lunes, 16 de septiembre de 2013

Mas madera para la guerra



                                            MAS  MADERA


En determinada película de los Hermanos Marx estos pretenden hacer correr un tren a toda velocidad, y entones, como se les ha acabado el carbón que alimentaba la máquina, en su lugar echan madera. Esta tarea la asumen con tal entusiasmo que al grito, ya célebre, de “más madera que es la guerra”, acaban por destruir el propio tren, que era de madera, para que cogiera toda la velocidad posible. El humor, crítico y despiadado, y por tanto constructivo, de los Marx, radica, en esta caso, en justificar cualquier locura o sin razón o disparate, con la coartada de que se hace “porque es la guerra”.


            En España, el difunto PP, cambió el “más madera” por el “más mentiras”. Y así, su grito de seriedad fue: “Más mentiras que es la guerra”. Olvidaron los gobernantes que el dicho popular:”la guerra es la guerra”, aunque hoy en día se utiliza en tono jocoso, nació de la nefasta experiencia de comprobar que cuando se está en guerra todo lo malo que uno pueda imaginar puede ocurrir.


            Hay otra frase, nacida de esa experiencia, que corrobora lo dicho. Es esa  de que  “en el amor, como en  la guerra, todo vale”. Es decir el pueblo llano, por haberlo sufrido en sus carnes reiteradas veces, sabe que la guerra es el peor de los males porque desata todos ellos. La muerte, las heridas, las torturas, el hambre, las enfermedades, la pobreza y, no lo olvidemos, la venganza, la hija del odio. Y quien esto no sepa es que no está capacitado para gobernar.


            Por eso meter a un país en guerra es lo más grave que puede hacer un dirigente. Gravedad que aumenta si el susodicho cree que esa guerra va a ser un paseo militar. Insistiendo en esto, se puede tomar también como referencia el sentido común y la mayor inteligencia de las mujeres.


            ¿Qué hace una madre cuando va con los niños y el marido y éste inicia una discusión que puede acabar en pelea? Aconsejarle sin paliativos. “Déjalo estar. No te metas en líos”.Todos hemos vivido o visto casos parecidos. Es obvio que la mujer teme que esa violencia una vez que se desate del todo pueda acabar afectando incluso a sus hijos. La mujer sabe que no hay que crearse enemigos. Todo esto, unido a lo anterior forma parte de conocimiento de los pueblos, porque los pueblos no han aprendido en cabeza ajena, sino con sus propias costillas e incluso han pagado el aprendizaje con la vida y la miseria.


            Por eso mismo es por la que los gobiernos de turno, que son los que meten a los pueblos en las guerras, tratan de hacer creer que son algo controlable, aséptico e incluso bonito, con funerales solemnes y medallas de oro para los  sacrificados. Nada más falso. La guerra es la guerra.


            Creía nuestro Gobernante JMA el Belicoso, que estaba “Tocado de la mano de Dios”, y que del trío de las Azores el no iba a tener coste político alguno. No obstante y por si acaso, como sugirió el editorial de algún periódico, a nuestras tropas se les tenía más dentro del campamento España en Irak que fuera. Y no sólo eso, si no que negoció, el que perdió las elecciones, que nuestros soldados estuvieran en una zona hortofrutícola que nos vendían cual balneario. Negociación que recuerda, por cierto, a la que le atribuyen a Carod Rovira. Uno pidiendo protección, dicen, para su país, y el otro para sus tropas, mientras otros mueren en zonas no hortofrutícolas. En este plan si pasaban las elecciones, sin que se notara la guerra en propia carne, a lo mejor las volvía a ganar. Sólo faltaron cuatro días para que el espejismo cuajara.


            La mentira mayor de las mentiras, es la de que una guerra no es una guerra, y que el enemigo se va a limitar a poner los muertos. Ahora la nueva mentira es que si nos retiramos gana el terrorismo. Falso. Cuando alguien se va de una guerra gana la inteligencia y la vida.

Paco Molina. Zamora.

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