EL
TRANSFUGUISMO EN ZAMORA
Si alguien quiere
hacer un estudio sobre el fenómeno de los tránsfugas, sin duda, debe hacerlo en
Zamora.
Aquí tenemos tránsfugas
de todas las especies.
Visitemos el zoológico.
Tenemos el tránsfuga
tipo Paulo.
Este tránsfuga lo es
porque de repente se da cuenta de que llevaba una vida política equivocada, y
como cuando San Pablo (Paulo) cayó del caballo, súbitamente lo ve claro y
decide salvarse.
Otro tipo es el tránsfuga trabajador.
Suele odiar
tanto a los vagos que por un puesto de trabajo es capaz de irse con cualquiera_
Existe también el tránsfuga
amantísimo.
Aquel que cambia de partido por amor a... la rubia (nombre popular
de una de las madastras del Euro).
El tránsfuga diplomático.
Resulta fácil de reconocer porque se presenta por un partido y luego les deja,
pero sigue votando con ellos y les hace el trabajo sucio. Solo se sale, para
hablar el doble y cobrar el cuádruple. No hay que salir de la capital, ni de
esta legislatura para contemplar uno.
Tránsfuga canguro.
Dícese
de quien se sale de su grupo para ser alcalde (primer salto). Luego,
avergonzado, lo deja (Segundo), y después de todo está que bota (tercer salto y
siguientes).
El tránsfuga
invisible.
Pásmense pero existe. Son gente que se cambia de partido sin dejar
el sillón, pero no lo dicen en su pueblo para seguir siendo concejal del grupo
que era y al tiempo que no se le caiga la (cara de vergüenza). Escasean.
El tránsfuga
gremial.
Es aquel que traiciona en manada para quedarse con el sillón y luego
negociar otro mejor. La técnica es nueva y algunos estudiosos los consideran
los nuevos tránsfugas.
Y por último veamos
el tipo más interesante: se trata del tránsfuga camaleón.
Nombre que le viene
de que se camufla de expulsado para no parecer tránsfuga.
Esta especie, fruto
del progreso, es altamente peligrosa porque todavía hay personas que no los
conceptúan como tránsfugas.
En efecto. Argumenta
el interfecto que él no deja su partido sino que le echan y que por tanto se
puede quedar con el sillón que ganó con ese grupo.
A partir de ahí se filosofa
mucho sobre si el sujeto es o no es tránsfuga.
Véase que si lo es,
e incluso que es un tránsfuga como una casa. Analicemos el fenómeno. Reduzcámoslo
al absurdo. Cojamos para ello el cambio de voto de Antorrena (cosa que esta
sudjudice respecto a si cobró o no, pero del que nadie duda que fue quien en
1987 cambió su voto en favor del PP).
Supongamos que este
tránsfuga de hace diez años hubiera tenido la preparación que tienen los tránsfugas
de ahora (diez años después), y supiera que "si te expulsan —según
algunos— no eres tránsfuga".
Entonces... Una vez
que sabe (por la razón que sea) que no va a votar a los suyos y si al enemigo,
lo que tendría que haber hecho era, en vez de ocultarlo, pregonarlo a los
cuatro vientos. ¿Disculpas? Cualquiera, por ejemplo: "que respetaba el
Pacto de los Luises" que decía que gobernaría la lista más votada.
A partir de ahí, el
PSOE no tendría otro remedio que expulsarlo o hacer el primo. Y una vez
expulsado, según la teoría de los que dicen que un expulsado no es un tránsfuga,
resultaría que el tránsfuga por antonomasia dejaría de serlo y a vivir que son
dos días (uno con unos y otro con otros).
FRANCISCO
MOLINA. La Opinión de Zamora. 5 de Abril de 1999
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