miércoles, 30 de noviembre de 2011

A las mujeres se las reprime con cariño y mala saña



Represión especial contra las mujeres



Con lo dicho se podría dar por afrontado el tema de las mujeres, pero hay algunos matices en su caso ¡qué hacen más evidente la verdad!. 

Al tener que ser ellas más reprimidas que los machos, hay que hacer que en su cabeza quede escrito a fuego la conexión entre los instintos de conservación y placer. Y hacerles elegir luego.

Por eso se les hace depender económicamente de los hombres y se les fuerza a una subsistencia frágil, de manera que tengan que buscar, para realizarse y garantizarse la ración de sexo, pareja


Y así, ellas saben, o se les hace aprender, que si por darle mucho al instinto de placer parecen fulanas, lo van a tener peor para acometer la satisfacción del instinto de conservación, porque les va a ser más difícil conseguir ese hombre protector que las va a acompañar y amparar hasta el final de sus días.



Eso por no hablar de cómo la sociedad hostiga a quien se salta las normas a la torera. Sobre todo si las nuevas son de las que permiten

matar de envidia. 

Que parte de eso es lo que provocan las que hacen aquello que en secreto otras anhelan, (“Que suerte tiene esa zorra, y encima no lo pagará”, piensan muchas). 

Por cierto que la que es puta profesional se ve que también tiene necesidad de un hombre al lado, el chulo.


¿No utilizan con frecuencia las mujeres la expresión “me gusta un hombre que me haga sentirme protegida”? Exacto, la dicen porque ya está en sus genes la clave de la represión. 

(Que contra ellas tuvo que ser mayor porque tienen a mano la llave de la despensa del placer, y fue contra su inteligencia contra lo que empezó todo). 

Entonces, lo mismo que vimos que un instinto en peligro puede anular al otro, con prevalencia para el de conservación, se ve también en la frase “me gusta un hombre que me dé sensación de protección” que se está confesando lo que denunciamos.


Se está viendo pues que la vida en pareja tiene como fin principal, para la mujer, el sentirse protegida (instinto de supervivencia) y se supone, por añadidura, aunque sin darle de entrada mayor trascendencia que, si se quieren, el placer vendrá luego, también garantizado


. Y esa es la verdad de la mentira en la que vivimos.


El poder programa una sociedad en la que la mujer se encuentre más insegura que el hombre, en lo tocante a subsistencia, defensa, protección, etc., para que así su ansia por atender el instinto de conservación le obligue a anular su instinto de placer.

Anulación que puede ser real o latente, pero en todo caso es represión 
.
Del libro LA ESTAFA SEXUAL de Paco Molina

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