viernes, 17 de febrero de 2017

Y RESUCITARON A PABLO IGLESIAS AL TERCER DÍA.

Y RESUCITARON A PABLO IGLESIAS AL TERCER DÍA.

Dice el dicho que “la grandeza de los hombres se mide por el número de sus enemigos”, y si aceptamos el aserto, a fuer que Pablo Iglesias debe ser grande, porque tiene enemigos por doquier.

A mi Pablo Iglesias me cae bien, porque es hijo de un amigo, lo conocí antes de esta pasión por y contra él, y me parece alguien de gran valía, por tanto de esos que tanto necesita el pueblo.

Hablamos del Pablo Iglesias de Podemos, al que el Poder y todos sus acólitos han crucificado en “Vista Alegre Dos” tratando de convertirlo en un “Vista Triste Punto Final”.

Pero el tío ha resucitado, con tan buen resultado, que como todo resucitado ha sufrido un impulso hacia arriba tremendo.

Ha vuelto el de antes de 2016, y encima han triunfado sus tesis: i) de ser de Podemos pero uniendo este partido con otros, entre ellos IU (del que soy y por eso uso mi derecho a opinar sobre el seño Iglesias, pues encabezó Unidos Podemos.). ii)  de que los cargos públicos no solo luchen donde cobran (en las instituciones) sino también donde está la gente, en la calle.

Por eso estoy contento (coincidimos) pues esa postura puede (y debe) permitir que la unidad de grupos políticos, adquiera un nombre, por encima de ellos, que no prime a ninguno de sus componentes, para creer la misma ilusión en todos sus componentes y no dar argumentos a los oponentes.

Lo mismo que si lo que más valoro de él, políticamente, es que es un líder, porque creo que son necesarios para ir más deprisa, entiendo que es un error tremendo en Unidos Podemos, que contando con otro líder (incluso para muchos más apreciado que el mismísimo Pablo) como es Alberto Garzón (de IU) no se le ponga en primera línea para que se le vea más, para sacarle más jugo, para crecer coralmente.

A Alberto Garzón hay que darle más juego, y de alguna manera el entrenador o árbitro de Unidos Podemos, si no lo hace, sería como un entrenador que tuviera sentado en el banquillo a Ronald (o Messi, según gustos).

Por lo demás, que en un grupo de personas (aunque sea un partido político, o precisamente por serlo) haya unas más de derechas y otras más de izquierdas, es inevitable y por tanto bueno.

La defensa de Errejón (que comparten algunos compas de IU) de “cada mochuelo en su olivo” (no unirse) supone presumir que es factible en España una izquierda social que esté representada y defendida por tres grandes partidos: PSOE, PODEMOS e IU.

Algo imposible si mantenemos el adjetivo “grandes”. Por fuerza alguno sería muy reducido, o dos serían pequeños, o tres medianos, en el mejor de los casos.

Y volviendo sobre el Gólgota con el que contaban crucificarlo, es de destacar que eso hizo que las cámaras de televisión no se apartaran de él, buscando la puntilla, pero dándole más vida si es que no perdía la vida, como así fue.

Es más parecía que tenían a Pablo contra las cuerdas, y atacaron sin tregua pero con táctica. Es chocante que dos grandes periodistas como Ana Pastor y Pepa Bueno, en distintos medios informativos, le plantearan el mismo problema hueco.

Resulta que PP, PSOE y Ciudadanos han decidido subir el salario mínimo una cantidad “x”, y que Unidos Podemos va a votar en contra porque no se sube el doble.

Entonces las periodistas le planteaban: “¿Qué utilidad tiene para un ciudadano, Podemos (no decían Unidos P) si este grupo no vota una subida que aunque no sea la mejor siempre es mejor que nada?”.

Pablo contestaba que la oposición, con mayoría, había consensuado la subida grande y que el Gobierno del PP (con PSOE) traicionó ese acuerdo democrático, e impuso la subida raquítica.

 Y se le olvidó añadir (por lo que yo actúo voluntariamente de Cirineo) que una vez que como político tu voto ya no es necesario para nada (en este caso para la subida raquítica de que  es mejor algo que nada, ya que tienen mayoría suficiente PP, PSOE y Ciudadanos) puedes y debes utilizarlo como mejor sea para la sociedad, y no cabe duda de que había la posibilidad de haber subido más el salario mínimo si el Gobierno, PP, lo hubiese aceptado.

Por tanto, votar NO a la subida raquítica del SMI, es votar NO a la raquítica subida sin impedirla, pero si subrayando el robo social que supone para un pueblo esquilmado.

Paco Molina. Zamora. 17 de Febrero del 2017




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