miércoles, 18 de septiembre de 2013

Soy un porquero


                                 EL PORQUERO  Y SUS PORQUERÍAS

Dice El refrán que “ la verdad es la verdad la diga Agamenón o su porquero”.

            Agamenón fue un rey de esos de postín, de cuando eran una mezcla de monarcas, emperadores y semidioses al tiempo que héroes y mitos de su época. El porquero, claro está, es quien cuida los cerdos.

            Indica, el dicho popular, que  cuando se trata de la verdad, ésta no se garantiza porque la diga el poderoso, sino que si en efecto de se trata de ella, tan verdadera lo será si en vez del rey la dice su mas humilde servidor. Es decir la verdad no está en exclusiva en poder de los poderosos y no son ellos los únicos que la pueden pregonar.

            Al contrario, habitualmente los “que mandan” no dicen la verdad, o lo que es mucho peor, la ocultan deliberadamente. El mero hecho de que se haya acuñado la frase de “que hay que buscar la verdad” es prueba irrefutable de que todo es mentira. Entre otras cosas, porque la supuesta “oculta verdad” es asequible a cualquier porquero que se ponga a mirar alrededor. Pero claro es una verdad tan sencilla que hay que esconderla entre mil mentiras para que no se vea.

            Comento todo esto a raíz del hecho de que acaba un año y por tanto se puede hacer un repaso de las cosas. Entre ellas, mis escritos en este amable periódico. En ellos he tratado que hubiera de todo. Y dentro de esa línea he procurado que supieran todo lo que yo he averiguado sobre esto, lo otro o lo de más allá.
Es un placer compartir cosas que se saben. Unas sobre “la verdad” y otras de opinión. Y en ese sentido creo que quienes se detengan a leer mis escritos tienen una gran suerte porque los escribe un porquero, y no un rey poderoso, no un “agamenón”.

 Entiéndaseme bien. Cuando digo que es mejor que lo dicho lo escriba yo  en vez de un pez gordo del saber, quiero indicar que al ser menda un mero porquero, el lector de  LA OPINIÓN-EL CORREO DE ZAMORA es libre para asimilar o no lo que le cuento. Cuestión no baladí, pues si yo fuera “un agamenón” no le quedaría otro remedio que tener que “tragar”, intelectualmente, mis afirmaciones, pues si dudara le atormentaría la conciencia con un: ”tiene que ser verdad  lo dice ya que es un experto, un sabio, un poderoso”.

No digo nada la suerte que tienen ustedes cuando resulta que quien les comenta asuntos no es un dios y sí un porquero. Esa es un pura fortuna, pues eso le permite ser  libres para aceptar o no lo propuesto. Cuestión que no se daría si quien hablara fuera Dios, ya que no les quedaría otro remedio que decir “amén”.

            Este es uno de los dogmas del pensamiento único. “Aceptarás sólo como cierto lo que te digan los sabios”. Es decir se le ha prohibido al pueblo pensar, las gentes sólo pueden creer lo que les dicen los “agamenones”. Que ya procura el Poder que sólo tengan el título de “agamenones” los que él diga, y que ellos a su vez digan sólo lo que quieren quienes reparten títulos de “agamenones”, los poderosos, ya que si se salen del guión no tendrían  título tan rentable.

            Les hablo como vulgar porquero, por eso me esmero en contar la verdad o en reírme de la mentira. No llegaría de lo contrario ni a la vuelta de la esquina. 

Por eso si digo que el Papa dijo que no hay infierno con llamas es porque lo dijo (y así me lo han corroborado cristianos practicantes). 

Si comenté hace meses que el puente nuevo podría ir “aguas arriba de aguas abajo” porque estaban comprando por ahí propiedades allegados al Alcalde, era porque se sabía. 

Y si les anuncio que el disparate de las casas junto a San Isidoro- conocido el asunto como la nueva traición de la Puerta de la Traición-se va a agrandar porque Patrimonio exige que entre ellas y la muralla en vez de un callejón sin salida se haga todo un foso para cocodrilos, pongo el dedo del porquero en la llaga. Y seguiré si me dejan.

                              FRANCISCO  MOLINA

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