viernes, 8 de diciembre de 2017

SOY DIOS (documento desclasificado)


SOY DIOS


- Soy Dios. No creo que tú necesites ninguna prueba, soy Dios. No te voy a dar ninguna señal de mi verdad, porque yo soy la Verdad y porque tú eres mi representante en la Tierra. Mañana te anunciaré algo importante y grandioso.

La primera reacción del Papa fue no creérselo, no creerse lo que sus ojos y oídos habían sentido.

Repasó sus propios pasos; después de cenar fue al cuarto de baño a lavarse los dientes, usó la taza y a continuación, con el ritual repetido de cada noche vaticana, se dirigió a su capilla privada. Fue allí y mientras rezaba, pidiendo por la paz del mundo, cuando se le apareció: era una figura incompleta, como de locutor de telediario, pero con los rasgos típicos de Dios, el mismo Dios que todos imaginamos sentado a la izquierda de Dios-hijo. Además, la voz no dejaba lugar a dudas, era el Creador.

Turbado y conturbado, Su Santidad volvió a sus aposentos, allí se tumbó en la cama, cosa que solía hacer para pensar mejor, y analizó: “Creo que se me ha aparecido Dios, pero un Dios tan igual en la voz y en el gesto al que está en todas las pinturas, en todos los retablos, que tal vez sea una sugestión mía".

I

- Soy Dios y lo que voy a comunicar a la Humanidad  -a través de ti-  es tan grande y hermoso que no he querido enviar a la Virgen, ni ningún otro santo, para esta misión, no fuerais a ponerlos en duda como otras veces. Tampoco, y por lo mismo, he querido que el mensaje llegara a través de pastorcillos, parados o señoras de pueblo. Empezaríais largos procesos de verificación, y lo que os voy a decir es tan bello y sublime, que debéis conocerlo inmediatamente. Por eso te hablo a ti directamente, al descendiente de Pedro, al representante de Dios en la Tierra, al Papa.

 - ¡Oh! Dios mío - musitó el Santo Padre.

- Escucha: A partir del 1 de Enero del año 2000 no volverá a haber guerras en la Tierra. ¿Me has comprendido?

- ¡Oh! Santo Dios. A partir del próximo siglo no va a haber guerras.

- En efecto: A partir del 1 de Enero del año 2000 no volverá a haber guerras en la Tierra.

Desapareció. Entonces, el Papa bajó su mirada y adoptó una postura de recogimiento.

- Lo hemos visto, nosotros también lo hemos visto - gritaron tras él unas voces histéricas y discordantes.

II

La noche anterior Su Santidad, embargado por la duda llegó a consultar con su hombre fiel, un cardenal, y éste, a su vez, sugirió incorporar a la deliberación a su brazo derecho, otro cardenal. El asunto que les ocupaba fue calificado de extremadamente delicado y, por tanto, secreto. No obstante, la otra resolución tomada, exigió una ampliación en el número de iniciados, ya que habían decidido instalar una cámara secreta de vídeo, para ver si podían grabar la supuesta aparición, no fuera a ser que el Papa, por la edad, empezara a desvariar. Su Santidad estuvo de acuerdo.

Por eso, ahora, cuando todos los que estaban en la sala privada de proyección habían visto y oído, con sus propios ojos, a Dios, la espera para la proyección del vídeo era de verdadera angustia.

¿Habría podido grabarse lo que ellos tan claramente vieron y oyeron? El ruido de la cinta en marcha les cortó la respiración. Aparecieron unas barras propias del casette, luego, algo de oscuridad, como si se hubiera grabado sin apenas luz y de repente... Dios, y no sólo Dios, también su voz "SOY DIOS..."; todo ello grabado íntegro y con una nitidez cristalina.

III

A continuación todo se produjo, si no como Dios manda, sí como debe ser.

¿Cuándo y cómo comunicar al género humano aquella trascendental noticia? Para decidirlo quedaron reunidos, aquella misma noche, el Papa y las escasas personas de su entera confianza.

