miércoles, 21 de septiembre de 2011

Religiones y sexo



La mística de la obsesión sexual

Basta con aceptar la tesis contraria para dejar en evidencia la teoría de que el ser humano nace con ombligo y además con un cierto sentimiento religioso.

Aceptemos ese absurdo un rato. 

Nos estamos creyendo que todos nacemos con un cierto sentir de carácter religioso. Vale.

 Sin embargo, hay varias religiones: Entonces ¿cuál es la Verdadera? Respuesta, moderna y ortodoxa, todas son la Verdadera porque lo que cada persona requiere es una conexión con Dios, y como éste es Espíritu cada cual lo ve a su manera. Magnífico, y ahora, cuéntesenos ¿por qué todas las religiones coinciden en el mismo fenómeno, el de la represión de lo sexual? ¿Por qué? Y ¿por qué en todas las religiones la represión citada se ceba en mayor medida en las mujeres? ¿Tiene ese Dios algún problema sexual? (Evidentemente sí, el mismo problema sexual de quien lo inventó).

Qué casualidad pero: Resulta que todas las religiones prohíben el sexo o los placeres derivados de él. Todas disculpan la guerra y respetan la  propiedad privada. Todas favorecen al macho de la especie, y todas crean súbditos obedientes que entienden las virtudes del sacrificio, la familia y lo necesario que es dejarse guiar por los que mandan, para  así no meterse en líos en esta vida y alcanzar luego, en el más allá, en el Futuro, otra mejor.

En definitiva, todas las Religiones (al menos las que han sido permitidas y patrocinadas por el Poder de Turno) tienen como misión fundamental la de favorecer un lavado de cerebro de los fieles-súbditos, para que estos estén en condiciones de obedecer mejor y hasta extremos increíbles (como morir por el Jefe o las Ideas del Jefe, que lo mismo es).

Y para todo eso, el anular o amortiguar o demonizar el instinto de placer es fundamental. De esta manera es más fácil luego moldear al individuo para que esté dispuesto al sacrificio máximo, la muerte. O sea a la renuncia del Instinto de Conservación o Supervivencia. Que el truco sea que le pidan matar por la Patria en vez del morir por ella, todo el mundo entenderá que es la misma cosa ¿no?.

Del libro LA ESTAFA SEXUAL de Paco Molina.


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