jueves, 26 de enero de 2023

CONDENA : LIBRO DE CONCHA PELAYO. Mi pequeña contribución

  


CONDENA : LIBRO DE CONCHA PELAYO.  Mi pequeña contribución

Concha Pelayo se ha convertido en la Sheherezade de Zamora.

Ya saben, Sheherezade, la esclava árabe que condenada a muerte llegó  a un acuerdo con el Sultán por el que éste no mandaría ejecutar la sentencia mientras la bella mora fuera capaz de contarle un cuento cada noche, de manera tal que el último oído dejara abierta la curiosidad, la intriga y las ganas por conocer el siguiente.

Dicho trato duró, ya saben, lo que se conoce como “Las Mil y Una Noches”.

Pues bien, casi seguro que Concha Pelayo, nuestra también bella e inquietante escritora, va por cerca de los mil y un relatos; aunque ello no con el afán de salvar su vida (que afortunadamente está en muy buen estado) si no para salvar la nuestra……del aburrimiento.

De pequeños nos encantaba oír la palabra “excursión”. Cuando se oía en casa, en el colegio o en cualquier otro lugar que íbamos a “ir de excursión” se nos aceleraba la alegría, la emoción, la vida.

Íbamos a ir de excursión.

Más tarde, cuando en el instituto cambiaron el término “ir de excursión” por el de hacer actividades extraescolares o viajes culturales, nos desvelaron de paso qué significaba “ir de excursión”.

Y entonces lo comprendimos todo de golpe: el tobogán de sensaciones que provocaban las excursiones, los descubrimientos que sabíamos que habría en esos viajes, la vida elevada a la enésima potencia que viviríamos. Todo era porque resulta que “EXcursión”, nos dijeron, significaba “salirse del curso”, del curso de la vida,

Salir de excursión es salirse de la monotonía de la vida, y por tanto y curiosamente, darle una transfusión de vida a la vida.

De ahí el éxito de los libros. Los libros nos llevan de excursión.

Como cuando tu madre te preparaba un bocadillo y una humilde cantimplora (“come, no dejes de comer”) y tu padre aportaba un         consejo y algunas pesetas, así, cuando tú te acomodas para leer, en tu rincón favorito, con tu bebida preferida, y empiezas la lectura, así renacen tus excursiones.

Aquellas con la familia, aquellas con el colegio, aquellas con las amistades, aquellas con el pecado, todas las que viviste y ahora leyendo quieres seguir viviendo: para “salirte del curso de la vida y sentirte, otra vez,  más viva aún, más vivo”.

Y esa es la gran vocación de Concha Pelayo, convertirse en escritora, serlo y escribir sin tregua para llevarnos, continuamente, de excursión.

Por esa vocación, y esa capacidad suya de escribir muy bien, es por lo que ha sido prolífica, abarcando todo tipo de literatura: poesía, teatro, narrativa, viajes (¡viajes!)….y ahora periodística.

En esta ocasión y en esta excursión, en este sacarnos de la vida cotidiana y monótona, nos propone nada menos que visitar una cárcel, nos sugiere ir de excursión ¡a ver el infierno desde dentro!.

¿Qué ocurre entre la escoria de la sociedad, cómo se convive entre los malos, entre lo peor de lo peor?

No me digan que la excursión no es emocionante. Pues no se la pierdan porque disfrutarán como en aquellas excursiones del colegio.

Y por último 2 advertencias.

Una para usted feliz excursionista. Tenga en cuenta que dado que todo lo que leerá está basado en hechos reales, no debe creer todo lo que oye porque precisamente si hay algo falso en el mundo es la realidad contada por los protagonistas de la realidad.

Y la otra para mi amiga Concha Pelayo, a quien agradezco infinitamente la confianza que a veces deposita en mí, como ahora con el encargo de este prólogo.

Te cuento. Deslizándome feliz por la Montaña Rusa de este texto tuyo, vi que te llevaste la misma sorpresa que tuve yo hace años.

¿Cómo  es posible que las cárceles, que por definición parece que deberían ser lugares abyectos al que nadie quisiera ir, resulten ahora tan confortables y acogedoras como un hotel de 5 celdas?.

Pues bien he aquí la respuesta. Me encontré con ella recién reinstaurada la democracia en España. En una entrevista, un preboste que no recuerdo quien era, dijo muy serio: “en una dictadura lo lógico es que la sociedad no gaste nada en las cárceles, pero,  en una democracia, considerando que en ellas podemos acabar también los poderosos, cuanto mejor estén, mejor”.

Salud con suerte y buen humor, amables lectoras y lectores, y que disfruten de ésta apasionante excursión.

Francisco Molina Martínez    

 

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