El lugar desde donde se debía comunicar el mensaje de Dios se resolvió sin un titubeo: sería desde la Plaza de San Pedro en Roma; pero había que conseguir que todas las televisiones mundiales retransmitieran en directo el acto.

Resuelto; para conseguirlo deberían estar presentes en el acto todos los Jefes de Estado, en representación de todos los países de la Tierra, por pequeños que éstos fueran, al fin y al cabo se iba a anunciar la Paz, una paz garantizada no por los cascos azules sino por la Palabra de Dios.

El día D, el día de Dios, tendría por tanto que atrasarse, hasta una fecha en que fuera posible contar con todos los representantes de los Estados del Planeta.

Esta decisión se adoptó por mayoría -hubo que votar- y entre esa mayoría se encontraba el Santo Padre.

Sólo hubo uno entre los allí presentes que se opuso, ya que defendía la idea de que algo tan bello –no habrá más guerras- comunicado por el mismísimo Dios –cuestión que certificaba el video- al representante de la Iglesia –lo que confirmaba que se trataba de la religión verdadera- no tenía por qué demorarse, y menos para esperar a Jefes Estado, muchos de los cuales posiblemente no querrían ni venir, ¿acaso iba a venir Jomeini, a reconocer públicamente que Alá no es Dios, que el verdadero Dios es el Dios de los católicos?, ¿o acaso iba a venir Pinochet, a oír que nunca iba a haber guerras, cuando si no hubiera guerras él no sería general y por tanto nada?.

 El mismo Papa frenó estos argumentos, pidiendo que se disculpara la vehemencia de quien los defendía, recordando también que lo que más le gustaba de monseñor X era su simpleza, y que por eso lo tenía como uno de sus asesores, para que actuara como contrapunto, pero que lo correcto era seguir confiando en Dios, y más ahora que tenían no sólo Fe, sino evidencia de su existencia.

- Además -añadió Su Santidad-, si la paz va a existir en el siglo XXI es porque el Señor está trabajando para ella, o sea, que está trabajando en las mentes de todos los hombres, desde el más poderoso de la Tierra, hasta el más humilde, por tanto, también los hermanos Jomeini y Pinochet entenderán. ¿No le parece, monseñor?.

Monseñor calló. Se aprobó el plan y Su Santidad pasó a descansar unas horas. Amanecía y se presentaba una tremenda jornada de trabajo, era por tanto necesario recuperar fuerzas.

IV

 Le despertó un sudor frío. Miró el reloj y le extrañó que apenas hacía dos horas que se había dormido. Qué raro que el valium no hubiera hecho el efecto acostumbrado. Lo cierto es que, no había terminado de ser consciente de que estaba despierto, cuando una impertinente idea ocupó su cabeza: Si no va a haber guerras sobran los militares y ¿quién se lo dirá? Lo que ha dicho monseñor X de Pinochet puede ser una simpleza, pero....

V

Cuando en la Casa Blanca recibieron la comunicación ultrasecreta del Vaticano, demandando una reunión urgente con el Presidente de los EEUU de Norteamérica, porque al Papa se le había aparecido Dios, las risas fueron tan fuertes que habrían destrozado los tímpanos de cualquier agente ruso que hubiera podido  -cosa imposible- estar escuchándolos con micro-micrófonos ocultos.

Una vez serenados los ánimos y los terremotos de hilaridad que habían movido sus carnes, el Presidente resolvió:

- Que se acerque nuestro embajador en Roma al Vaticano a ampliar datos, no vayamos a ir nosotros, se nos aparezca Dios y nos coja con estas pintas –

Y las propias carcajadas del Presidente arrastraron las de los demás, corriendo en tropel tras el chistoso chiste.

Cualquiera que hubiera visto al Papa, disfrazado de intelectual, descendiendo del avión secreto que le había llevado a la base secreta, de los servicios secretos, del país más cinematográfico del Globo, habría sentido que las Obras de Misericordia se quedaban pequeñas ante la misericordia que provocaba tal imagen.

VI

Tras proyectarles el vídeo repetidas veces, Su Santidad y su séquito -cinco personas- tuvieron que responder a un verdadero interrogatorio de los asesores del Presidente.

