miércoles, 18 de enero de 2017

Sin líderes se va a paso de tortuga si no de cangrejo


-Duererías: Sr. Molina, si hay alguna cuestión más a la que le hubiera gustado responder, pero no se la hemos formulado, por favor, coméntela.

Me hubiera gustado que me preguntaran si la izquierda debe tener líderes.

Porque es importante el asunto, y porque estoy trabajando en ello, avanzando aquí algo que deja la puerta abierta a cualquier otra colaboración con Duererías.

A veces, para saber lo que necesita la izquierda basta observar lo que hace la derecha, que con tanta experiencia en el poder se las sabe todas.

Y la derecha tiene claro que son necesarios los líderes; por eso se los inventa para ella (añadiendo virtudes virtuales a cualquier imbécil que pase allí, para dar el pego).

Pero no solo eso, es que taxativamente, asesina, si puede, y suele poder, a cualquier líder que surja en el campo de la izquierda. Recuérdese que Lenin sufrió un atentado que fue concluyente para su salud; Lumumba fue asesinado por confiar en la ley de la ONU, y para qué hablar de los intentos contra Fidel Castro, etc.

E incluso el acoso mediático contra Julio Anguita cuando se convirtió en un peligro hacienda subir a IU del 10% de votos, son ejemplos someros pero existentes.

Por tanto, bastaría lo dicho para confirmar la necesidad de un liderazgo.

Sin embargo no es esa la teoría de la izquierda, y ello por culpa de un razonamiento equivocado. La izquierda suele mezclar dos cuestiones.

Una es la de que todos somos iguales -cierto- y otra es la de en qué cosas somos iguales —que no es en todo (lo mismo que confunde los valores burgueses -repudiables- con los gustos burgueses-universales-)

Todo ser humano es igual a otro porque tiene las mismas necesidades básicas: necesidad de vivir, necesidad de placer.

Y por eso todas las leyes deben tratar a todos por igual para ayudarles a conseguir esos alcanzables objetivos (que han perdido ese carácter, porque deambulamos por la ley de la selva del capitalismo-amañada a favor del León y contra la Gacela, para más INRI).

Sin embargo, no todas las personas tienen las mismas cualidades productivas: inteligencia, fuerza, resistencia, salud, etc. 

Lo cual por otro lado no supone nada que rompa la igualdad esencial de las personas.

Sin embargo, claro, en una sociedad competitiva y despiadada, esas si son diferencias que abren abismos, porque son como un sálvese quien pueda que permite arrasar a las mujeres y los niños al buscar el bote salvavidas del trasatlántico que se hunde.

Lo dicho lo distinguían bien los filósofos del comunismo y el anarquismo, cuando predicaban: “a cada uno según sus necesidades de cada uno según sus posibilidades”

Pero hay más motivos para entender la necesidad de líderes en la izquierda, y aquí entro en mi TEORÍA DE LA TORTUGA DE GAUSS.

Como se sabe Gauss estudió lo que en probabilidades y estadística se denominó la Distribución Normal, indicando lo de “normal” que eso es lo lógico, y que lo contrario es deficiente e irregular.

Por ejemplo, lo normal es que si se estudia un grupo de personas al azar, y si se miden sus estaturas, aparezcan muy poquitas altísimas, otras poquísimas bajísimas, y el resto, la mayoría, con alturas parecidas a la media.

Si el estudio se hace para el peso de las mismas, lo mismo. De manera tal que lo normal es que haya -en una clase- muy poca gente con buenísimas notas, otra escasísimas con malísimas, y que el resto se acumule hacia la nota media, el 5.

Después de comprobado esto, Gauss representó los resultados en gráficas saliendo curvas que llamó las Distribuciones Normales, y aparecía siempre la conocida como Curva de Gauss.

Esta curva, como ven, presenta el perfil de un caparazón de tortuga cortado longitudinalmente, y mi teoría afirma que ese parecido, aunque casual, resulta premonitorio y un aviso para navegantes, por lo que vamos comentar.

