miércoles, 21 de marzo de 2012

Ay!!! Celos de hombre



A mayor caja fuerte mayor tesoro escondido


Pero ¿y qué tiene esto que ver con los celos?. Piénsese que si tanto se ha hecho


para garantizar la propiedad del coche, eso da idea de lo que está en juego, y por tanto

lo mal que queda el dueño cuando pierde el vehículo porque se le va con otro ¡después

del millón de precauciones que adoptó él y la sociedad machista que le ampara!.

De lo expuesto es fácilmente deducible que se pueden estudiar los celos del

hombre y los de la mujer como celos de efectos diferentes.



Celos de hombre


Cuando el hombre ve que

su coche se va con otro sufre los siguientes males:


Para empezar pierde la ración de sexo (esto hay que recalcarlo hasta la saciedad, porque


va a ser el determinante principal del odio, el que lo va a mantener y alimentar); una

ración de sexo que era ventaja primordial en la constitución de la pareja (

“te elijo a ti


porque eres la que más me gusta y así tendré el mejor sexo cada día

”). En segundo


lugar, pierde las prestaciones materiales que le proporcionaba el vehículo (le trasladaba


de sitio, le permitía transportar cosas, le hacía la comida, le cuidaba cuando estaba


enfermo, le protegía a los hijos).Y por último, que su coche se fugara pasando a ser de

otro, es el desmoronamiento de toda una lucha social intentando cumplir “

el vía-crucis


que exige la sociedad para triunfar en la vida”.


Que tu coche se vaya con otro (o lo que casi es peor con ninguno) es perder esa


situación íntima, pero tan necesaria para la autoestima, como lo es la de ser, para

tu


coche,

el mejor conductor del mundo, y que él fuera para ti, el mejor coche del universo.


Que tu coche se fugue, con o sin nuevo conductor dentro, es aparecer como un fracasado


social, y es, sobre todo, tener que "volver a empezar", tener que regresar a la inversión

de energía para buscar sexo, a la inversión de energía para encontrar

pareja que te


permita circular por las autopistas de la vida social, es tener que volver a ahorrar para


comprarte otro que, encima, además, has descubierto que puede irse luego con un

nuevo dueño. El odio está ahí, surge a raudales y se torna no sólo agresivo, sino lo que

es más preocupante, autodestructivo. Siendo esto lo peor, porque indica que las medidas

policiales y judiciales no van a resolver el problema, ya que al

herido de muerte le


importa poco su final, está ofuscado porque “le han destrozado la vida”

, frase que


resume, mejor que nada, lo dicho.


En consecuencia, el hombre pega o hiere o mata, a quien considera culpable de

deslealtad, de falta de honestidad, de ser una

puta que viene a evidenciar que a él le


falta algo para tener la categoría del chulo de la puta,

y lo que faltaba, piensa que van


a pensar, precisamente en eso que en efecto le falta, capacidad para satisfacer el instinto


de placer de una mujer durante toda la vida de ésta.

Únase a lo anterior la idea, de que la mujer era suya para deducir por qué mata

(“si no eres mía no vas a ser de nadie, ya lo verás” es la amenaza).

Del libro LA ESTAFA SEXUAL de Paco Molina

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