miércoles, 20 de enero de 2016

CLASES DE SINDICATOS Y SINDICATOS DE CLASE

CLASES DE SINDICATOS Y SINDICATOS DE CLASE

En este año, en cuanto pase el verano, se van a celebrar de nuevo elecciones sindicales (menos en el campo, donde no ha llegado esa parte de la democracia).

En el mundo de los trabajadores de empresas privadas, el rodaje es superior al de otros sectores (funcionarios) y de alguna manera ya se ha visto que al final la lucha se centra entre CC. OO. y UGT, es decir, eligiendo a uno u otro, lo que prefiere el currante es que le defienda un sindicato de clase (aquel que engloba a gentes de distintas ramas, distintas categorías, distintas modalidades, y que tienen, por tanto, una visión general de la sociedad).

Sin embargo, entre los empleados públicos (en Zamora, un 26 % de la población activa) la experiencia es menor por un lado (serán sólo las segundas elecciones) y la cultura sindical es muy especial, por otro (salpicada de supuestos dogmas).

Estos suelen ser:

 — Que un sindicato debe ser independiente de los partidos.        

– Que un sindicato debe ser corporativista, es decir, especializarse en un grupo específico de funcionarios.

 — Que un sindicato no debe mezclarse en acciones que puedan ser políticas.

Siendo como son los sindicatos entidades democráticas, el primer punto lo cumplen todos.

No está ahí la discusión, la clave es: ¿se pueden coger peces sin mojarse?

O, dando un paso más, siendo como son las centrales sindicales un invento del ser humano para mejorar sus condiciones de trabajo, entonces, para votar, o simpatizar, o afiliarse a alguna, ¿no habrá que utilizar solo y exclusivamente el criterio de cuál es la que ha sido más eficaz? ¿Cuál es la que ha conseguido mejores condiciones para los trabajadores?

Nadie concibe que necesitándose un dentista la gente pregunte: “Oye, podrías indicarme un odontólogo que piense en política como yo?”

Ni hablar, lo que se hace es buscar al más eficaz. Y además, el criterio de eficacia es, o debe ser, estrictamente profesional, ¿qué central ha sabido utilizar la fuerza que yo he puesto sobre las mesas de negociación con mas éxito para lo que se pretendía profesionalmente?

En los últimos años ¿quiénes han logrado mejoras sustanciales y reales para los que viven de su trabajo?

Repásense los méritos de unos y otros:

-CSIF, en setiembre-88, rompiendo la unidad en la negociación, consigue un cuatro por ciento para el 90, más una paga propina de un uno y pico por ciento, que no consolidó enla libreta de ahorros de cada uno.

La vida luego sacudío un 0,9 por ciento para ese año, y ahí quedó toda su acción. (Del 88 no lograron nada.)

— CC.OO.-UGT, dándose cuenta de que la eficacia está en la unidad, convocan una huelga general, que para los funcionarios desemboca en: paga-propina de un uno por ciento recibida en 1989, para amortiguar la pérdida del 88. Otra paga-propina de 52.525 pesetas (la mitad de las cuales pasa a los bolsillos particulares para siempre) que se cobrará en 1990 para suavizar la pérdida del 89, y sobre todo, una cláusula de garantía salarial (el mejor logro) en condiciones ideales.

La clausula de garantía firmada consiste en que: si, por ejemplo, el Gobierno dice, la vida va a subir un seis por ciento y a los funcionarios se les sube por negociación (colectiva, otro logro) un ocho por ciento, pero al finalizar el año resulta que la cesta de la compra se puso en un siete por ciento de aumento, como el ejecutivo se equivocó en un uno por ciento, en esa cantidad tendrá que compensar a sus trabajadores a pesar de que, como se ve, estos no habrían perdido.

Es una cláusula que no solo evita las pérdidas si no que garantiza las mejoras.

Por ley de vida y lucha, no se ha conseguido todo lo que había quedado hecho girones por el camino, más ¿quien logra en su ámbito éxitos al cien por cien?

¿Acaso esos que sólo fueron capaces de levantar cuatro kilos les pueden reprochar a los que han podido con cientos, el que no hayan levantado toneladas?

Las centrales de clase, en cuanto que pueden asustar al Gobierno de turno, por su mayor fuerza, creándole incluso problemas políticos, resultan ser más eficaces profesionalmente, porque consiguen mejoras en el puesto de trabajo sin exigirle al funcionario ningún comportamiento partidista, es decir, respetando su libertad.

No podía ser de otro modo, pues ellas son democráticas y hacen y piden lo que quieren sus afiliados.

Lo que si ocurre es que las centrales de clase pueden mejorar mucho y eso solo pueden lograrlo si el funcionario que vive de su trabajo le pierde el miedo a afiliarse y dar su opinión en unos sindicatos donde todo está deliciosamente mezclado, hasta el punto de que se podrían llamar sindicatos sin clases.

Por lo demás, los sindicatos por castas podrán ser mas castos, pero no resuelven los problemas de tus gastos.


FRANCISCO MOLINA. El Correo de Zamora. 25 de Febrero de 1990

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