sábado, 21 de enero de 2012

Sin represión sexual no habría traumas



Traumas inevitables


Al ser la gente obligada a vivir en pareja, es decir, al inventarse una institución que va contra la naturaleza, se coloca la primera piedra de una fábrica de traumas.


Resulta que el varón ha de convertirse en monógamo cuando no lo es. Esa tarea no puede menos que traumatizarle. 

Aunque llevará «mejor» el asunto porque se creó una sociedad  machista y eso le permite quebrar la norma sin que llegue la sangre al río.


Al tiempo y por lo mismo, las damas del grupo tienen que adorar la fidelidad, o exigiéndola o practicándola, con el consiguiente desgaste psíquico. 

Lo que se agrava, por el carácter machista del orden social. Orden de cosas que hace que la mujer no sólo sea fiel por cuestiones morales sino también por la cuenta que le tiene

Pues no es extraño que acabe apaleada o asesinada, con el beneplácito o no, de las leyes sociales o morales el hombre.


Lo visto es suficiente para generar una violencia soterrada en todo individuo, situación que puede percibir cualquier observador sensato, por más que los voceros del sistema nos cuenten que eso forma parte de la agresividad innata del hombre.


Mas si sólo se quedaran ahí los traumas, no tendrían psicólogos, psiquiatras, ginecólogos, sexólogos y directores espirituales, la clientela que tienen, y no habría tantas llamas en el infierno de cada una y cada uno.


Pero resulta que desde el macho con más precoz eyaculación hasta la mujer con más tardío orgasmo, nos encontramos con una pléyade de situaciones límite, más o menos reprimidas, ocultadas o no resueltas, alarmante.

Problemas falsos convertidos en reales

Porque claro (y vámonos a los casos extremos) supongamos un caso de eyaculación precoz. 

Lo que entre los vulgares mortales sería sólo el caso de alguien que



se corre mucho antes que la mujer, resulta que en la medicina oficial, como eso sería decir que casi todo el mundo es imperfecto, la definen como aquel caso del varón que eyacula casi antes de penetrar.

Sea lo que ellos digan, pero ¿qué problema tendría cualquier hombre si no tuviera la obligación de aguantar hasta dar placer mediante coito a su pareja?



Absolutamente ninguno. 

Iría a lo suyo y, acabara antes o después, ya decidiría luego si se
quedaba contemplando la fiesta de otros, que sería también la suya si quisiera. (¿No son el ver y el mirar un placer en sí?).


Por la misma regla de tres, ¿qué problema tendría, en esa sociedad que ya existió, alguien que la tiene demasiado grande y que hace daño, o su contrario que por tenerla corta se corta?. 

Ninguno. Cada uno iría a lo suyo y la mujer encantada de  “haberlos conocido”.

Saltemos al caso de la mujer-tortuga. Resulta que, lo mismo que el presunto eyaculador-precoz, se siente imperfecta (y lo es, como todos, para vivir sólo en pareja) cuando sin embargo ella, de ser libre, simplemente, permanecería en la fiesta sexual más tiempo del habitual, hasta que el número de hombres que la hicieran el amor fuera el suficiente como para llevarla al orgasmo. 

Que alcanzaría sin pegas, no sólo por número de amantes por sesión, sino por el carácter libidinoso y orgiástico que, por sus características, tendría el encuentro. 

Porque ya me dirán ustedes qué papelón, tener que recibir todo el placer de un sólo hombre, que encima siempre sea el mismo, cada 

vez esté más visto y día a día menos valorado.


He aquí dos traumas absurdos. La velocidad del hombre y la lentitud de la mujer.


Cuando ambos, para la búsqueda de placer sexual, no tendrían ningún problema si fueran libres. 

E incluso, para los fans de la propagación de la especie, son ideales, pues gracias a sus defectos serían magníficos repartidores de esperma los machos y estupendas recogedoras del mismo ellas, con lo que las posibilidades de que toque la lotería del embarazo aumentarían.

Del libro LA ESTAFA SEXUAL de PACO MOLINA

2 comentarios:

  1. Eso de que sin represión sexual no habría traumas no sé de dónde lo has sacado. Para mí que aún no te has caido del guindo.

    Lo siento, es así.

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  2. Pues me balanceo todo lo que puedo a ver si caigo

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