miércoles, 18 de enero de 2012

La tontería precoz



No existen ni la eyaculación precoz, ni las mujeres tortuga


Dentro de esta desproporción de los tiempos tenemos, en los extremos, dos tipos


de personas acomplejadas a más no poder (con visitas médicas de por medio). Los de

la presunta eyaculación precoz (que encima nos dicen que es más numerosa de lo que

se piensa, pero que se cura) y las del

orgasmo tortuga (que así podríamos designar a


aquellas mujeres que son especialmente tardías para correrse, por lo que viven también


su cruz, sobre todo cuando se comparan con las de orgasmo fácil o las del

multiorgasmo, ya que se creen imperfectas).



Razones de esa desproporción


Ya se vió que el hecho de que la especie humana sea tal que sus individuos en


todo momento estén en celo había sido una de las ventajas con las que contó en la

guerra por la supervivencia. Que esa disposición continua al

vicio (a buscar placer sin


periodos de desaparición de ese instinto)

junto con la proximidad de los órganos de


máximo placer con los de reproducción, hizo que el número de embarazos fortuitos


fuera lo suficientemente abundante como para que las

bajas por fallecimiento fueran


siempre superadas por las

altas por nacimiento, cuestión vital en circunstancias de


elevada mortandad.


(((Quizás usted haya dado un respingo al leer que

estamos siempre en celo o


siempre con ganas de vicio, porque fácilmente podrá repasar cantidad de días, semanas


y hasta meses en que se sintió

desganado o desganada y sin la menor apetencia


para esas cosas

. Exáctamente. Un dolor de muelas, una enfermedad, una preocupación,


la realización de un trabajo, etc., son situaciones bastante incompatibles con el


tener ganas;

aunque también habría que confesar que muchísimas veces se está sin


apetencias y, de repente, surge la tentación y aparecen los deseos))).


Ante todo esto, fijémonos en cómo la evolución

dotó de otra ventaja a nuestra


especie. Esa es, junto con la de que cualquiera pueda desear

hacerlo con cualquiera, la


de que la hembra necesite más tiempo para

correrse y que el macho pueda liquidar el
asunto en un santiamén.

Del libro LA ESTAFA SEXUAL de Paco Molina

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