Nadie se creía que Dios se hubiera aparecido y menos para anunciar el fin de las guerras.

Pero la cólera de Este estalló a través de su representante en la Tierra. En efecto, Su Santidad, cuando ya llevaban cerca de cuatro horas de reunión, dio rienda suelta a una ira hasta entonces contenida y tras una brillante, tenaz y eficaz intervención, en que incluso amenazó con denunciar secretos que podrían perturbar la paz social de Occidente, pudo hacer que los contertulios aceptaran: primero, que Dios existía; segundo, que se había aparecido al Jefe de la Iglesia Católica, y tercero, que había profetizado el fin de las guerras.

Al terminar, el silencio que se produjo tras la intervención del Santo Padre, el Presidente de Norteamérica, abriendo por primera vez la boca, añadió:

 - Habréis observado que lo que el Sumo Hacedor profetiza es el fin de las guerras en la Tierra, pero no dice nada del espacio, no dice nada del cosmos, luego se confirma como buena mi propuesta de seguir desarrollando la guerra de las galaxias.

- Eso, y tampoco dice nada sobre las guerras civiles y mucho menos sobre la guerra de guerrillas - añadió de sopetón uno de los íntimos colaboradores del Presidente.

Pero Su Santidad no les dejó seguir. O bien por inspiración divina o simplemente por ser de natural más inteligente que los que estaban allí, el caso es que se hizo, tras su apasionada exposición anterior, el dueño de la situación.

- No desvariemos, señores. Sin salirnos por la tangente, el problema está AHI, y por eso yo les había anunciado su gravedad. Puesto que no va a haber guerras, ya que lo ha dicho Dios, ¿qué hacemos con los militares?, ¿qué hacemos con la industria de armamentos?

VII

La trilateral no es un triángulo equilátero, sus tres lados no son iguales. 

Ahora, el que estaba reunido era su lado más importante, su lado esencial, ya que los otros dos existían para darle apariencia de organización con una cierta estética y por tanto con una cierta ética.

El Orden del Día de aquel encuentro delicado, secreto y oculto decía escuetamente: “El futuro. Siglo XXI”. Cuatro palabras que sólo pretendían hacer discreto lo que de verdad se estuvo tratando y que fue el conjunto de posibles repercusiones que podría tener la desaparición de las guerras, anunciada por Dios.

Si desaparecía la carrera de armamentos desaparecería el río de dólares que ella generaba para sus empresas, si desaparecían las guerras civiles desaparecería la posibilidad de controlar o desestabilizar la política de otros países, si desaparecían las guerras desaparecería "la amenaza de guerra" y la deuda de los países del Tercer Mundo no sólo no se cobraría, sino que además, ello lo sabría la opinión pública mundial, con lo que la crisis bancaria sería peor que un choque de planetas,...

Los análisis y sus conclusiones eran tan negativos y tan cruelmente sinceros, que en uno de los momentos de máxima desesperación, uno de los miembros del Club Más Poderoso del Globo, con gesto de espanto exclamó:
"¡Santo Cielo, Dios se ha vuelto loco!"

VIII

En la OTAN, las intervenciones de los Presidentes de los Gobiernos ce los Estados Miembros se producen como las salidas de los ciclistas en una etapa contrarreloj, en orden inverso a su situación en la clasificación general, por eso fue el Presidente del último país que entró en la organización el que tuvo que tomar en primer lugar la palabra, para dar su opinión sobre la cuestión planteada: Ya que se va a comunicar al género humano el mensaje de Dios, de que no va a haber más guerras, ¿debemos comunicar simultáneamente la disolución de la OTAN? –

-Excelentísimos señoras y señores mandatarios, no creo que haya nadie que haya luchado más por la paz que yo, ni creo que haya nadie que haya repudiado más los bloques militares que yo, y ahora cuando nos cuestionamos la posibilidad de la disolución de la Organización del Atlántico Norte, porque Dios ha comunicado que no va a haber más guerras, yo podría decir ¡disolvamos la NATO!, porque me lo pide el corazón. ¡Pero ello sería una irresponsabilidad por parte mía!, no fui yo quien metió a mi país en esta organización, fue mi pueblo, en referéndum, el que voluntariamente quiso estar aquí, en las trincheras que defienden al mundo libre, por ello señoras y señores mandatarios, yo contesto a la pregunta planteada, con esta respuesta: Será mi nación, la que mediante referéndum decida si debemos salirnos de la Alianza Atlántica, y en este sentido, les puedo adelantar que ya tengo a expertos estudiando cuál será la pregunta.

