DEMETRIO
MADRID Y FELIPE GONZÁLEZ
El primero (actual
diputado en Cortes por el PSOE representando a Zamora) fue presidente de la
Autonomía Castellano-Leonesa.
Desempeñando tal
cargo fue denunciado por trabajadores de su empresa y la justicia emprendió un
proceso contra él.
Al final fue considerado
inocente (es decir, no había cometido ningún delito según la Ley).
Sin embargo, cuando
el procedimiento procesal apuntó hacia él, él dimitió del cargo que ostentaba como
presidente de Castilla y León argumentando, por supuesto, que era inocente pero
además que dejaba el cargo para no "salpicar, ni perjudicar a toda una
región", así como para favorecer la acción de la justicia en la que
confiaba.
Tan noble decisión
se produjo, y esa es la realidad elogiable.
Ahora bien, el por
qué se produjo es lo que no se sabe (aunque para la tesis de este escrito no es
relevante).
Las malas lenguas
dicen que dimitió por presiones y amenazas-cariñosas de su partido que a cambio
de que lo dejara (el cargo) le prometió el oro y el moro (el moro era la mejor
defensa posible. De hecho le defendió uno de los mejores abogados de entonces).
El oro era pagarle
todos los gastos.
Las buenas lenguas
dicen, y mientras no haya pruebas en contra, es lo que hay que creer, que el señor
Madrid dimitió por dignidad moral.
Estaba acusado de un
delito y no podía representar a toda una colectividad inspirando el respeto mínimo
debido.
Políticamente su
salida digna no podía ser otra.
El PSOE valoró tanto
este gesto que en las elecciones generales de 1993 Felipe González vino a
Zamora a poner de ejemplo a su correligionario.
Sigamos ahora los
dos caminos citados y comparémoslos con la actitud de Felipe González en cuanto
a la acusación que pesa sobre él, de que ha creado una banda armada cuyo botín
eran los fondos reservados y cuya coartada el salvar a la patria (la típica de
la clase dominante en todas las sociedades hipócritas).
Primer supuesto.
Aceptemos (a modo de hipótesis) que a Demetrio Madrid es el PSOE el que le
obligó a dimitir porque al estar "encausado” (puesto en cuestión por la
justicia) se pensara que políticamente lo apropiado era que dejara el cargo.
En ese caso, nos
encontramos con que el PSOE, al no hacer lo mismo con Felipe González
(obligarle a dimitir), resulta que está tratando a sus militantes de distinta
forma: Por un lado están los de segunda y tercera categoría (caso de Demetrio)
que tienen que poner las costillas para que los otros se aúpen en ellos y
asciendan, y por otro están los que mangonean en el partido (Felipe González y
su corte) que utilizan al partido para sus fines completamente capitalistas
("vamos a hacer un capitalito”, parecen decirse).
Imaginemos ahora el
otro supuesto. Pensemos que el señor Madrid dimitió porque es una persona
honrada, digna y noble que entendió que un socialista no podía presidir y
dirigir a un pueblo (el castellano-leonés) estando en cuestión su respeto a las
leyes.
Solo podría emerger
de entre las aguas si era absuelto (como así fue) pero nunca podría, sin
rebajarse como político, parapetarse en el cargo y bañarse cada día en el agua
putrefacta de la desconfianza, la duda y la sospecha de quienes debían
respetarle por lo que representaba (toda una tierra y sus habitantes).
En este caso, el de
aceptar la honradez de Demetrio Madrid, resulta aún más evidente que Felipe
González en la medida en la que no está haciendo lo mismo, lo que está haciendo
es demostrar una baja catadura moral (y una alta caradura bestial; pues encima
vino hasta Zamora —mitin en el Polideportivo 1993— a ponernos de ejemplo al
zamorano; ejemplo de cómo se debe comportar uno y de cómo se portaban los socialistas).
Ahora bien, si hay
que seguir ese ejemplo ¿por qué no lo sigue él y dimite? (luego, si fuera
inocente penal, podría volver por la puerta grande).
Todo esto nos
ilustra sobre una evidencia: Una vez que intelectualmente el PSOE ha aceptado
que en la sociedad hay dos clases, la de los que ponen el dinero (a los que hay
que favorecer según ellos, el PSOE) y la de los que trabajan para los otros (a
los que hay que sacrificar para salir de la crisis, según el PSOE) está
reproduciendo (el citado partido) en su interior ese esquema, y así hay psoístas
de primera (como Felipe) y otros de tercera que trabajan para él haciendo de
botones (dejándose chupar la sangre de la honradez para que el vampiro siga en
pie).
FRANCISCO
MOLINA. La Opinión de Zamora. Años 90 del SXX
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