VIVA LA
FAMILIA.
Dice el saber popular: “¿La
familia?, la Sagrada y en un marco”; pero hoy debemos tomarla como ejemplo.
Todo indica que pasados los seis
millones de parados, caminamos inexorablemente hacia los siete. Y los que se
ofrecieron a evitar este hundimiento total, no parecen saber parar la sangría, por más que
supliquen que les dejemos un ratito más usar su mayoría absoluta (curiosa por
cierto, pues tienen más del 50 % de “padres
de la patria” con sólo el 33% de los votos de “hijos de la patria” votantes).
Ante ese monstruoso paro es
evidente que si no hay gente pidiendo por las esquinas o rompiendo farolas, es
porque, mal que bien, la gente “va capeando el temporal”.
¿Y cómo? Gracias a las ayudas de
la familias respectivas.
Por eso debemos preguntarnos, qué es lo que hace una familia para arreglar
la situación de uno de ellos, porque esa es la
fórmula que se debe aplicar para arreglar la situación global.
Si porque España es una gran
familia, o eso nos dicen, por la que incluso a veces, queramos o no mucho a los
cuñados, tenemos que morir en Afganistán, sin ir más lejos. Por no hablar de
que el Rey, como un padre, nos dice unas palabras cada Nochebuena antes de que comamos
“en familia”.
Hay mejores ejemplos del carácter
familiar de una sociedad pero no merece la pena detenerse en lo elemental.
Establecido pues que la fórmula
que utiliza la “familia Rodríguez” debe ser la misma que aplique la “familia España” para salir de la crisis,
analicemos aquella.
Que por cierto, es muy sencilla porque
es eterna, y la utilizaban hasta las tribus más primitivas: se trata de que los
miembros de la familia que tengan pudientes les den dinero o bienes, a los
miembros de la familia que están “arruinados” o que no tienen dinero porque
tienen déficit (al mes gastan más de lo
que ingresan).
Así de sencillo de formular es el
asunto; en España sólo hay salida de la crisis si los que tienen dinero se lo
pasan a quienes no lo tienen, como hacen las familias.
Por cierto hay crisis porque la gente vive mal y sufre, siendo falsa
cualquier otra definición, y siendo falso por tanto que la salida de la crisis
consista en vivir mal y sufrir unos años.
Pero como eso de que España es
una familia “no me lo creo ni yo”, no va a ocurrir lo que espontáneamente se da
en el ámbito familiar, y nadie adinerado va generosamente a soltar su dinero
para “dárselo al cuñado vago que encima vivió por encima de sus posibilidades”
como dicen los ricos de sus compatriotas arruinados.
Pero es ahí donde debe intervenir
el Estado, imponiendo leyes que vayan en ese camino, que pase el dinero de los
que lo tienen a los que no lo tienen. Y que por no tenerlo, no sólo lo
necesitan, sino que también lo merecen ya
que no son culpables de que se les niegue el trabajo que buscan, y no sólo eso sino
que si no tienen dinero no consumen y entonces la espiral de la ruina para
todos es imparable..
Por tanto, para acabar con el
déficit hay que reducir gastos superfluos (sin tocar los esenciales) y aumentar
ingresos.
Y para esto último el pariente
rico “debe dar dinero al que le va mal” aceptando democráticamente una ley que
le obligue a pagar más por lo que gana (incremento de los impuestos directos en
forma progresiva: que paguen más porcentaje los que ganan más); aceptando
democráticamente otra ley que le quite el dinero que oculta en paraísos fiscales; y
q una tercera ley democrática que le persiga sin tregua si posee dinero negro
obtenido por malas prácticas laborales o sociales.
Ante esto tan elemental, la gente
cree que es más científico, porque lo dicen presuntos economistas, esperar a
que todo mejore sacrificando más y más a quienes menos tienen, y cebando más y
más a los poderosos, porque según la parábola del Rico Epulón y el Pobre
Lázaro, si resulta que Lázaro vive de comer la migajas que caen de la mesa de
Epulón, lógicamente cuanto más se atiborre Epulón de marisco, más y mejor comerá Lázaro.
Lo que es la propaganda.
Paco Molina
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