 En la reunión, la más secreta celebrada por organismo alguno, estaban los Jefes de Gobierno de los 16 países miembros, asesorados por dos o tres personas cada uno. Cuando ya habían intervenido al menos media docena de estadistas, se podía decir que lo único claro era la oscuridad. Se palpaba que nadie sabía qué hacer.

De súbito, fueron interrumpidos por el Comandante Supremo de las Fuerzas Conjuntas, que acompañado de un nutrido y selecto grupo de generales y almirantes, pidió atención, sin pedir permiso, para leer un comunicado de Todos los Ejércitos de Todos los Países de la OTAN, al que se adherían todos los Ejércitos del Mundo Libre:

"Los abajo firmantes consideran una irresponsabilidad rayana en la traición, la supresión de bloques militares, ejércitos y, en general, cualquier fuerza armada, por cuanto dejaría expuesta la civilización occidental y cristiana a las hordas marxistas y el caos.

Recordamos a nuestros mandatarios que su poder es un poder democrático, emanado del pueblo, y es ese mismo pueblo el que para sentirse protegido y libre ¡reclama la existencia de ejércitos que los protejan!, ejércitos que defiendan la paz. Por tanto, de decidir clausurar la OTAN, en nombre del pueblo que nos dio las armas y en su defensa, y en defensa de la libertad de esos pueblos, nos veríamos obligados a tomar el poder en los correspondientes  estados, ya que los actuales gobernantes, Vds., no habrían defendido los intereses de los que les votaron".

El Presidente de los EEUU llamó a parte al Comandante en Jefe, y conocidos como eran por amistad y por favores, en tono familiar le preguntó:

- ¿A qué viene eso?

- Mi Presidente, ya lo ha oído.

- Menos rollo, eso no es una nota para vosotros, es una nota para el pueblo. Dime la verdad, por tu madre, ¡dime la verdad!

- Mi Presidente, nadie quiere perder su puesto de trabajo, reconvertir a todos los militares de Occidente puede ser el caos. El puesto de trabajo consideramos que es sagrado.

Menos mal que esta gente es de confianza -siguió el Presidente, esta vez refiriéndose a los presidentes de los otros países allí presentes así como a sus asesores- y menos mal que no hay periodistas por aquí. Sois unos brutos, confiad en nosotros.

La reunión siguió sin orden pero también sin sobresaltos. Las intervenciones que faltaban fueron más cortas y en general apuntaban hacia lo realista que era la nota recién oída, y lo pragmática que sería la permanencia de la OTAN como garante de los Valores Occidentales.

Así hasta que le tocó el turno al representante de Norteamérica:

- Señores, bien es verdad que un cargo como el que desempeño, que un cargo como el que desempeñan Vds. da un sinfín de sinsabores, pero no es menos cierto que también hay momentos en que la satisfacción, el bienestar interior, superan y compensan cualquier otro. Hoy es uno de estos momentos. La certeza de que sólo la democracia lleva al poder a los más capaces y sólo la libertad hace a éstos acertar de pleno en la defensa de sus pueblos, se ha vuelto a poner aquí en evidencia. Si Vds. hubieran sido utópicos en vez de realistas, idealistas en vez de pragmáticos y dogmáticos en vez de flexibles, ante el anuncio hecho por el presunto-Dios de que no habrá guerras, habrían caído en la tentación, habrían caído en la trampa, de proponer la desaparición de nuestra organización, la desaparición que más ha hecho por la paz en la historia no sólo de Europa, sino también del mundo -hizo una pausa para beber-.

