jueves, 3 de noviembre de 2011

Mejor repartir el trabajo imprescindible que inventarse otros



Horizonte político.

Esa lucha supone, respecto al problema de la supervivencia:

* Dar enseñanzas a todos, ya que, cuanto mayor sea el saber del conjunto, tanto más probable es que se inventen cosas que nos ayuden a vivir más confortablemente y mejor protegidos.

*Extender los Hospitales, y el número de médicos y sanitarios, en tal número, que nadie muera por falta de atención o de dinero para pagarse la mejor atención.

*Construir viviendas sin parar o parando solo cuando sean  suficientes. 

*Potenciar la producción natural de alimentos y energía, de forma tal que todo el mundo tenga para comer, al tiempo que está a resguardo de las inclemencias de la Naturaleza.

Para conseguir y llevar a cabo estas cuatro tareas básicas se dedicaría a ello toda la Humanidad sana.

Ese trabajo se traduciría en horas, dividiendo después el tiempo 
necesario para cumplir esos objetivos entre todas las personas disponibles, y conocer cual sería la jornada necesaria de trabajo.

El trabajo sería un deber; digno y soportable, pues haciendo sólo cosas útiles no se tendría que trabajar en exceso.

 No habría situaciones de 
explotación, ni horas extras sin sentido, ni fabricación de cosas superfluas, y sobre todo, no habría competitividad.

Esto no supondría que en el tiempo libre cada persona, por su cuenta y riesgo, no pudiera hacer lo que le pareciese oportuno. Pero la clave está, como bien se percibe, en que todos dispondrían de lo imprescindible y con calidad garantizada.


En este orden de cosas, la competitividad se transformaría en solidaridad. Y cuando alguien no pudiese cumplir con su

mínimo imprescindible, por enfermedad o cualquier otra causa, los vecinos cubrirían su trabajo.

Del libro LA ESTAFA SEXUAL de Paco Molina

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