jueves, 2 de febrero de 2012

¿Edad de Pìedra o Edad de la Promiscuidad?




La raíz de la pornografía mental


Parece indudable que las fantasías de hoy surgen como



vago recuerdo, guardado en el subconsciente de los genes,



de situaciones que sí se dieron en otras épocas.


Cómo no suponer que cuando se hacia el amor en la cueva, donde todos se apelotonaban huyendo del frío y de las fieras, en esas condiciones de hacinamiento, no disfrutaran todos, según su estado y edad, de una orgía general, o bien sólo mirando y viendo, o bien sólo tocando y oliendo, o bien saltando de aquí a allá para cambiar de manjar.


De esa situación quedaría grabada la perversión que hoy (represores como somos) llamamos de mirones o voyeurs, lo mismo que las ganas del macho de ver mujeres acariciándose y de la hembra de verse tomada por más de uno, y esto y lo otro y lo de

más allá.


Y lo que ocurría en la cueva invernal, con mayor motivo o justificación se daría, con buen tiempo, en la ribera de ese río, o en la playa de esa costa, o en el remanso de ese camino junto al bosque.

Cuando el grupo descansaba, tal vez uno o dos de sus miembros buscaran darse placer y eso contagiara a varios más, acabando por
satisfacerse unos a otros en la medida en que cada uno quisiera.


De tantas situaciones de esas, bacanales con comunión de cuerpos, anteriores en el tiempo al momento en que se decidió la memez de hacer que las mujeres fueran propiedad privada de los machos (al por mayor, machismo, y al por menor, matrimonioes de donde vienen las fantasías sexuales, como un dulce tormento que pidiéndonos más de lo que tenemos, nos da gusto, recordándonos que nos quieren matar el gusto.

Del libro LA ESTAFA SEXUAL de Pâco Molina

No hay comentarios:

Publicar un comentario