miércoles, 5 de octubre de 2011

Admiramos al ermitaño por su proeza de arriesgar la vida y renunciar al sexo, o sea, por bobo


El mérito del ermitaño.


De hecho la figura de quien por algún motivo decide vivir solo suscita una contradictoria


admiración («hay que estar loco”, “hay que tener valor para vivir así”, se

dice de ellos). ¿Por qué estos juicios? Porque todo el mundo intuye esa doble dificultad:

La de poder sobrevivir y la de poder gozar en esas condiciones.

El que se les admire más por los peligros que corren que por los placeres que se

pierden, es otra prueba de que existe una

represión sexual interiorizada que ya es una

verdadera
ESTAFA SEXUAL

.

Estafa por cuanto los engañados no son conscientes del engaño sufrido y creen, incautos,


estar haciendo lo mejor para ellos. Es decir, ya no son personas unicamente “engañadas”,

son personas “estafadas”, pues estafado es aquel engañado que, por no caer en la cuenta de

que fue burlado, se cree que ha salido ganando tras el acuerdo y el trueque. ¿No son todos estos

precisamente los ingredientes de un timo y lo que vive el timado sin saberlo? Aquí el trueque es

cambiar relaciones sexuales sin fin por un sólo amor, excluyente y eterno. De existir libertad

sexual en cada vida habría más de 100 relaciones de pasión en profundidad, así como innumerables

situaciones inmejorables en cuanto al disfrute tranquilo de los 5 sentidos 5, en lo relativo

a placeres sexuales. Sin embargo se nos ha estafado haciéndonos creer que un único amor

compensa lo perdido, lo robado
.



Del libro LA ESTAFA SEXUAL de Paco Molina

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