Día del Padre: FRANCISCO MOLINA MÚGICA (1907-1972)

FRANCISCO  MOLINA  MÚGICA (1907-1972)

DECIMA

Es hombre de escaso pelo;

Lleva con un dedo al día

Toda la secretaría,

Su Observatorio, con celo,

Y en la boca un caramelo

Cuando, pausado, camina;

Destila una guasa fina

Y es un físico de altura.

Nadie ni nada le apura.

Dígame si lo adivina.

Esta inmejorable descripción de mi padre, la hizo Don Alfonso TURMO en el año 1956.

No recuerdo si conocí a este ingenioso y certero poeta.

Pero en la casa de mis padres estaba esta descripción enmarcada por Cristalerías Zamorana S.L.  Fábrica de Espejos. Santa Clara 24-Tel. 1951. ZAMORA.

Catedrático de Física y Química en el Instituto “Claudio Moyano” de Zamora, llevó durante muchos años la responsabilidad de la Secretaría.

También era el responsable en Zamora del Parte Metereológico cuando no tenía ni la millonésima trascendencia que hoy se le da.

El OBSERVATORIO, un lugar en el tejado del Claudio Moyano orientado hacia el Sureste, al que se llegaba por unas escaleras de caracol metálicas (que yo subía embriagado por el misterio pues atravesaban una buhardilla gigantesca y abandonada), es el lugar donde estaban los termómetros de máximas y mínimas, el dinamómetro (que media la velocidad del viento) y el heliógrafo (que dejaba marcadas las horas de Sol mediante un genial método por el cual una esfera de cristal hacia de lupa,  y cuando lucia  el Astro Rey, como la original lupa quemaba una cartulina negra de formato similar a esas que mantiene tiesos los cuellos de las camisas hasta que te las venden. Bastaba luego ver  qué horas del día estaban quemadas por el efecto lupa, y por tanto cuando había lucido el Sol).

Una vez que él tomaba nota de las magnitudes necesarias (dos o tres veces al día a unas horas convenidas) las cifraba en números que más o menos quedaban así

4 3 0 2

5 5 1 0

3 6 7 2

Etc.

Y llamaba a un teléfono (que con el tiempo supe era del ejército y estaba enclavado en Valladolid).

Como en aquella época aún no teníamos teléfono propio, en una ocasión, haciendo la llamada desde un bar, alguien le debió oír y le detuvo la policía secreta porque creyeron que estaba enviando un mensaje cifrado (como en realidad así era).

Cuando algún domingo me invitaba a acompañarle al Observatorio y le cogía de su mano regordeta más feliz que nunca, al bajar, mi madre Aurorita Martínez Diez (sonrisa, ternura, calorcito humano) nos esperaba en el jardín, que hay en la entrada principal del Insti y que hoy día casi permanece igual,.

Era el paraíso. Con pantalón corto aún, me sentaba jugando en los brazos de cemento que hay en sus bancos alargados, y que tienen forma de leones o dragones, mirándoles felices, sin nada, con todo.

El resto de la descripción de mi padre no necesita mayor explicación.

Paco Molina-Zamora-5 de Marzo del 2015