viernes, 20 de enero de 2012

Si hubiéramos sido fieles no habría especie



Menos mal, incluso para la reproducción, que no existió el amor con fidelidad


Y esta feliz circunstancia, la diferencia de tiempos para el goce, ayudó a que la reproducción siempre fuera superior a los fallecimientos (cuestión clave por lo lenta que es la preparación del recién nacido para valerse por sí solo).

Piénsese que si sólo gustara 
uno y si sólo se necesitara un mismo tiempo de satisfacción (largo o corto), tanto por parte de la  hembra, como del hombre
se habría encontrado la humanidad con dos problemas para la victoria en la lucha (inconsciente) por la supervivencia .

Primero. A la hembra sólo le apetece un macho y ese no tiene ganas por lo que sea, entonces las posibilidades de embarazo se reducirían drásticamente (de hecho ya procuró la civilización, cuando inventó la estructura de pareja, que ésta tuviera por 
narices que tener descendencia)

Segundo problema. Si la pareja masculina fija es de esperma fofo (menos millones de espermatozoides, o menos vitalistas que la media) las posibilidades de quedar preñada la hembra bajarían drásticamente.

(Téngase en cuenta que hablamos del periodo en que fue crucial para nuestro género que se dieran esas carambolas tan buenas 
para multiplicar los embarazos).

Por otro lado, no se queda manco el macho respecto a la hembra en su contribución al éxito, pues, de corto recorrido para lograr su meta, compensa eso con su disposición continua a cambiar de pareja.


Corroboran aún más estas tesis la existencia de mujeres multiorgásmicas y la disposición femenina para aguantar más de un orgasmo con facilidad. 

Pues con esas cualidades, las hembras de la especie, están en mejor disposición para seguir la juerga, con el mismo u otros, y por tanto, en disposición de quedar, sin saberlo, embarazadas.

Del libro LA ESTAFA SEXUAL de Paco Molina

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