martes, 3 de septiembre de 2013

Pregón con "sabia" de San Atilano de Zamora


(Pregón pronunciado en la Casa de Zamora en Madrid)


                SAN  ATILANO, ZAMORA Y SUS HIJOS VIAJEROS




En este mundo ya todo es mentira.


Si será mentira todo que hasta la verdad es mentira.


La verdad es mentira ¡porque parece mentira!




         Si será todo mentira, que se inventaron los PREGONES para animar a la gente a animarse, cuando sin embargo, y va para largo, están prohibidas las juergas. Las de verdad por supuesto, las que todos ya sabéis.


        ¿Qué derecho tiene un pregonero a pediros que disfrutéis de la vida y más de las fiestas, si sabéis de sobra cómo disfrutarlas (la vida y las fiestas) pero precisamente esa forma, que pillines sabéis, es la única que nos tienen prohibida?


No os invitará este  pregón a la juerga pues, sino que este pregón tratará de ser, él ya, juerga. Fuegos artificial de jerga, esa será su juerga.


      San Atilano era una santo. Y no es eso una perogrullada.   No podía ser de otra manera. Las fiestas ya son todas de santos o de vírgenes. Una virgen, se sabe, es más que un santo.


         Esto último es porque Dios, sumamente poderoso, eligió por madre de su hijo a una mujer virgen.


 ¡Cómo si hubiera podido elegirla de otra manera!


¡Que cosas ¿no?!


-.¿Podría Dios haber elegido para madre de Jesús a lo contrario de una virgen?    


Pues no, aunque entonces las fiestas sí que serian fiestas. Habría en ellas cuernos sin necesidad de toros, y no como ahora que en realidad el  enmaromado no es “el Toro Enmaromado” sino el pueblo que lleva la maroma.
    


Los padres de San Atilano tenían pasta y fe. Eran mozárabes, ya sabéis, cristianos a los que los moros permitían ejercer sus creencias, en  territorio musulmán.


 Al nacer su hijo, como buenas personas que eran le pusieron Atilano.     Ese nombre ya se había puesto de moda como símbolo de buena persona. Tal vez recordéis que Atila era el Rey de los Hunos. Y también que según se decía, ”por donde pasaba su caballo no volvía a crecer la yerba”. Era tan malo,  Atila, que la gente cuando le veían venir gritaba: “ATILA  NO, ATILA   NO”. De ahí nació el bonito nombre de ATILANO.


         Por eso cuando nace por el año 850, su familia que es rica, documentada y mozárabe, le pone al querubín “ATILANO” ,deseando que fuese lo que luego fue. Una bella persona, lo contrario de Atila, lo contrario del mal.
       


Atilano, arrebatado por su amor al Señor opta por adoptar una de las sendas que en aquella época llevaba al cielo; que no era otra que pasar antes por el infierno de la soledad absoluta: Se hace anacoreta. Qué mentira el sacrificio, más valorado que el vicio, si el Amo no lo practica y se lo manda al servicio.


         Es por eso por lo que desde Zaragoza se acerca a nuestra bien amada Zamora, pues es  La Cabrera una comarca de León donde se juntan una peña de buenos anacoretas. Así es como conoce a otro, de gran fama. Se trata de Froilan, natural de Lugo, de donde hoy es patrón. Llegan de este modo a formar una pareja de hecho (“de hecho religioso” queremos decir), y poniendo uno la cabeza y otro la acción se mueven por la zona.


         Más llega un momento en que se dan cuenta que los anacoretas están perdiendo fama, pues con eso de vivir sólo para Dios acaban viviendo sin dar palo al agua y eso la gente se lo censura.


Les proponen entonces, señores de la guerra y obispos, “volver el mundo y predicar la doctrina cristiana”.


 Téngase en cuenta que estamos en años de “reconquista” y para vencer a los moros había que predicar mucho cristianismo, que no en vano, los poderosos siempre han utilizado las religiones en su propio beneficio. Siendo el máximo posible que los individuos estén dispuestos a morir “por su Dios” (que claro tiene que ser  verdadero, puesto que vas a morir por él). ¿Morirías tú que me escuchas por uno  no  verdadero? Sería majadero.
       


Optan pues por volver a las cosas mundanas, a petición de otros amos, y fundar monasterios. Pero dudan si al aceptar esto no será estar cayendo en el pecado de “búsqueda de vanidades”. Entonces Froilan le pide una respuesta a Dios, y como Dios no habla, lo hace con indirectas: Se mete Froilan un carbón ardiendo en la boca, diciéndose previamente, que si no le quema es que Dios está de acuerdo con que dejen el Anacoretismo y ocupen cargos. Se produce el milagro y su boca no se quema. Dios habló


         En esa nueva vida se separan los dos amigos inseparables. Y a Atilano se le nombra Obispo de Zamora. El primer Obispo de Zamora, con orden de crear la diócesis de esta tierra que llevamos en las venas.



