Esa compra de
la niña por parte de un varón, que es el acto que introduce en sociedad
los conceptos de propiedad privada y familia, es lo que hace a las mujeres ser mujeres-objeto
y no el que sean oscuros objetos de deseo.
Es esa
compra, que privatiza a la mujer, la que la convierte en mercancía y la hace
estar en el mercado conyugal.
Utilizando el
término mercado conyugal para indicar ese lugar, no-fijo, donde
la mujer está en un escaparate-móvil, en el cual el hombre mira y ve
quien le interesa comprar.
Siendo la mejor caricatura, de ese mercado-conyugal
o matrimonial, el escaparate que supone cualquier desfile de modelos actual.
El
asunto fue así de despiadado, y aún hoy en día se puede estudiar con facilidad
mirando lo que pasa en otras culturas aún vigentes (que en el fondo son
la nuestra, pero donde aún no se ha tenido que hacer muy progresista el Poder
del lugar, ya que el pueblo todavía obedece
a ciegas, a base de látigos, religiones y mentiras).
La mujer vivía
mejor si alguien la compraba.
Siendo de un hombre ella entraba en
sociedad.
Si no, tenía que ser de todos, tenía que ser mujer pública y no privada.
En un caso,
la compra era para toda la vida, y en otro, se compraba un acto sexual
aislado.
Del libro LA ESTAFA SEXUAL de Paco Molina, que busca una editorial desesperadamente.
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