Se ve ya el
motivo de la diferencia de tiempos en lograr el orgasmo para los machos y las
hembras.
Se trata de que el primer hombre de cada sesión carnal acabe pronto
(sea precoz), coja sus bártulos y se largue; mientras la mujer queda a la
espera de otro, porque aún tiene ganas, ya que no ha sido
satisfecha del todo al necesitar más
tiempo.
Dicho mejor.
Acuciada por el instinto de placer (y ajena al rollo de la procreación) una
hembra de nuestra especie se ofrece al primero que pase.
Entonces, un
machote, también con su instinto cosquilleando, la busca.
Una vez juntos
utilizan la forma más pueril de obtener goce, él entra en ella.
Con el
proceso del mete-saca obtiene su premio, el orgasmo, y se va (le ha
dejado dentro sus millones de espermatozoides).
Sin embargo,
la hembra, aún insatisfecha, porque el primer macho se fue enseguida,
sigue en el lugar adecuado para tentar a otro macho.
El siguiente busca su
satisfacción como el anterior, y deja a su vez más millones de espermatozoides,
o sea, más probabilidades de que se produzca el embarazo de ella (porque la que
en definitiva da a luz es la mujer, no el hombre, luego es en ella donde deben
aumentar las probabilidades de quedar en cinta).
Este segundo
varón, satisfecha su gana, se largará a su vez, mientras que ella, si aún no
está contenta del todo, seguirá en la brecha para que un nuevo hombre la
disfrute y ella con él.
Siendo este carrusel algo que dependerá de circunstancias
varias, pero cuya idea básica es esta:
Al necesitar la mujer más tiempo para
colmar su placer, recibirá a más de un hombre por sesión en general y por tanto
más millones de espermatozoides que si sólo lo hiciera con uno, y en consecuencia, sin saberlo, está en mayor
disposición de quedar preñada.
Del libro LA ESTAFA SEXUAL, de Paco Molina, que busca editorial desesperadamente.
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