CLASES
DE SINDICATOS Y SINDICATOS DE CLASE
En este año, en
cuanto pase el verano, se van a celebrar de nuevo elecciones sindicales (menos
en el campo, donde no ha llegado esa parte de la democracia).
En el mundo de los
trabajadores de empresas privadas, el rodaje es superior al de otros sectores
(funcionarios) y de alguna manera ya se ha visto que al final la lucha se
centra entre CC. OO. y UGT, es decir, eligiendo a uno u otro, lo que prefiere
el currante es que le defienda un sindicato de clase (aquel que engloba a
gentes de distintas ramas, distintas categorías, distintas modalidades, y que
tienen, por tanto, una visión general de la sociedad).
Sin embargo, entre
los empleados públicos (en Zamora, un 26 % de la población activa) la
experiencia es menor por un lado (serán sólo las segundas elecciones) y la
cultura sindical es muy especial, por otro (salpicada de supuestos dogmas).
Estos suelen ser:
— Que un sindicato debe ser independiente de
los partidos.
– Que un sindicato
debe ser corporativista, es decir, especializarse en un grupo específico de
funcionarios.
— Que un sindicato no debe mezclarse en
acciones que puedan ser políticas.
Siendo como son los
sindicatos entidades democráticas, el primer punto lo cumplen todos.
No está ahí la discusión,
la clave es: ¿se pueden coger peces sin mojarse?
O, dando un paso más,
siendo como son las centrales sindicales un invento del ser humano para mejorar
sus condiciones de trabajo, entonces, para votar, o simpatizar, o afiliarse a
alguna, ¿no habrá que utilizar solo y exclusivamente el criterio de cuál es la
que ha sido más eficaz? ¿Cuál es la que ha conseguido mejores condiciones para
los trabajadores?
Nadie concibe que
necesitándose un dentista la gente pregunte: “Oye, podrías indicarme un odontólogo
que piense en política como yo?”
Ni hablar, lo que se
hace es buscar al más eficaz. Y además, el criterio de eficacia es, o debe ser,
estrictamente profesional, ¿qué central ha sabido utilizar la fuerza que yo he
puesto sobre las mesas de negociación con mas éxito para lo que se pretendía
profesionalmente?
En los últimos años
¿quiénes han logrado mejoras sustanciales y reales para los que viven de su
trabajo?
Repásense los méritos
de unos y otros:
-CSIF, en
setiembre-88, rompiendo la unidad en la negociación, consigue un cuatro por
ciento para el 90, más una paga propina de un uno y pico por ciento, que no
consolidó enla libreta de ahorros de cada uno.
La vida luego sacudío
un 0,9 por ciento para ese año, y ahí quedó toda su acción. (Del 88 no lograron
nada.)
— CC.OO.-UGT, dándose
cuenta de que la eficacia está en la unidad, convocan una huelga general, que
para los funcionarios desemboca en: paga-propina de un uno por ciento recibida
en 1989, para amortiguar la pérdida del 88. Otra paga-propina de 52.525 pesetas
(la mitad de las cuales pasa a los bolsillos particulares para siempre) que se
cobrará en 1990 para suavizar la pérdida del 89, y sobre todo, una cláusula de
garantía salarial (el mejor logro) en condiciones ideales.
La clausula de
garantía firmada consiste en que: si, por ejemplo, el Gobierno dice, la vida va
a subir un seis por ciento y a los funcionarios se les sube por negociación
(colectiva, otro logro) un ocho por ciento, pero al finalizar el año resulta
que la cesta de la compra se puso en un siete por ciento de aumento, como el
ejecutivo se equivocó en un uno por ciento, en esa cantidad tendrá que
compensar a sus trabajadores a pesar de que, como se ve, estos no habrían
perdido.
Es una cláusula que
no solo evita las pérdidas si no que garantiza las mejoras.
Por ley de vida y
lucha, no se ha conseguido todo lo que había quedado hecho girones por el camino,
más ¿quien logra en su ámbito éxitos al cien por cien?
¿Acaso esos que sólo
fueron capaces de levantar cuatro kilos les pueden reprochar a los que han podido
con cientos, el que no hayan levantado toneladas?
Las centrales de
clase, en cuanto que pueden asustar al Gobierno de turno, por su mayor fuerza,
creándole incluso problemas políticos, resultan ser más eficaces
profesionalmente, porque consiguen mejoras en el puesto de trabajo sin exigirle
al funcionario ningún comportamiento partidista, es decir, respetando su libertad.
No podía ser de otro
modo, pues ellas son democráticas y hacen y piden lo que quieren sus afiliados.
Lo que si ocurre es
que las centrales de clase pueden mejorar mucho y eso solo pueden lograrlo si
el funcionario que vive de su trabajo le pierde el miedo a afiliarse y dar su
opinión en unos sindicatos donde todo está deliciosamente mezclado, hasta el
punto de que se podrían llamar sindicatos sin clases.
Por lo demás, los
sindicatos por castas podrán ser mas castos, pero no resuelven los problemas de
tus gastos.
FRANCISCO
MOLINA. El Correo de Zamora. 25 de Febrero de 1990
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