Tal vez se estén preguntando por qué usé la expresión "presunto-Dios" e incluso la expresión "trampa"; pues bien, señores, escuchen con atención, según mis servicios secretos, los soviéticos están en condiciones científicas de poder haber simulado una aparición de Dios ante el Papa. De ser esto así, lo que se iría buscando sería precisamente lo que debemos evitar. No sólo no hemos de bajar la guardia, hemos de estar alerta, no sólo no hemos de disolver la OTAN sino que hemos de ampliarla; no sólo no debemos suprimir ejércitos y fabricación de armas, sino que debemos potenciar el aumento de ambas cuestiones.

IX

Cuando el Presidente Norteamericano en persona y aprovechando un viaje privado (?) al Vaticano, comunicó al Papa la posibilidad de que todo fuera un trucaje de los rusos para que Occidente se desarmara y así poder invadir la Europa Libre, Su Santidad sintió un alivio.

Un alivio tan grande, que no preguntó cuáles podían ser esos medios que permitían no sólo aparentar una aparición real, sino incluso la filmación en vídeo.

Tampoco preguntó si Occidente contaba con medios similares o mejores. Todo quedaba bastante bien explicado con aquella tesis y además, ¿por qué habría de habérsele aparecido a él Dios, si era el más humilde y sencillo de sus fieles?

X

La hipótesis de trabajo fue pues la del complot soviético. Se filtró la noticia a la prensa que como si hubiera descubierto un continente fue describiendo poco a poco el paisaje que se les mostraba:

Los comunistas, sin respeto a las creencias de los demás, han tratado mediante el uso de tecnología punta, de simular la aparición de Dios al Papa, en la que Aquél anunciaría el fin de las guerras con lo que, de haber mordido el anzuelo, el Mundo Libre hubiera renunciado a instituciones a las que precisamente debe su libertad, lo cual hubiera permitido el avance devastador del Totalitarismo del Este, convirtiendo a los pueblos de Occidente en pueblos esclavos, haciendo retroceder el progreso de la Humanidad en decenios de Siglos.  

Se convocó un Congreso Libre de Intelectuales sobre APARICIONES.

Todo el debate se centró naturalmente, en la presunta aparición del presunto Dios al Papa.

Como había intelectuales a secas, teólogos, metafísicos, espiritistas y gentes del campo de la cultura y el arte, por él circularon todo tipo de opiniones, desde los ateos, que defendieron que ni se había aparecido Dios y que ni siquiera se había aparecido el Presunto, que todo era un montaje para seguir la carrera de armamentos y mantener la tensión en el mundo, hasta los creyentes a machamartillo, que defendieron que todo había sido real y era Dios mismo el que había hablado, y que era nuestra propia cerrazón, producto de una civilización hedonista y consumista, la que nos impedía ver esa bella realidad de que no habría guerras, ni armas, ni opresión y que todo cambiaría hacia una vida más sencilla pero más amable y bella.

No obstante, como la reunión era de intelectuales, las tesis que prosperaron, y que por tanto más pregonaron los mass-media, fueron las más racionales, pues al fin y al cabo el término intelectual viene del de intelecto y éste es gemelo de cabeza, razón y racional.

Había que aceptar que el Papa sufrió (?) una aparición -dijeron- puesto que así lo había manifestado, y un Papa nunca miente.

Era obligación consecuente, para cualquier intelectual, analizar y desmenuzar la aparición en sí, y por suerte, gracias a la previsión de los gestores del Vaticano, se contaba con un vídeo.

