Si usted está
pensando en esa, tan repetida en la mente de las mujeres, como es la de que más
o menos hombres las violan o fuerzan a la fuerza, y está pensando en ella como
una fantasía reprobable, conviene que reflexionemos en las siguientes cosas.
Una. En un
mundo sin represión sexual, una cantidad de fantasías, que podríamos clasificar
como de ciertos rasgos, desaparecerían.
Ésta sería una. Sí, porque ellas
la viven, casi con toda seguridad, no sólo por lo que tenga la imagen de
obscena y pagana, sino por lo que tiene de limpia.
Una mujer violada en
una fantasía puede dejar la mente libre para repasar momentos de todo tipo y
degradación, sin sentirse ella degradada; pues, al fin y al cabo, lo que está
suponiendo que pasa, está pasando sin su consentimiento, luego no es culpable.
Quede claro
que no se está sugiriendo que a las mujeres les guste ser violadas. Todo lo
contrario, la mujer quiere el placer por el placer, pero tiene prohibido ese
querer.
Dos. En el
caso de los machos, en una sociedad en la que resolver una necesidad sexual
conduzca, sin mayor esfuerzo, a un feliz desenlace; en el que colmar esa
necesidad no suponga una inversión de energía, prestigio o batalla, excesiva, y
sí más bien, el dar sólo cuatro pasos de puro trámite; la idea de violar a
alguien, o forzarla porque no quiere, sería un sin sentido.
Tres. Sólo la
olla a presión sin válvula de escape puede explotar en mil extraños
pensamientos.
Por lo demás, imaginar o hacerlo con animales ¿qué?. El imaginar
o hacerlo en grupo ¿qué?. El imaginar o hacerlo con látigos y correas ¿qué?. Etc. Etc. Etc.
Y si ahora alguien piensa "en lo
que no se puede pensar", que piense bien y vea que esas cosas son hijas de
las prohibiciones.
Donde no hay vida enfermiza no hay cuerpo enfermizo, y por
tanto no hay mente enfermiza, así que no le demos vueltas a los recodos del
camino, limitémonos a recorrer éste e ir viendo cómo se resuelve todo.
Del libro LA ESTAFA SEXUAL , de Paco Molina, que busca editorial desesperadamente.
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