, donde el sexo es una bendición del cielo y no una maldición del demonio, por añadidura se resolverían muchos otros problemas.

Si desde que se nace al goce de los placeres de la carne, acceder a ellos es algo que se facilita, en vez de prohibirse, es elemental deducir que la enfermedad del consumo, la enfermedad del ascenso social a toda costa, la enfermedad de la acumulación de riquezas, la enfermedad de la ostentación, la enfermedad de la violencia
soterrada o emergida, y tantas y tantas patologías sociales que hoy se viven como 
normales, desaparecerían, porque 
si lo esencial lo tengo en cantidad y calidad sea rico o pobre, feo o guapo, útil o inútil, sano o enfermo, apuesto o tímido, trabajador 
o vago, vicioso o virtuoso, ¿para qué voy a luchar por absurdos?.



Del libro LA ESTAFA SEXUAL de Paco Molina

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