Del estudio del vídeo se podía colegir:

a) Que Dios no era Dios puesto que se parecía a Dios. El razonamiento no podía ser más intelectual, y por ello se le añadió misterio: Sabido es que Dios, de existir, sería algo especial y no cabría suponer que respondiera a las características plasmadas por pintores e imagineros.

b) Que la habitual torpeza de los inquilinos del Kremlin, les había hecho caer en el error de creer que se iba a confundir a su personaje, copiado-de-los-altares, con Dios. Tal vez una persona -seguía la nota de conclusiones- movida por la emoción, y en un primer momento, podía haber aceptado como real lo falso, pero se olvidaron (los comunistas) de que el supremo valor del género humano, la libertad, iba a permitir que no sólo una, sino miles de personas e intelectuales estudiaran el fenómeno.

c) Que otra prueba, y esta científica de que el presunto- Dios no era Dios es el hecho mismo de que se le pudiera captar en vídeo. Ninguna aparición del más allá puede ser captada ni en fotografía, ni en vídeo, como han demostrado hasta ahora los hechos, siendo ésta por tanto una verdad empírica, es decir, una verdad científica.

d) Las mismas palabras puestas en boca del presunto-Dios denotan el tufillo irónico del que no es creyente, teniendo pues ante nosotros, otro error de esos fanáticos que todo desprecian y todo atropellan, en su ciego dogmatismo.

La opinión pública occidental se dividió. Se hicieron encuestas que indicaban que la fracción mayoritaria hacía suyas las tesis del Congreso Libre de Intelectuales, e incluso, se daba una pequeña paradoja con el hecho, paralelamente sondeado, de que sólo el 58% era partidario de aumentar los gastos de defensa, cuando hasta un 70,9% consideraba que la simulación de la aparición de Dios por los soviéticos era la mayor agresión que podía sufrir Occidente, sólo superable por una invasión.

XI

El despreciar a aquellos con los que competimos es necesario para evitar que nos destroce la derrota, por eso, tal vez, siempre se ha supuesto que los profesionales de los países del Este tienen la cabeza cuadrada. Nada más lejos de la realidad, o al menos de la realidad de los servicios secretos de la KGB.

Tatiana Vulvalova con 19 años, tenía plena libertad para ejercer su labor y tenía, incluso, plena libertad para investigar lo que ella quisiera.

Formaba parte de una familia que para huir a Occidente no había dudado en inocularse virus del SIDA, para luego pedir visado de emigración a Israel. Naturalmente las autoridades soviéticas lo concedieron. El caso fue célebre y en los periódicos de la época, los titulares fueron unánimes: "Prefieren el SIDA al paraíso comunista".

Lo que no trascendió es que una de las tres hijas del matrimonio Vulvalova. Tatiana, no portaba ningún virus y sí portaba, por contra, el carácter impreso de toda espía.

El supercomandante inglés, casado con una mujer gorda y áspera, quedó atado al hechizo de la joven Tatiana nada más verla. Era delgada y dura, de pechos tan incipientes como provocativos, de labios mortales, de muslos y nalgas vertiginosas y toda ella, suave como su propia piel.

Le sedujo, simplemente, abriendo sus piernas para él y dejándose espiar, lo cual, hecho en un tren de corto recorrido, dio pie para un recorrido largo.

Como el supercomandante defendía la idea de que en un interrogatorio todo es válido, ella inventó la "tortura del placer", de modo que jugaban a que cuantas más cosas, de cualquier tipo, contara él, y que tuvieran un cierto interés, más le daría ella en materia de sexo.

Qué de bobadas, eso sí, íntimas, tuvo que oír la espía-niña hasta aquel día, en que él pidió lo máximo porque iba a contar lo máximo.

Lo máximo que él pedía era que ella permitiera la perforación profana entre sus prietas nalgas, y lo máximo que él ofrecía era lo que atormentaba en aquel momento a los Gobiernos de Occidente.

Tatiana, que además de adorar su profesión gozaba ejerciéndola, accedió, y así, mientras sentía una ambigua sensación en su recto al notar el miembro que se deslizaba por él, iba oyendo que el Papa había visto a Dios y que éste le había comunicado el fin de las guerras para el siglo XXI.

XII

Fue hacia el cuarto mes de la fecha en que Dios se le apareció a Su Santidad, cuando el Kremlin tuvo noticias suficientes como para poder juzgar.

Cuando el PCUS, Partido Comunista de la Unión Soviética, quiere tratar un asunto fríamente suele convocar a su Comité Central en Siberia.

