En torno al año
1910, en Medina del Campo, murió una mujer al dar a luz.
La niña que nació fue
mi madre. Y la que murió mi abuela.
Esta historia, cuando
me la contaron, cobró un mayor interés para mi, porque mi abuela materna se
llamaba María Preciosa.
Ante un nombre tan arriesgado,
lo primero que pregunté, al oír tan triste historia, fue si mi abuela era
guapa, o al menos si no era fea.
Porque el problema
de bautizar a una hija con el nombre de
Preciosa, está no sólo en que no lo sea, sino en que encima arrastre el
contraste de ser fea.
Obsérvese que el
contraste contrario no es tan preocupante. Una mujer llámese Urraca o Úrsula,
si luego es atractiva no importa e incluso vigoriza la situación (recuérdese a
Úrsula Andress y James Bond).
Teniendo lo dicho en
cuenta debemos reparar en lo siguiente: El partido político PODEMOS, e incluso
la Coalición Electoral UNIDOS PODEMOS, si en un plazo prudencial no pueden conseguir Gobernar España u otras
administraciones de una cierta trascendencia, deberán de cambiar su
denominación para no correr el riesgo de llamarse María Preciosa y ser fea.
Es lógico que si el
grito de guerra era “Si se puede” el nombre del partido sea PODEMOS.
Aunque es algo menos
lógico que si IU, Podemos y otros, se unieron y unen en una simbiosis
estratégica, el nombre sea el de “UNIDOS PODEMOS”.
Y eso lo decimos
porque es irrefutable que si dentro de mil años UNIDOS PODEMOS no avanza hasta
conseguir cambiar las cosas, no puede llevar en su bandera la palabra PODEMOS,
porque se habría ya hecho evidente que “no podían”.
Por tanto ante el
nuevo nombre que habrá que buscar se propone el de “Unión por el Reparto de la
Riqueza”.
La razón está en que
si de entrada expones lo que quieres, ya llevas ventaja.
Y también porque en
definitiva se trata sólo de eso (o nada menos que de eso): de repartir la
riqueza.
Hace poco leí una
genial frase de un capitalista sumamente inteligente.
Decía, más o menos:
“Hace miles de años que el ser humano trata de
resolver el problema social. Pero dígame usted una sola razón por la que yo
tenga que darle a vos parte de lo que tengo, o usted tenga que darme parte de lo
que tiene a mi”.
El aserto parece
irrefutable ¿no?. ¿Cómo afrontarlo?.
Veamos. El problema
es que estamos ante un nudo gordiano. Recuerden la historia. Había un nudo que
nadie era capaz de deshacer, y tan difícil era el hacerlo que los dioses
prometieron que quien lo deshiciera conquistaría toda Asia.
Entonces cuando a
Alejandro el Magno le platearon el problema, cogió su espada, cortó la soga y
el problema del nudo gordiano quedó resuelto.
Pues esa es la
respuesta que debemos dar al inteligente capitalista.
Cuando él plantea
que sí, que hay desigualdades en el mundo, pero que se le de una sola razón,
por la que él tenga que dar a otro lo que es suyo, y viceversa, los parias de
la tierra, deben coger la espada y gritar: “¡Porque nos da la gana!”
Porque si ustedes,
los ricos, quieren que seamos los policías que guardemos sus fortunas, los trabajadores
que multipliquemos sus riquezas, los soldados que mueran para su mayor gloria
económica, los jueces que impartan la justicia que les beneficia, etc. o
repartimos la riqueza o no jugamos a estar en la misma sociedad.
Váyanse a un paraíso
fiscal y déjennos en paz.
No hay una sola ley
(ni divina, ni humana) que legitime las insultantes, ofensivas e injustas
situaciones que provoca la desigualdad social.
Así que viva la
Unión por el Reparto de la Riqueza.
Paco
Molina. Zamora. 11 de Septiembre del 2016
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