miércoles, 7 de septiembre de 2016

Razones de esa desproporción


Razones de esa desproporción.

Ya se vio que el hecho de que la especie humana sea tal que sus individuos en todo momento estén en celo había sido una de las ventajas con las que contó en la guerra por la supervivencia. 

Que esa disposición continua al vicio (a buscar placer sin periodos de desaparición de ese instinto) junto con la proximidad de los órganos de máximo placer con los de reproducción, hizo que el número de embarazos fortuitos fuera lo suficientemente abundante como para que las bajas por fallecimiento fueran siempre superadas por las altas por nacimiento, cuestión vital en circunstancias de elevada mortandad.

(((No obstante, es fácil que usted haya dado un respingo al leer que estamos siempre en celo o siempre con ganas de vicio, porque fácilmente podrá repasar cantidad de días, semanas y hasta meses en que  se sintió desganado o desganada y sin la menor apetencia para esas cosas
Exactamente. Un dolor de muelas, una enfermedad, una preocupación, la realización de un trabajo, etc. son situaciones bastante incompatibles con el tener ganas; aunque también habría que confesar que muchísimas veces se está sin apetencias y, de repente, surge la tentación y aparecen los deseos))).

Ante todo esto, fijémonos en cómo la evolución dotó de otra ventaja a nuestra especie. 

Esa es, junto con la de que cualquiera pueda desear hacerlo con cualquiera, la de que la hembra necesite más tiempo para correrse y que el macho pueda liquidar el asunto en un santiamén.

Del libro LA ESTAFA SEXUAL, de Paco Molina que busca editorial desesperadamente.


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