La reunión fue un mar embravecido en el que navegaban, a duras penas y sin rumbo, cientos de pequeñas barquichuelas, hasta que vieron un faro con luz propia y potente, la palabra del Secretario General.

Sobre aquel pleno del C.C. del PCUS, la CIA sólo pudo informar al Pentágono que los asistentes salían con sonrisa mesiánica y diabólica a la vez.

Cosas que no es capaz de explicarse uno hoy se explican solas mañana.

Y así ocurrió para los kremlinólogos, que habían apostado, porque algún personaje del Politburó debía tener una preocupante enfermedad, ya que la ventaja de apostar, aunque pierdas, es que sigues jugando, o sea, ¡existes!.

Todo se desveló el 1º de mayo. En la Plaza Roja se dispuso una imponente escenografía que sirviera de marco excelso a todos los Jefes de Estado no-pro-norteamericanos, así como a todo el cuerpo diplomático destacado en Moscú, más periodistas, cadenas de televisión y representantes de todos los partidos comunistas del mundo.

La concentración de dignatarios más la del resto de personas que libremente tuvieron acceso a la Plaza de la Estrella de Cinco Puntas era impresionante.

El acto no era otro que el que meses atrás había imaginado el Papa, para comunicar a la Humanidad que Dios, tras aparecérsele a él como máximo representante de la Religión Verdadera, había profetizado que en el siglo XXI no habría guerras.

Pero. como contribución desinteresada a la esquizofrenia general. lo que ocurría ahora, era que quien se levantaba era el Máximo Dirigente Comunista, a la sazón Secretario General del PCUS, y leía:

"En nombre de los no creyentes y de los creyentes de religiones no católicas, queremos manifestar, los jefes de estado y gobierno que aquí estamos lo que sigue.

Nadie es ateo, ni creyente de tal o cual Dios, por odio a otro Dios o rivalidad con sus fieles.

- Ante los rumores sobre que al Jefe del Estado Vaticano y Máximo representante del Credo Católico se le ha aparecido Dios, y tras amplias averiguaciones, podemos afirmar con certeza que no se trata de ningún truco mágico, ni tecnológico puesto en juego por país alguno.

- Resulta entonces, que es cierto que Dios se ha aparecido, de lo que se deduce que en el más simple y puro análisis marxista la conclusión obvia es, que Dios existe, y no sólo eso, sino que el Dios que existe es aquél al que adoraban los católicos.

- Establecido que Dios existe y dada su naturaleza, ampliamente estudiada por cientos de teólogos en los últimos veinte siglos, se puede colegir que es incapaz de mentir.

- Siendo pues, como es su mensaje, ¡que no va a haber guerras en la Tierra a partir del próximo siglo!, consideramos que tal mensaje o profecía hay que acatarla y actuar en consecuencia.

Por ello y con profunda emoción proclamo, en nombre de todos los Gobiernos aquí representados, que a partir de ahora mismo iniciaremos el desarme, el desmantelamiento del Pacto de Varsovia y la supresión de los ejércitos".

XIII

La esquizofrenia estaba servida. A partir de aquella declaración, hecha en la Plaza Roja, plaza que por unas horas pareció convertida en plaza de la cristiandad, la población mundial empezó a hervir.

Creyentes que creían en Dios, su aparición y la paz.

Creyentes que creían en Dios, su aparición, pero no la paz.

Creyentes que creían en Dios, la paz, pero no en la aparición.

Creyentes que no creían en nada.

No creyentes que creían en todo.

No creyentes que no creían en nada. Etc.

Pero lo importante, no sólo es lo que opina la persona en su calle, en su casa o en su puesto de trabajo, lo importante es lo que distintos poderes tratan de que opinen las gentes, y ahora, estos poderes, insistían, uno, en que todo era cierto y había, porque además era necesario, que obrar en consecuencia -eran los dirigentes materialistas y ateos- y el otro insistía en que todo era una farsa para sorprender desprevenido a Occidente, y como prueba aportaban, a mayor abundamiento, la propia declaración de la Plaza Roja, en la que para colmo estaban, además, Jefes de Estado de países islámicos que sorprendentemente pasaban de creer en Alá a creer en Dios.