Si el parámetro que le medimos a la gente, en vez del peso o la estatura, es la inteligencia, o la capacidad de razonar, o algo por el estilo, nos saldría una Distribución NORMAL; es decir, mucha gente con una inteligencia media, y luego, así, disminuyendo hasta llegar, por la derecha de la curva, a los poquísimos supra- inteligentes o preparados, y de manera simétrica, hacia la izquierda, los que se acercarían a los de menor coeficiente intelectual.

Esta distribución permite que los valores de derechas “puestos en boca de líderes” —es decir de gente que está en torno a la máxima inteligencia- sean fácilmente asimilados por el resto.

De hecho es tan así, que los Poderosos han inventado a los Dioses para que sean ellos los que hablen, y claro ¿quién sabe todo? ¡Dios!, luego no hay mayor líder, y así, los conservadores tienen en consecuencia los mejores lideres humanos: Cotorras que se limitan a repetir lo que dicen que dice el Dios de turno. Y la chusma, que no es  tonta, sabe que hay que hacer lo que dice el más inteligente de la Curva de Gauss, que es Dios, faltaría más.

No hay nadie más a la derecha (ni en la curva, ni en la vida) que Dios.

Y para las cosas cotidianas, la derecha se inventa lideres, o filósofos, o intelectuales o Agamenones, para que, dado por sentado que están a la derecha de la curva, el pueblo sencillo trague; porque no es tonto y piensa: "Si esto me lo dice el que sabe, que voy a decir yo, que apenas conozco las cuatro reglas".

Y aquí topamos con el primer problema de la izquierda. ((el segundo es: si me dominan con armas, ¿debo liberarme con armas?, que hoy no tratamos)) que piensa que como es dominada con ideologías tiene que oponer un ejército o cuerpo teórico, contra esas ideologías dominantes.

Y la batalla es tan dura y difícil que la actual vigencia del Pensamiento Único, viene a ratificar que de momento esa guerra está perdida.

Pero vayamos al tema, ¿por qué necesita la izquierda líderes?

Porque mientras no los tiene, gran parte de la gente de la curva de Gauss se limita a obedecer o seguir a los cuadros (Que es como se llama, en la familia revolucionaria, a quienes están muy documentados sobre lo que ya existe pero de ahí no pasan; están algo a la derecha en la curva, pero no tan a la derecha como para generar nada nuevo. Sin tener un pelo de tontos sin embargo no llegan a líderes; su misión es mantener en ebullición al grupo mientras surge un líder, siendo lo malo que sean ellos quienes se crean el líder que no son)

Y volviendo a la estructura de la Curva de Gauss, es ella la que permite al Poder jugar a la democracia, autorizando las democracias anquilosadas, como las diseñadas en Occidente. Ya que para el Capital no hay problema en dejar que la gente vote libremente porque la mayoría va a poyar a los cuadros- de derecha e izquierda-, es decir, ganen unos u otros, se avanzará a paso de tortuga (La Curva de Gauss pasa a ser la Tortuga de Gauss) .

Sin embargo, cuando aparece un líder -alguien que sabe, que cautiva, que emprende, que apuesta, que convence, que lleva a una tierra prometida- las innumerables individualidades de la curva de Gauss- los pueblos- rechazan a los intermediarios-los técnicos del Partido, los notables, que no sobresalientes- y se ponen a seguir al líder con los ojos cerrados.

Y lo que es mejor, hacen que los jefes de poca monta, se callen un buen tiempo, para no ser desbordados por las masas y los acontecimientos.

En esos periodos, con un líder, la Tortuga va a la velocidad de alguien que está en su cabeza –tiene cabeza- sabe a dónde va y lo hace deprisa.

Si se estudia la Historia se verá que los saltos adelante de las clases oprimidas, del proletariado, de las gentes que dependen de su trabajo para poder vivir, coinciden con líderes de izquierda, sean prácticos o teóricos. 

(Repárese en la valiente y eficaz resistencia del Pueblo Cubano y la existencia para ellos de un líder: Fidel Castro)

Si es que es posible ser líder sin ser un centauro práctico-teórico, pero esa ya es otra historia.

Paco Molina. Publicado a modo de entrevista en Octubre del 2006 por Duererías (Revista Filosófica)



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