Todo el mundo
necesita sexo, afecto y protección.
El sexo y la protección
los demandan los instintos de placer y
supervivencia.
Pero ¿y el afecto?. ¿Qué es?
¿No será el nexo de unión entre
ambos instintos básicos?
¿No será la necesidad de cariño el instinto que se
produce por la convivencia y connivencia de los otros dos instintos dentro de
cada persona?
¿No será la necesidad de ser querido (en cuanto que esto tiene
tanto que ver con las caricias como con la protección) la pieza
mágica que hace que placer y
supervivencia se fundan en un sólo instinto?
¿No nos encontraríamos,
en ese caso, con que al prohibir el sexo y condicionar la supervivencia, han matado
y cegado el manantial del cariño, la fuente de donde de cada uno salía ternura
para todos, afecto para todos y “te
quieros” para todos y todas?
¿No quedan vestigios de lo dicho en lo que nos
produce cualquier bebé?
Una ternura, un afecto, un cariño, unas ganas de
protegerlo y abrazarlo y alegrarlo, que no provocan ya los adultos, salvo si
están enfermos o heridos o moribundos.
¿No habrá la represión segado ese
sentimiento que aún hoy surge espontáneo por los pequeños y los moribundos, de
manera tal, que ya sólo pervive en esas circunstancias, pero que actualmente ya
no lo sentimos hacia los iguales cuando están bien?
¿Tuvo el Poder que
acabar con esa sensiblería para que así estemos en condiciones de matar
y morir por sus intereses, que en absoluto son los del pueblo?
Del libro LA ESTAFA SEXUAL de Paco Molina, que busca editorial desesperadamente.
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