domingo, 31 de enero de 2016

QUE TRABAJEN LOS VAGOS

QUE  TRABAJEN  LOS  VAGOS

El problema del paro consiste en que aquellas personas que no tienen trabajo, o no tienen con qué vivir o reciben una subvención que no les permite afrontar la vida, en las mismas condiciones que si estuvieran disfrutando de un empleo, no pueden afrontar los gastos mínimos.

Si a todo esto se añade que socialmente el primer mandamiento es “tanto tienes tanto vales”, resulta que el estar parado es algo que se ve como  netamente negativo.

Por otro lado el paro lleva dentro de si algo que todos buscan ¡no trabajar!

Tras arduas investigaciones y más de un sexenio, se ha encontrado la solución:

¡Que trabajen los vagos!

El problema se resolvería así: se trata de que ganase la misma cantidad de dinero alguien que trabajara que alguien que no lo hiciera.

Naturalmente, ante esta situación nadie querría levantarse a las siete de la mañana, ponerse a las órdenes de un jefe y entonces ¡rendir!.

 Todo el mundo querría estar en el nuevo-paro.

Fenomenal, de eso se trata, de que se desee fervientemente ir al paro, porque al ser eso lo estimado, para lograrlo se haría cualquier cosa ¡hasta trabajar!

Así la cuestión, resulta que el derecho al paro habría que ganárselo.

Véase como. Está claro que en la sociedad (nacional, estatal o mundial) no hace falta que trabajen todos para que haya bienes y bienestar para el conjunto.

La primera prueba está en que en países avanzados hay abundantes parados (y los que te rondaré morena).

Si a eso se añade que hay profesiones y fabricas que si no existieran no pasaba nada, queda demostrado que en realidad se vive gracias al trabajo esencial de unos pocos —muy poquitos—, y que parados, pensionistas y el resto (aún con trabajo) viven gracias al de otros, que ese sí que no se puede dejar de hacer.

Se comprende que aquí habría que citar profesiones (muchas de ellas con carrera incluida) que no sirven para nada imprescindible (salvo para justificar un sueldo superior al del parado); pero la discreción aconseja no mentar-ni-una, pues el ser social es “tan suyo” (“es que tú eres muy tuyo”) que considera su propio trabajo como el no va más de la trascendencia.

Pero el caso es que entre parados, profesionales sin sentido e inventos que evitan o simplifican los trabajos imprescindibles, resultaría que por ejemplo en España, de 40 millones de personas, bastaría que trabajaran 3 (hoy solo lo hacen 13 millones) para que el resto pudiera vivir sin dar ni golpe.

Pues bien, a partir de ahí está la solución. La jornada de trabajo no se reduciría (por lo visto si baja de 4 horas diarias es improductiva) y estarían condenados a trabajar los vagos porque...: preparados todos para el trabajo, habría que hacerlo durante 5 años.

Al cabo de los cuales, si lo habías realizado satisfactoriamente (mucha productividad, mucha calidad, mucha entrega y devoción a la empresa) adquirirías el derecho al paro (al descanso).

Mientras que si fuiste un mal trabajador, se te prolongaría un año, para ver si así cambiabas.

Transcurrido ese año, de nuevo te juzgaban: lo hiciste bien, al paro; lo hiciste mal, a seguir trabajando etc.

El rendimiento sería fabuloso, pues sabido es que un vago por no trabajar es capaz de cualquier cosa.


FRANCISCO MOLINA. El Correo de Zamora. Años 80 del S.XX

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