lunes, 9 de junio de 2014

LIBROS, ATAUDES Y ZAMORA


LIBROS, ATAUDES Y ZAMORA

Si adoras a un Dios  tienes que cargar con “su” diablo correspondiente (proverbio ateo).

Este refrán, recién inaugurado, nos recuerda que no se puede ser creyente del capitalismo (en este caso) y querer parar su infernal carrera. Y viene esto a cuento de los sufrimientos que están sufriendo los comerciantes de toda la vida (y nunca mejor dicho pues DEJAN LA VIDA EN EL NEGOCIO) contra los capitostes de las grandes empresas en ese campo de batalla abierto a la libertad de horarios comerciales.

También viene a cuento de la desigual batalla que los libreros, al pie de la letra (nunca mejor dicho tampoco) están librando, sin poderse librar de ella, contra los vendedores de analfabetismo desde los grandes templos del consumo, vulgo grandes superficies y pequeñas cabezas.

Pero claro, estás luchas desiguales, que son las últimas de la historia pero que no serán las últimas del proceso, no son más que el demonio de esa religión en la que Dios es el Dinero, los obispos son los banqueros y los creyentes (como su nombre indica) los que creen en el sistema.

Y puesto que hay creyentes, prediquemos para ellos, para que no se diga que nos perdemos en elucubraciones pero que no resolvemos problemas concretos. Cojamos pues (por los cuernos, en homenaje al Decamerón) el tema de los libros.

Respecto a los libros de texto, o las cosas siguen como antes, o como ahora, o aplicamos la teoría de la mili-obligatoria.

Usted que es inteligente a más no poder (nunca mejor dicho porque el poder es quien no le deja serlo más) recuerda que cuando la mili era obligatoria, ibas a ella a la fuerza pero….POR LO MENOS TE PAGABAN EL FUSIL, el traje de faena (nuca mejor bautizado), el de gala, etc.. Dejándote al final llevarte lo que era intransferible (la ropa) y teniendo que dejar el rifle para mejor ocasión (la Virgen no lo quiera).

A raíz de este razonamiento decimos, que puesto que la enseñanza es obligatoria (hay que estudiar a la fuerza) los libros, como el fusil o como el traje de faena, hay que darlos gratis (es decir que tiene que pagarlos el estado).

Parece que esta fórmula complacería a todos menos a las grandes superficies.

Pero ante este buen acogimiento de la idea hay que preguntarse. ¿En qué están pensando todos y cada uno de los afectados incluidos los padres de las criaturas? ¿Qué todo sería como hasta ahora pero gratis? ¿Qué las editoriales tendrían garantizada la venta de todas sus existencias? ¿Qué puesto que todo es gratuito se va a seguir tirando dinero en algunos libros que no sirven para nada y que están hinchados con fotos, dibujos y galimatías, para tener más páginas y así más precio?

En paralelo con esto también se debe recordar que también es obligatorio enterrar a los muertos y todavía no se le ha ocurrido a nadie pedir que el entierro lo pague el estado (Con la conocida excepción de que a los que no tiene pudientes se lo financian, lo mismo que por lo mismo también les pagan los libros mediante becas  a los no pudientes de la enseñanza)

Sin embargo la idea de que lo pague el Estado (el entierro) es buena. “Si me tengo que enterrar a la fuerza que me paguen el entierro o me quedo fuera”

Ahora bien, el paso siguiente es qué tipo de entierro nos pagaría el Poder ¿el de primera con ataúd de caoba o el de tercera con caja de formica?

Indudablemente no puede quedar a gusto del cliente para evitar abusos y la ruina de todos. Lo correcto es que se estipule lo que cuesta el entierro más normalucho (sin plañideras de oficio) y que esa cantidad se le de  a la sufrida familia del finado, una vez que demuestre que enterró al difunto.

Pues bien, la misma regla de tres debe aplicarse al tema de los libros. Hay que hacer un estudio para fabricar un libro de texto sencillo y suficiente por materia, y a partir de ahí, contra la presentación de la factura de los libros comprados, que se les de a las familias la pequeña cantidad que cueste ese otro libro no abusivo, que sería el libro obligatorio.

Queda así resuelto el problema de cómo ganar todos con la cuestión y además queda resuelto de la mejor manera posible, no dejando a nadie contento, pero ya se sabe: “quien adora a un Dios tiene que cargar con el demonio que le corresponde”.

Paco Molina

Zamora-6 de Octubre del 2000

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