domingo, 12 de febrero de 2012

Mejor "tía-patria" que madre patria



Domados



Como todas las sociedades son iguales (ninguna te da libertad) pues optas por

seguir el camino más seguro: “Si ya estoy aquí, seguiré con los míos” (tu patria). De la

que tú, por cierto, sólo eres un soldado, pues la patria ¿de quién es?. De quien tiene

dinero y no tuya, ¡no te engañes!.

Sigues

palante y descubres que tienes que tener descendencia, aunque si lo meditas


no está muy claro para qué.

Después, el tener la obligación de sacar adelante a los tuyos te hace mas insolidario,

competitivo y egoísta de lo que ya eras, multiplicándose por el número de hijos el

número de agravios, recelos y rencores que vas a tener respecto al resto de los humanos.

El aburrimiento es tan crónico y está tan arraigado que, paradójicamente, el trabajo

se convierte en

algo que entretiene. De hecho el síndrome del fin de semana en las


sociedades opulentas, confirma esta afirmación.

¡Qué horror no tener nada que hacer!.


(Qué gran verdad. No hay nada que hacer. Está prohibido).

Entonces, tu vida se va por el desagüe de alguna afición más o menos infantilista,

como pueda ser cualquier deporte. Y vives y sufres y saltas y te alegras y te amargas,

según gane o pierda tu equipo favorito.

Y en este plan vas esperando la muerte. Que encima te angustia porque te sientes

malo y pecador (sin apenas pecados) y puedes ser condenado al infierno eterno u otra

tontería, y lo que es peor, sabes que cuando te mueras vas a pensar: “Pero, santo cielo,



¿Por qué me muero ya, si todavía no he vivido nada?”.



Sólo cabe un consuelo, hay otros que en lo material viven peor que tú. Buen

clavo ardiendo al que agarrarse. Clavo que, por cierto, ya busca el Poder que esté al

alcance de tu mano para que te calmes y no des la lata; ni batalla, no vaya a ser que

todo acabe peor.

Este es el panorama de la existencia para alguien a quien no le va del todo mal.

Naturalmente, si nos ponemos en el pellejo de quienes no han sido sonreídos por la

fortuna, las tintas se cargarían más y más a favor de nuestras tesis: Que la sociedad en

que se vive es tremendamente hostil, violenta y sin sentimientos; salvo “el amor por el

dinero”, que crece día a día en todas las latitudes, hasta el punto de que ya no hay otro

valor, por más que se nos diga que existen cosas como la ética, la idiosincrasia, la

propia historia, el arte, el folclore u otros bienes, que están ahí para ocultar que ya no

hay otro disfrute que el acumular pasta para ver si así ganamos libertad y eternidad. Es

decir, en el fondo, para ver si el dinero nos devuelve lo que nos han robado, los instintos

de supervivencia y placer. Sin darnos cuenta de que es con el dinero con quien nos han

robado ambos instintos, por lo que difícilmente será con él con quien podamos

recuperarlos

.


La libertad es el poder vivir el instinto de placer, lo demás es un estafa o una

libertad bajo fianza o condicional, una engañifa.


Del libro LA ESTAFA SEXUAL de Paco Molina

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