¿Se podía pedir más evidencia?

Las cartas que estaban en juego eran Dios, la Paz y una nueva sociedad, temas demasiado candentes e importantes como para que no se temiera el que se engendrara una revolución.

Aunque, ¡qué mayor revolución que lo que estaba pasando!

Las manifestaciones se sucedían en Occidente, buscando el pueblo presionar a sus dirigentes, y los ultimatums a sus jefes se sucedían en Oriente, buscando algunos cabecillas cabezotas que no se siguiera por el sendero del desarme.

El orden establecido en una y otra parte del planeta iba a saltar, como salta un matasuegras, hacia adelante, con decisión y con burla.

Se barruntaba un salto ADELANTE porque los distintos pueblos intuían la posibilidad de enterrar las guerras y apretaban.

Se apreciaba DECISION porque las oleadas de protesta o apoyo en favor del desarme no cesaban en intensidad, ni en frecuencia.

Y por último, todo parecía tener un carácter de BURLA contra el Poder cuando gentes ateas o creyentes no practicantes se unían en fervor, y aún superando a éstos, a los más beatos y fieles, y todas juntas, que siempre, en una versión u otra, habían hecho poco caso de la palabra de Dios, ahora la atendían y pedían el atenderla, AL PIE DE LA LETRA.

Esta espontaneidad de las masas irritó aún más a los que desconfían de la naturaleza humana, y éstos, que siempre se habían constituido en pastores, temieron perder el poder que les daba su condición, e incluso temieron perder el respeto del perro que les fue útil para guardar el rebaño y para guardarse del rebaño, por todo ello e incluso algunos de ellos obrando con ignorancia, apretaron el acelerador del desastre:

Los dirigentes comunistas fueron acusados de ateos sanguinarios, que no habían dudado en utilizar la sagrada imagen de Dios y la buena voluntad de las gentes sencillas, para detener la prosperidad de Occidente y conseguir a la vez un desarme, que les permitiera a ellos extender sus zarpas imperialistas.

 A su vez, grupos de poder del Este, acusaron a los dirigentes de Occidente de haber provocado los movimientos pro-desarme con el fin de hacer ver espejismos a los Gobiernos de los países socialistas, como así había ocurrido, pero ellos, advertían, defenderían hasta la última gota de sangre roja, las importantes conquistas del mundo obrero, contra los sapos capitalistas.

Los insultos son como la anestesia que aplicamos a nuestra conciencia cuando nos preparamos a ser violentos, buscamos, con los insultos, despersonificar al enemigo para poder asestar luego contra él golpes y agresiones que seríamos incapaces de dirigir contra alguien al que viéramos como ser humano.

XIV

Los días y las semanas se sucedieron entre asambleas y movilizaciones de las "gentes de a pie", que gritaban Dios, Paz y Desarme, y ataques de histeria de las "gentes de a tanque" que obligaban a que los gobiernos doblaran sus apuestas de insultos y triplicaran las de amenazas.

Imposible conocer quién batió el récord de la imbecilidad humana y apretó el primer botón, e imposible por lo mismo saber quién obtuvo la medalla de plata de la estupidez, considerando que, ya que él moría, debía repeler el ataque.

Había empezado el desarme por la vía de la utilización irreversible de los más destructivos ingenios (?) bélicos.

El espantoso final ocurrió el 28 de diciembre de 1999, la especie humana en ése, y en días sucesivos, desapareció del planeta Tierra, extinguiéndose entre dolor y sufrimiento.

Dios no mentía, y nunca más volvió a haber guerras. En un planeta desolador y desolado no había lugar para el consuelo, ni siquiera el consuelo de que aquel maldito Día del Odio hubiera coincidido con el Día de los INOCENTES.

FIN


Paco Molina (Martínez) de Zamora. (Autor Paco Molina de Zamora. Años 80 del Siglo XX. Aún existían los Países del Este)

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