QUE
TRABAJEN LOS VAGOS
El problema del paro
consiste en que aquellas personas que no tienen trabajo, o no tienen con qué
vivir o reciben una subvención que no les permite afrontar la vida, en las mismas
condiciones que si estuvieran disfrutando de un empleo, no pueden afrontar los
gastos mínimos.
Si a todo esto se añade
que socialmente el primer mandamiento es “tanto tienes tanto vales”, resulta
que el estar parado es algo que se ve como
netamente negativo.
Por otro lado el
paro lleva dentro de si algo que todos buscan ¡no trabajar!
Tras arduas
investigaciones y más de un sexenio, se ha encontrado la solución:
¡Que trabajen los
vagos!
El problema se
resolvería así: se trata de que ganase la misma cantidad de dinero alguien que
trabajara que alguien que no lo hiciera.
Naturalmente, ante
esta situación nadie querría levantarse a las siete de la mañana, ponerse a las
órdenes de un jefe y entonces ¡rendir!.
Todo el mundo querría estar en el nuevo-paro.
Fenomenal, de eso se
trata, de que se desee fervientemente ir al paro, porque al ser eso lo estimado,
para lograrlo se haría cualquier cosa ¡hasta trabajar!
Así la cuestión,
resulta que el derecho al paro habría que ganárselo.
Véase como. Está
claro que en la sociedad (nacional, estatal o mundial) no hace falta que trabajen
todos para que haya bienes y bienestar para el conjunto.
La primera prueba
está en que en países avanzados hay abundantes parados (y los que te rondaré
morena).
Si a eso se añade
que hay profesiones y fabricas que si no existieran no pasaba nada, queda
demostrado que en realidad se vive gracias al trabajo esencial de unos pocos
—muy poquitos—, y que parados, pensionistas y el resto (aún con trabajo) viven
gracias al de otros, que ese sí que no se puede dejar de hacer.
Se comprende que aquí
habría que citar profesiones (muchas de ellas con carrera incluida) que no
sirven para nada imprescindible (salvo para justificar un sueldo superior al
del parado); pero la discreción aconseja no mentar-ni-una, pues el ser social
es “tan suyo” (“es que tú eres muy tuyo”) que considera su propio trabajo como
el no va más de la trascendencia.
Pero el caso es que
entre parados, profesionales sin sentido e inventos que evitan o simplifican
los trabajos imprescindibles, resultaría que por ejemplo en España, de 40
millones de personas, bastaría que trabajaran 3 (hoy solo lo hacen 13 millones)
para que el resto pudiera vivir sin dar ni golpe.
Pues bien, a partir
de ahí está la solución. La jornada de trabajo no se reduciría (por lo visto si
baja de 4 horas diarias es improductiva) y estarían condenados a trabajar los
vagos porque...: preparados todos para el trabajo, habría que hacerlo durante 5
años.
Al cabo de los
cuales, si lo habías realizado satisfactoriamente (mucha productividad, mucha
calidad, mucha entrega y devoción a la empresa) adquirirías el derecho al paro
(al descanso).
Mientras que si fuiste
un mal trabajador, se te prolongaría un año, para ver si así cambiabas.
Transcurrido ese año,
de nuevo te juzgaban: lo hiciste bien, al paro; lo hiciste mal, a seguir
trabajando etc.
El rendimiento sería
fabuloso, pues sabido es que un vago por no trabajar es capaz de cualquier
cosa.
FRANCISCO
MOLINA. El Correo de Zamora. Años 80 del S.XX
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