Estamos ya por el año 900 y fijaros que curioso ¡ya Zamora sufre despoblación! ¡ya Zamora sufre pobreza! Lo que se mezcla con las continuas internadas por la zona de Almanzor, que no era un moro cualquiera. Únase a esto que hubo una buena peste, si es que las pestes pueden ser buenas.


         Preocupado Atilano le da a la cabeza y llega a la conclusión de que todos eso males se deben o a una maldición contra la ciudad por algo mal hecho, o a su mala conducta al abandonar la vida retirada y humilde de anacoreta. De hecho aparecen pintadas que le llaman ATILANO PECADOR


         En todo caso, concluye, la solución pasa por su dimisión como Obispo- se siente indigno dada su incapacidad para arreglar los problemas- y pasa también porque peregrine a los Santos Lugares, donde aún no habían hecho los Israelíes el MURO DE TODAS LAS VERGÜENZAS.


         Pero siendo por lo demás el responsable de la diócesis se da cuenta que sería una irresponsabilidad “presentar su dimisión”, así que decide irse en silencio y secreto. Cruza el río por su antiguo puente romano y de noche. Furtivo, se da cuenta que todavía lleva su ANILLO DE JERARCA DE LA IGLESIA. Opta entonces por tirarlo, y  al agua lo arroja, al Duero para que acabe en Oporto, y la presencia en su mano no lo delate.
       


Pasan así dos años de oración de acá p`allá. No queda claro que llegara a Oriente, pero si es cierto que , como vosotros, sintió la llamada de su Zamora con tal fuerza que quiso volver. Sólo para verla, sólo para olerla, sólo para sentirla, sólo para pasearla y decirse por lo bajo: ¡Zamora! Que a gusto contigo estoy !.


         Volvía pues de incógnito, como de incógnito es el amor del amante, que porque lo siente sigue y porque no le comprenderían lo oculta.


Llega entonces, en su viaje de regreso a la tierra que dejó, acomplejado por su traición al abandonar el barco y por tanto con discreción absoluta.


 No obstante como buen cristiano y creyente creía en todo, y también creía y sospechaba que si volvía era porque el Señor así lo quería. Pero ¿por qué y para qué? deseaba su Dios que regresara junto al pueblo que traicionó abandonándolo.


         ¿Para que purgara con el escarnio al que sería sometido si le reconocían, o para otra causa aún para él desconocida?.


         Se hospeda, temeroso de entrar en la ciudad, en una casa de huéspedes que hay en la salida del camino a Salamanca. A mitad de trecho con Morales del Vino.


En esa casa durante la Guerra de la Independencia, años después y en lucha contra los franceses se produce una matanza quedando el lugar sembrado de cadáveres. Es por lo que ahí surgirá el actual cementerio.


         Pero volvamos con Atilano. Ha llegado a la posada y como siempre come poco en señal de penitencia. Pide pues para cenar el pez  más humilde que tuvieran. Le traen un barbo pescado en el cercano Rio Duero a la altura de San Frontis por donde irá el puente nuevo si no se produce traición.


 Inca el cuchillo Atilano y entre espinas y otras entrañas ve brillar un objeto. Para no atragantarse, ni romperse la dentadura, lo saca con sus dedos y lo limpia en  buen vino (de Toro naturalmente, o si queréis, Fermoselle o Benavente).


         Pasmado quedose el tío. ¡Era  el mismo anillo que dos años atrás, él mismo, había tirado al río!  Subió a su habitación, y de hinojos se postró (o sea se puso de rodillas) preguntando al Señor: “Oh Dios! ¿Qué me decís con esto?”.


No hubo que pensar mucho. Calló un rato. De repente se irguió, cogió la joya, la volvió a meter en el dedo de la que no debió escaparse y grito: “Lo haré Dios mío, lo haré. Gobernaré a tu pueblo más amado. Entraré en Zamora de pie. Con orgullo y sin caballo que sepan que ha vuelto Atilano el Obispo que se fue, sin quererlo y a la fuerza, pero no para otra cosa que luchar por esta tierra que es más bella que ella misma”.
      


Y San Atilano fue santo. Por  petición popular, a tan sólo tres años  muerto. Y sus huesos son tan santos que los guardan los mejores guardias ¡los  Cubicularios!. Gente rica de Zamora o que a Zamora adora más que las riquezas que tienen, que a fe que si las adoran


Y aquella casa rural, en la que encontró aquel mensaje, cual añillo de amor y boda entre su Dios y su pueblo, pasó a ser el Cementerio con San Atilano de nombre.


         Hasta aquí la historia. Pero, todo esto, lo mismo que la aparición del anillo, ¿no tendrá un mensaje también pera quienes lejos de esa cuna estáis, de esa cuna que os vio nacer?  VED QUE SI.
         ¿Por qué os fuisteis vosotros, o vosotras o quienes pusieron en pie esta casa, en el cogollo de España con el cogollo de un sentir zamorano de pura zepa? Yo os lo digo, que pregonero elegisteis y acertasteis vive Dios, pues la verdad aquí está, escondida en todo esto, como el anillo en el pez.


