Los cuerpos armados
(policía y ejército) de cualquier país tienen a su cargo una delicada misión
(por los riesgos que corren) consistente en mantener el orden establecido.
Establecido conforme
a unas leyes que tienen, en el caso de las policías que ver con la delincuencia.
La extracción social
de los miembros de los cuerpos armados (en España, policías nacionales,
municipales, autonómicos y guardia civil, amén del ejército, es eminentemente
obrera.
Es decir, son
trabajadores cuya necesidad de un puesto de trabajo para vivir o por vocación,
les hizo optar (con éxito) por ser “obreros armados”.
El hecho de que
vayan armados hace que ya de por si se les haga un poco la pelota. Pero no es
de esta indirecta faceta, por lo demás poco trascendente, de la que queremos
hablar aquí.
Lo importante es lo
siguiente.
El que en efecto
sean “obreros armados” no significa, ni mucho menos, que estemos hablando de
una revolución en la que la clase obrera ha triunfado y el nuevo orden
establecido deba ser defendido por la fuerza de ciudadanos con armas.
Más bien, todo lo
contrario, en los países capitalistas, aunque los cuerpos armados están
compuestos por trabajadores, el Poder (conjunto o clase social de los ricos)
los utiliza a veces para mantenerse él (el Poder) en el poder.
Es decir, aunque la
tarea de un policía o guardia civil, es perseguir al delincuente (aislado u
organizado en bandas) en ocasiones el Poder los utiliza o emplea para reprimir
(meter el miedo en el cuerpo) a ciudadanos que no son delincuentes al uso.
Por cierto, al
hablar del Poder, no hablamos de los Gobiernos electos, si no de los
capitalistas o ricos, que son los que quieren que nada cambie (son lógicamente
conservadores, “Virgencita, virgencita, que me quede como estoy, con el yate y
con Rajoy”) y que nada avance hacia nuevos escenarios y menos hacia el reparto
de la riqueza.
En estos casos,
cuando el Poder ordena (a través de sus capataces políticos) que los cuerpos
armados “hagan entrar en razón a grandes manifestaciones de ciudadanos” siempre
le recorre (al Poder) un miedo que le hiela la columna vertebral.
Miedo a que los ciudadanos armados se unan a los ciudadanos desarmados y la armen contra los abusos del Poder.
Miedo a que los ciudadanos armados se unan a los ciudadanos desarmados y la armen contra los abusos del Poder.
Surge por ello la
necesidad y el momento de “hacerle la pelota” a policías y guardias civiles (y
en ciertas guerras absurdas por no ser de defensa, a los ejércitos).
Estos días
precisamente (Octubre) se cumplen 100 años de la revolución rusa que triunfó
porque policía y ejército no acataron las ordenes de cargar contra el pueblo,
hartos como estaban de morir en una guerra (la 1ª mundial) de esas entre ricos
(naciones) pero en la que sólo mueren los pobres.
Pero bajemos a la
actualidad. Al 1 de Octubre del 2017 pero en Cataluña (España).
El Gobierno de turno
(PP) configurando un trípode (estructura estable por naturaleza) con PSOE y
Ciudadanos, decidió enviar “trabajadores armados” para evitar que “trabajadores
desarmados” (ciudadanos) fueran a votar a un referéndum prohibido (sobre si
querían ser independientes o no).
Naturalmente la
situación era delicada ya que se pudo producir un cortocircuito de simpatía
(obrero armado con obrero desarmado) y (re)volverse todos a una contra el Poder
(que sin las fuerzas armadas, a las que paga con nuestro dinero, no tendría
poder).
Y conscientes los
poderosos de que más envites de ese tipo (el roce hace el cariño) pudieran
acabar generando cortocircuitos de afecto entre unos y otros trabajadores, dio
orden (a través de sus medios de comunión de masas) de adular a los cuerpos
armados (Que en todos los cuarteles de la Guardia Civil, cuya patrona por
cierto es una Virgen, todos los discursos fueran de apoyo a los que estuvieron
y están en Cataluña, lo confirma).
Usar a la fuerzas
del orden contra la población propia (no contra bandas de delincuentes) o ajena
(guerras) es un acto contra-natura (enfrenta a obreros contra obreros), o si se
quiere es enfrentar a ciudadanos normales contra ciudadanos normales.
Y la prueba de
que eso es un despropósito lo muestra la
historia (nuestra y ajena).
Adular a las fuerzas
del orden para que “ocupen” Cataluña (porque les interesa a los poderosos de
España, que si no ordenarían a Rajoy negociar) amen de amargar la existencia de los que allí viven
habitualmente cumpliendo su deber de perseguir la delincuencia (policía
nacional y guardia civil), es un despropósito que encima perjudica a los
adulados (a quienes se les pide algo tan irracional como que consideren a miles
y miles de personas delincuentes).
En resumen: Respeto
y honor a las Fuerzas y Cuerpos Armados, pero recuérdese que adularlos para que
asuman con entusiasmo tareas moralmente duras (contener al pueblo) va contra el
sentido común, y parece pretender inducirles a que se crean extraterrestes sin
sentimientos, olvidando que son trabajadores armados cuya misión es defender a
los trabajadores desarmados.
PD: Por el mismo
razonamiento pero expuesto al revés, deben entender ciertos “revolucionarios”
que considerar a los cuerpos armados el enemigo de clase, es un error
monumental que celebran con cava los poderosos.
Paco
Molina. Zamora. 20 de Octubre del 2017
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