viernes, 23 de marzo de 2012

No hay celos si no hay sexo. El perro



El mejor amigo del hombre


Y acabamos este epígrafe con el asunto de la fidelidad de ciertos animales de


compañía, en esencia de los perros. La conducta de ciertos chuchos, respecto a la

relación con sus amos es extraordinariamente ejemplar en cuanto al término

fidelidad.


Este hecho confirma al cien por cien: Que los celos tienen más que ver con la


cuestión sexual que con otra cosa, y que el asunto sexual no tiene por qué estropearlo

todo, como hasta ahora ha ocurrido.

Sostenemos que la

fidelidad de un perro por su amo existe porque entre perro y


dueño surge un afecto que no tiene nada que ver con el placer sexual. Dicho mejor, si


en esa relación el sexo pintara algo, esa fidelidad no sería tan inquebrantable, e incluso

puede que no se diera.

Así es. El perro no siempre está en periodo de celo, y cuando lo tiene busca

resolverlo con quien corresponda (no con su amo o dueño). Eso hace que no surjan

desavenencias entre ellos, ni celos del amo, ni la necesidad de elección del perro (“¿me

quedo con este señor o me voy con ese can que está de

mordisco?”).


No hace falta detenerse más ¿verdad?. Pues entonces, si esto se comprende,


mejor se comprenderá que las relaciones humanas mejorarían notablemente si se

resuelve el problema sexual.(Incluida la fidelidad en el sentimiento, no en el amor, que

podría ser noble y leal como la fidelidad de un perro con su amo).

Ratifica esta tesis la

fidelidad que se da en el cariño entre padres e hijos. Fidelidad


o duración del sentimiento que si se eterniza es por una razón básica

¡No va mezclada


con el sexo, no va pringada con la unión antinatura que supone pedir fidelidad en la


búsqueda del placer sexual, forzando a recurrir siempre a la misma fuente y al mismo

agua, para saciar una sed insaciable!




Si la unión afectiva entre parientes estuviera sometida a la dura ley de la

fidelidad


sexual

esos afectos que duran siempre (salvo conflictos con el dinero) se vendrían


abajo, con la misma facilidad que se hunden amores que nacieron como si fueran a


durar toda la vida.

Sólo la permisividad sexual puede hacer saltar por los aires esta tenaza que

llamamos

macho-capitalismo. Sólo el sexo acrecienta los celos haciéndolos enfermizos;


siendo la prueba definitiva el que

también se da en las parejas que aún no han sido


constituidas económicamente como tales.

¿Por qué? Porque en ellas ya se ha traficado


con el placer sexual con este implícito convenio “

Te dejo jugar y gozar con mi cuerpo


a cambio de que no lo hagas con ningún otro”

. Que no otra cosa es esto de la fidelidad,
un contrato 100% materialista.

Del libro LA ESTAFA SEXUAL de Paco Molina

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