Tal vez el
mandamiento más pernicioso del pensamiento único es ese por el cual nos
hacen creer que ya está todo pensado; que si llegas a una conclusión rara debes
desterrarla porque seguro que es absurda.
Que pretende
que sólo se puede discurrir sobre lo ya aceptado como válido (para mejorarlo),
pero dando por hecho que lo mejor ya habita entre nosotros.
Busca también
este libro quitar el miedo a razonar. Porque el problema no es que no se sea
inteligente, el problema es que no se es valiente para usar la inteligencia
Miedo que se
produce por ese complejo de inferioridad al que llevan tantísimos estudios ya
hechos, y hechos por quienes nos los han presentado como inmensos e
insuperables genios del saber.
Miedo que
también surge cuando tú, indigno humano (cuánto trabaja, en ese sentido, el
complejo de culpa que crea la represión sexual) llegas a una conclusión que no
casa con el sentir mayoritario. Entonces la ocultas, la desechas y te comentas,
“qué tonterías pienso”.
La
consecuencia es que ni siquiera los que tienen acreditado el titulo de
intelectuales o filósofos o sabios, se atreven a alzar la voz contra el Poder, a sacar las cosas de
quicio, no sea que por estropear el quicio de esa puerta que comunica con la
fama les quiten ésta.
Es curioso
que en este proceder esté actuando uno de nuestros dos instintos básicos, en
este caso el de conservación.
En efecto,
cualquiera intuye que si se desmarca del grupo (social, patriótico, afectivo,
partidario,...) puede quedar aislado, y por lo tanto inerte ante amenazas
externas, sean éstas físicas o psíquicas.
Aquí se
apuesta por razonar hasta las últimas consecuencias, y que sea la realidad la
que confirme o destruya nuestra teoría,
pero no que la aborte nuestro propio miedo.
Del libro LA ESTAFA
SEXUAL, de Paco Molina, que busca editorial desesperadamente.
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