Autoestímate
mujer y no te juzgues (ni sin piedad, ni con piedad) por querer más sexo del
que tienes, ni por tener fantasías que asustan, ni por no dar ésta u otra talla,
ni por no responder a éste u otro canon de presunta belleza.
Naciste para ser
libre y disfrutar del instinto de placer, sin embargo, los machos te robaron la
libertad y la voluntad, e incluso el propio sexo, y tras invitarte a vivir
contra la naturaleza, ahora te ves en la obligación de ser tan bonita que
vuelvas loca a un hombre, y tan gentil, que ese hombre sea el mejor, y tan
perfecta que ese hombre te vea como la mejor esposa, la mejor madre y la mejor
amante, y que eso dure toda la vida, y que en ti no haya otra tentación que la
mirada de tu hombre y blá, blá, blá.
Sandeces sin
cuento que sólo hacen sufrir a las mujeres (contra lo que ellas creen) y
embrutecer a los hombres (contra lo que ellos perciben), al tiempo que dan como
resultado una sociedad enferma a más no poder.
Otra cosa es
que, metidos en la vorágine de la competitividad, todos vivamos con la mentira
a cuestas. La mentira que oculta que aquí falla algo y nadie dice qué es.
Hay que autoestimarse,
porque los culpables de nuestros males no somos nosotros mismos, que bastante
hacemos con aguantar.
Los culpables son los poderosos que nos han robado la
libertad.
Libertad que ellos, más o menos, disfrutan gracias a que su poder les
permite saltarse las propias reglas que a los demás nos imponen.
Del libro LA ESTAFA SEXUAL de Paco Molina, que busca una editorial desesperadamente.
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