V
LA
HISTORIA DE LAS SOCIEDADES ES LA HISTORIA DE LA LUCHA DE CLASES, LA LUCHA DE
LAS CLASES SOCIALES, QUÉ, MAS O MENOS ABIERTAMENTE CONSERVA EN SU SENO CADA
SOCIEDAD SEGÚN LAS ÉPOCAS: HOMBRES
LIBRES vs ESCLAVOS, PATRICIOS vs PLEBEYOS, SEÑORES vs SIERVOS, EMPRESARIOS vs
OBREROS. EN DEFINITIVA OPRESORES vs OPRIMIDOS.
Para certificar la
defunción de Marx, aquellos a los que corresponde esta tarea (hay encargados y
voluntarios para todo), dicen que en la actualidad la idea de la lucha de
clases no tiene sentido pues estamos en una sociedad compleja con distintos e
interrelacionados estamentos.
Ocurre, sin embargo,
que Marx nunca habló de sociedades con sólo dos clases nítidas. Pero, mira tú
por dónde, la sociedad, como la conocemos por aquí, lleva camino de ser una
sociedad con sólo dos clases de personas. Obsérvese si no; resulta que para
progresar y para salir de la crisis dicen que “hay que incentivar la iniciativa
privada”. Es decir, unas personas (las que menos tienen) han de incentivar
(animar) mediante el sacrificio (renunciando a un buen sueldo, en el sentido de
suficiente), a otras (precisamente las que más tienen) para que se sientan
incentivadas y a lo mejor inviertan.
Para que se entienda
bien, es como si el pobre Lázaro, que se alimentaba con las sobras del Rico Epulón, tuviera, con el fin de salir
de su situación, que contribuir a hacer aún más rico a Epulón para que así le
sobraran más cosas y, tal vez, algunas llegaran a Lázaro.
Se pretende entonces
dividir la sociedad en dos; lo que han de incentivar (sacrificarse) y los que
han de ser incentivados (que son los que tienen aval de los bancos o sea, los
que más tienen).
Hoy, los poderosos lo
tienen más claro que muchas personas de otras clases y lo dicen sin tapujos. Su
discurso es: “hay que ser competitivos para poder vender en el extranjero. Eso
sólo se consigue –añaden- produciendo
más y reduciendo los salarios”. Después (decimos nosotros) ese aumento de las
rentas –de ellos- producirá el milagro
de que puedan ganar más aquellos a los que hoy se les pide que ganen menos.
Los que creen en este
razonamiento son los mejores defensores de la tesis de que existen clases
sociales. Ellos pertenecen, o defienden, a la clase alta (la que vende los
productos que fabrican otros, los de las clases inferiores) y les piden un
sacrificio (que ganen menos) con un argumento ilusorio y falso, ya que si se
acepta lleva al absurdo.
Obsérvese: supongamos
que los trabajadores aceptaran el razonamiento sin rechistar, e incluso,
encantados; entonces, indudablemente los productos que ahora salieran de las
fábricas serían competitivos (más baratos que otros análogos) con lo cual las
ventas se dispararían, Como consecuencia de ello el rico propietario de la
fábrica se enriquecería aún más y más.
Ha llegado pues momento
de que nuestro satisfecho e incentivado empresario aumente el negocio (que cree
¡por fin! puestos de trabajo) y aumente, a su vez, el sueldo de sus
comprensivos trabajadores.
Pero claro se olvida
(se oculta) que ante un argumento “tan inteligente” lo lógico es que todos los
entiendan y apliquen; es decir, que en otros países también habrán decidido ser
competitivos (vender barato) y para ello los trabajadores de esos países
aceptarán por los mismos motivos, que les reduzcan sus pagas. Con lo que nos
encontramos con que el generoso empresario de nuestra historia, al tener ante
sus ojos los últimos estudios del mercado, verá con pavor que la competencia
vuelve a vender más barato, y que , por tanto, no le va a quedar otro remedio
que pedir otra vez a sus asalariados (la clase obrera) un nuevo sacrificio. Y
así, tras hacer lo propio (y de nuevo) la clase obrera de otros países el
sacrificio, y de repetir (otra vez) el proceso el nuestro, se seguirá un
continuo toma y daca que llevaría al absurdo de que los propietarios de las
fábricas no pararían de enriquecerse y sus trabajadores de empobrecerse. ¿Hay o
no, entonces, clases sociales?.
Nota: Queda visto que
la teoría de que la economía de un país debe basarse en que una parte de la
sociedad “incentive” a otra, no solo no es válida, como ha demostrado la
práctica, lo cual bastaría, sino que tampoco es válida en el terreno teórico y
dialéctico, es simplemente un engañabobos.
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