Que el Patrón de nuestra dulce Zamora sea quien da nombre al Cementerio, en verdad en verdad os digo que mensaje tiene escrito. Significa esto, mis gentes, que Zamora se nos muere. Pero cuanto más avanza la enfermedad más y más se quiere y requiere al enfermo, así que por eso amigos sentís lo que aquí sentís.


         De penosa y larga enfermedad se nos está yendo esa tierra. Tan larga que ya hace siglos Atilano captó el problema, y por eso se largó. Tan larga y penosa que vive la pena de que hijas  e hijos como vosotros, por allí no estéis, por allí no riáis, por allí no bailéis e incluso, la pena de no sentiros las penas que vos sintáis.


         Pero hay más mensaje oculto, en este San Atilano valiente que marchó de esa tierra suya cuando ésta empobrecía y no podía soportar de su pueblo el sufrimiento.


 Ese sacrificio amigos enlaza con el de vuestra decisión dura y sublime. No os dejaron sitio para vivir y ,con dolor del alma, os fuisteis. Y al iros mis buenas gentes, disteis vida a vuestras vidas y disteis vida a vuestra patria. Patria chica donde las haya , pues chica se quedó la niña, tan chica y tan pequeñuela que no caben todas en ella.


Y ¿por qué ocurre todo esto? Si en todos sitios nacemos con instinto de vivir y de sentir el placer, ¿por qué nos matan la vida, secuestrándonos los instintos, y obligándonos a  por dinero haya que huir de la tierra en patera de tren de tercera, y ni allí se pueda vivir lo que en verdad nos divierte, que no  nos lo dan las fiestas y si el abrazar a la gente?


         Ahora por allí quieren que repoblemos la tierra. Están como cabras amigos. Os echó la economía, la buena y capitalista, y ahora resulta tíos que dan dinero a las tías para que paran “conejas”, mientras se pasa la vida, tontería tras tontería.


Ved que sin embargo. Ved que no obstante. Ved que aún así, hay que cantar y hay que reír ¡porque todo es mentira!. O mejor aún parece mentira lo que es verdad y es mentira lo que parece verdad.


         Reíd y cantar, con fiestas y sin ellas, porque si en otro sitio hubierais nacido o vivido, distinto y por tanto igual, todo habría sido.


         Católicos, zamoranos, emigrantes......que si hubierais nacido en otro lugar otra sería vuestra fe, otra vuestra patria chica y a lo mejor sultanes o miembros de un harén seríais y.......en vez de celebrar a San Atilano celebraríais a San  Dromedario comiendo pincho de camello


         O vuestro patrón sería Buda o Kamasutrín, que esas sí que son fiestas. O danzaríais en taparrabos pues seríais de la Asociación Etnográfica Bajo Congo. Y estaríais dispuestos a dar vuestra vida por Alá o por Bombay o por la Muralla China, que por la de Zamora poca vida se puede dar ya, desde que van a dejar hacer 16 viviendas junto a la Puerta de la Traición.


         Que mentira es todo que todo gira entorno al sitio en el que se nació y creció y vivió, y nada tiene que ver con la única verdad que parece mentira: Que nacidos en cualquier parte el ser humano “quiere vivir su vida en todas partes igual”, y nacido en cualquier parte, todos queremos disfrutar el placer de los placeres   el que tan a mano está-nunca mejor dicho- sino estuviera prohibido, perseguido y Tan mal visto. Tan mal visto que ni siquiera se ve.


         Por San Atilano os digo: Si lo único que no cambia se nazca donde se nazca son las ganas de seguir vivos y las ganas de disfrutas de las ganas, ¿por qué el ser humano no es un poca menos humano y se hace más animal, que puestos todos a ello es tan fácil de alcanzar lo que necesitamos lograr?.


         Yo os pregono, zamoranas y zamoranos, que lo sois de milagro, vivid como si de allí no fuerais, vivid como si no fuerais de ninguna parte y veréis que sois tan felices, que contagiareis felicidad. Veréis que no hay que esperar a las fiestas, veréis que el cariño es fiesta , veréis que caricia es fiesta, veréis que cuernos no es cornada que más cornadas da el hambre, veréis que todos unidos podemos pregonar juntos:


         Zamora no se gana en una hora. Pero el amor si, mirad. Entre la Z y la A, ahí lo tenéis escondido. Y si el amor acaba en orgía, que no se nos asuste nadie, que no hay mayor alegría que una buena fantasía.


         Entre la Z y la A ahí el “amor” está en vuestra soñada Z ”AMOR”A.


 Y gracias por escuchar "al cantor de este cantar"

Madrid.21 de Octubre del 2004


Paco Molina

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