Otra ventaja
de la familia es la obligación, no escrita, de que sus integrantes deben
quererse.
Eso es un cheque en blanco para cualquiera, pues todos necesitamos
ser queridos, mimados, protegidos, arrullados,
y eso la sociedad actual no lo da.
Es más, tras cada semejante se ve a un
contrincante, incluso entre la familia ( hasta el grado de los cuñados).
Rivalidad que a veces se hace extensiva a los hermanos o incluso a la mismísima pareja.
Pero lo
cierto es que, ese cerrar filas y ayudar y querer a los de la familia,
es algo que convierte a ésta en una cueva acogedora, en la que puedes y sueles
buscar refugio, porque en ella vas a encontrar esos “te queremos”, “ no te
preocupes que aquí estamos”, tan necesarios.
No se sabe bien por qué, pero
posiblemente con mucho que ver con el instinto de supervivencia.
Además, este
cariño es gratuito, o al menos gratuito por comparación con la hostilidad de la
otra familia (presunta) que es la patria; para la que no sólo eres un mero
número sino que si se tercia, y se suele terciar a veces, esa gran familia te
manda matar (o sea morir) por ella; sin que, si lo piensas, sepas muy bien para
qué.
Porque al final, si mueres o matas por defender tal territorio, nada te
garantiza que años después los jefes (que por cierto nunca mueren) pacten
entregar lo que defendiste hasta la última gota de tu sangre.
Eso por no hablar
de sí mataste o moriste por hacer evidente que tus principios eran los buenos,
para que luego, pasado el tiempo se abandonen o incluso se ridiculicen o se
diga, por parte de quienes te sacrificaron o sus descendientes, que
ellos nunca habían defendido lo que a ti te hizo morir.
Ese contraste
entre Estado y familia le da ventaja a la familia.
Sí, porque fuera de la
familia, incluso entre esa familia honorífica que son las amistades, el más
incauto sabe que el entramado es más falso que una moneda de chocolate, pues
mientras todo funcione según el egoísmo de cada uno, perfecto, pero en cuanto
se produce un cruce de intereses la inquebrantable amistad se trueca en
animadversión sin tregua.
Vemos pues
que en el desierto de la arena de la competitividad y falta de sentimientos
afectivos, sinceros y a prueba de circunstancias adversas, la familia presenta
unas mejores prestaciones, que proporcionan cariño, mimos y arrumacos. (Un
arrumaco es un tipo de caricia o carantoña que habría que ver de qué lado
queda, no vaya a ser que no haya frontera entre el contacto físico y el
afectivo, contra lo que nos han hecho pensar).
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